El gobierno militar de Burkina Faso anunció el arresto de ocho empleados de una organización humanitaria, acusándolos de “espionaje y traición”, imputaciones que la entidad neerlandesa sin ánimo de lucro rechazó “categóricamente”.
El ministro de Seguridad burkinés, Mahamadou Sana, señaló que los detenidos prestaban servicios para la Estructura Internacional de Seguridad de las ONG (ISO), una fundación con sede en los Países Bajos especializada en seguridad humanitaria.
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Entre los arrestados figuraban un ciudadano francés, una franco-senegalesa, un checo, un maliense y cuatro burkineses. Sana alegó que el personal había proseguido sus labores para la organización tras su prohibición temporal de tres meses, presuntamente para “recabar datos sensibles sin autorización”.
El titular de Seguridad afirmó que algunos empleados de ISO mantuvieron “actividades clandestinas o encubiertas, como compendios de información y reuniones presenciales o virtuales” tras la veto, incluyendo a su director nacional, quien también fue detenido cuando la suspensión entró en vigor a fines de julio.
Sana sostuvo que el personal de ISO había “recopilado y transmitido información confidencial de seguridad que podría perjudicar los intereses nacionales de Burkina Faso a potencias foráneas”.
La organización humanitaria con sede en La Haya emitió un comunicado el martes rechazando “enérgicamente” las acusaciones sobre sus actividades en el país africano.
“Mantenemos nuestro compromiso de emplear todos los medios a nuestro alcance para garantizar la liberación segura de nuestros colegas”, declaró ISO en el escrito.
La entidad añadió que recopila información “exclusivamente para respaldar la seguridad de trabajadores humanitarios”, y que los datos obtenidos “carecen de confidencialidad y son mayormente conocidos por el público”.
El gobierno castrense de Burkina Faso ha distanciado sus relaciones con Occidente, particularmente con su antigua metrópolis colonial, Francia, desde que asumió el poder mediante un golpe de Estado en septiembre de 2022.
Junto con Mali y Níger -igualmente bajo administraciones militares- el país también se ha retirado de organizaciones regionales e internacionales en los últimos meses, conformando los tres estados su propio bloque bajo la denominación Alianza de Estados del Sahel.
Estas tres naciones africanas han reducido su cooperación defensiva con potencias occidentales, especialmente con Francia, antigua potencia colonial, estrechando simultáneamente vínculos con Rusia. Este acercamiento incluyó la nacionalización nigerina de una mina de uranio gestionada por la empresa nuclear francesa Orano.
En el ámbito doméstico, los gobiernos militares enfrentan la insurgencia de grupos armados vinculados a Al-Qaeda que controlan territorios rurales y ejecutan ataques contra posiciones castrenses.
Human Rights Watch y otros colectivos defensores han documentado posibles atrocidades cometidas tanto por insurgentes como por fuerzas regulares y paramilitares de Burkina Faso y Mali.
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