A principios de esta semana, se prohibió el baño a lo largo de siete millas de playa en la Costa Blanca, en la zona de Guardamar del Segura al norte de Torrevieja, tras localizarse al Dragón Azul, o Glaucus atlanticus, una especie de babosa marina que se alimenta de la infamemente letal carabela portuguesa y de otra fauna marina venenosa. Esto ocurrió solo unos meses después de haber sido avistado en Mallorca.
José Luis Sáez, alcalde de Guardamar del Segura, escribió en X: “Queda prohibido el baño tras aparición en la playa de Vivers de dos ejemplares de Glaucus atlanticus, conocido como Dragón Azul”.
Señaló que la gente debe “mantenerse alejada de este animal por su picadura”. No obstante, aunque la prohibición ya se ha levantado, el Dragón Azul fue avistado en Mallorca.
El peculiar hallazgo marino sorprendió a los científicos en Mallorca. La bióloga Gádor Muntaner y el piloto de paramotor César Canudas descubrieron un ejemplar de “dragón azul” mientras navegaban por la costa noroeste de la isla. Este raro molusco, conocido científicamente como *glaucus atlanticus*, representa un avistamiento extraordinario en el Mediterráneo, donde apenas existen registros documentados desde principios del siglo XVIII. “El *Glaucus atlanticus* es un molusco, un gasterópodo nudibranquio. Es bastante común en el Atlántico y en las Islas Canarias, pero hay muy pocos registros en el mar Mediterráneo. Es un organismo muy, muy raro”, explicó la experta tras el descubrimiento.
El ejemplar hallado, que casi alcanzaba el tamaño máximo de la especie (entre 3 y 4 centímetros), fue devuelto al mar tras ser observado. Este avistamiento representa un hito significativo para las Baleares, donde no se documentaba la presencia de esta especie desde 1705, mientras que el último registro en la península fue en Alicante en abril de 2023. La bióloga también destacó las características específicas del hábitat de este organismo: “Es una especie de zonas pelágicas, no está en la costa ni en el fondo marino, sino en el azul, en mar abierto. Su tamaño máximo es de unos 3 o 4 centímetros, así que este es uno de los más grandes”.
El “dragón azul” es un pequeño molusco que, a pesar de su reducido tamaño, esconde una naturaleza fascinante y potencialmente peligrosa. Este nudibranquio pelágico pertenece a la familia Glaucidae y se caracteriza por su llamativo color azul plateado, que le sirve de camuflaje perfecto en la superficie oceánica: su lado ventral (más oscuro) se confunde con el azul del mar al ser visto desde arriba, mientras que su lado dorsal, más claro, imita la luz solar al ser visto desde abajo.
Peligros y efectos de su picadura
Lo que hace única a esta especie es su dieta y mecanismo de defensa. El “dragón azul” se alimenta principalmente de otros organismos urticantes como la carabela portuguesa, las medusas y otros cnidarios. Durante la alimentación, este ingenioso molusco no solo consume el tejido de su presa, sino que es capaz de extraer y almacenar intactas las células urticantes (nematocistos) de estos organismos para usarlas posteriormente en su propia defensa, un fenómeno conocido como cleptocnidia.
Este sistema defensivo convierte al aparentemente inofensivo dragón azul en un animal potencialmente peligroso para los humanos, ya que puede concentrar toxinas más potentes que las de los organismos de los que se alimenta, aumentando así su toxicidad. Aunque los encuentros con dragones azules en aguas mediterráneas son extremadamente raros, es importante conocer los efectos del contacto, pues puede ser muy doloroso y, en algunos casos, peligroso. Al tocarlo, existe el riesgo de que este molusco libere las toxinas acumuladas de sus presas, provocando varios síntomas que varían en intensidad según la sensibilidad de cada persona y la cantidad de toxina inyectada.
Los principales efectos de una picadura de dragón azul incluyen: dolor intenso y sensación de ardor en la zona de contacto; enrojecimiento visible e hinchazón del área afectada; posibles náuseas o vómitos en casos más graves; dificultad para respirar en situaciones extremas; y reacciones alérgicas que, aunque raras, pueden desencadenar anafilaxia.
Qué hacer si te pica
En caso de contacto con un dragón azul, es esencial seguir un protocolo adecuado para minimizar los efectos de la toxina y evitar complicaciones. Los expertos recomiendan estas pautas específicas:
1. No uses vinagre ni agua dulce para limpiar la zona afectada, ya que estos líquidos pueden provocar una mayor liberación de toxinas, empeorando la situación.
2. Enjuaga abundantemente con agua salada para eliminar cualquier célula urticante que pueda quedar en la piel.
3. Retira con cuidado cualquier fragmento visible de tentáculos utilizando pinzas o guantes protectores, nunca con las manos desnudas.
4. Aplica compresas frías en la zona afectada para aliviar el dolor y reducir la inflamación.
5. Busca atención médica lo antes posible, especialmente si se presentan síntomas graves como dificultad para respirar, mareos intensos o signos de una reacción alérgica.
¿Por qué es tan raro encontrarlo en el Mediterráneo?
El excepcional avistamiento del dragón azul en aguas mediterráneas se debe a varios factores biogeográficos y ecológicos. Este nudibranquio es nativo de océanos templados y tropicales, principalmente el Atlántico, el Pacífico y el Índico, donde las corrientes superficiales facilitan su dispersión. Su presencia en el Mediterráneo, un mar semicerrado con características diferentes, es inusual y podría estar relacionada con fenómenos como el cambio climático o alteraciones en las corrientes marinas.
Además, su dependencia de otras especies pelágicas como la carabela portuguesa, que también son poco comunes en el Mediterráneo, explica en parte su rareza en estas aguas. Diversos estudios científicos sugieren que los cambios en la temperatura del agua y los patrones de corrientes marinas resultantes del cambio climático podrían estar alterando la distribución de especies como el dragón azul. El progresivo calentamiento del Mediterráneo podría estar creando condiciones más favorables para organismos tradicionalmente asociados con aguas más cálidas o abiertas.
Este fenómeno forma parte de lo que los biólogos denominan la “tropicalización” del Mediterráneo, un proceso por el cual especies típicas de mares tropicales y subtropicales comienzan a establecerse en estas aguas, alterando los ecosistemas locales y generando nuevas interacciones ecológicas. El reciente descubrimiento en Mallorca podría no ser un hecho aislado, sino parte de un patrón más amplio de cambios en la biodiversidad marina mediterránea que los científicos continúan monitoreando de cerca para comprender mejor sus implicaciones ecológicas a largo plazo.
