Las mandíbulas del gusano barrenador son lo suficientemente fuertes como para masticar carne humana a una velocidad voráz. Crédito de la foto: John Kucharski/Wikimedia Commons.
Los Estados Unidos han confirmado su primer caso humano de infección por el gusano barrenador del Nuevo Mundo (Cochliomyia hominivorax) en décadas. El caso corresponde a un residente de Maryland que fue diagnosticado a principios de agosto tras regresar de El Salvador, donde el parásito aún está presente. Según las autoridades sanitarias, el paciente recibió atención médica, incluyendo la extracción de larvas, y ya se ha recuperado.
El gusano barrenador del Nuevo Mundo es una mosca parásita nativa de las Américas. Se considera particularmente peligrosa porque sus larvas se alimentan del tejido vivo de animales de sangre caliente, a diferencia de otras especies de moscas cuyas larvas consumen materia muerta o en descomposición. Las moscas hembras adultas depositan huevos en heridas abiertas y, una vez eclosionados, las larvas se introducen profundamente en la carne, alimentándose de manera agresiva y provocando daños tisulares extensos. De no tratarse, las infestaciones pueden ser fatales. Históricamente, este parásito ha constituido un grave problema tanto para humanos como para el ganado. Estados Unidos erradicó el gusano barrenador en la década de 1960 mediante la técnica del insecto estéril, que implicó la liberación masiva de moscas macho esterilizadas. Cuando estos machos estériles se apareaban con las hembras, no se producía descendencia viable, lo que provocaba el colapso de las poblaciones locales. Esta estrategia está considerada una de las campañas de erradicación de plagas más exitosas de la historia y posteriormente fue aplicada en América Central.
A pesar de este éxito, el gusano barrenador ha persistido en algunas zonas de Latinoamérica y el Caribe. Se han registrado brotes ocasionales en países como Panamá y la República Dominicana. El caso de Maryland subraya el riesgo continuo de reintroducción a través del movimiento humano o animal transfronterizo. Las autoridades enfatizan que la infección fue adquirida en el extranjero y que no existe evidencia de transmisión local dentro de los Estados Unidos.
El Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA) y funcionarios estatales han respondido reforzando las medidas de vigilancia. Texas, que sería el estado más vulnerable en caso de un brote transfronterizo, está preparando una nueva instalación de producción de moscas estériles de alta capacidad. Los informes indican que el centro podrá producir y liberar hasta 300 millones de moscas estériles por semana. Estos esfuerzos pretenden crear una barrera protectora a lo largo de la frontera sur e impedir que el parásito se restablezca en las poblaciones ganaderas de los Estados Unidos. Los riesgos económicos son significativos. Las infestaciones por gusano barrenador en ganado vacuno, ovino y otros animales pueden acarrear graves pérdidas, ya que no solo causan sufrimiento, sino que también reducen la productividad y pueden requerir el sacrificio de los animales. La industria ganadera en los Estados Unidos tiene un valor de miles de millones de dólares anuales, y la reintroducción del parásito supondría una amenaza severa para los ganaderos y las cadenas de suministro.
En humanos, los casos siguen siendo raros. Cuando ocurren, generalmente están vinculados a viajes a regiones donde el parásito aún está presente. Los síntomas pueden incluir heridas dolorosas que no cicatrizan, larvas visibles en el tejido afectado e infecciones secundarias. El tratamiento normalmente implica la extracción física de las larvas, el cuidado de la herida y la administración de medicación para prevenir reinfestaciones.
Las autoridades insisten en que, si bien la aparición del parásito en un paciente humano es alarmante, el riesgo para la salud pública en los Estados Unidos sigue siendo muy bajo. La detección y el tratamiento rápido del caso de Maryland también demuestran la efectividad de los sistemas médicos y de vigilancia existentes. No obstante, este caso sirve como recordatorio de la importancia de la cooperación internacional en la monitorización y el control de enfermedades parasitarias. A medida que los viajes globales continúan incrementándose, también aumenta el potencial de que parásitos raros pero graves aparezcan en países donde alguna vez fueron eliminados.
