En una nueva y polémica medida para combatir el aumento de la obesidad, el gobierno británico ha introducido normativas que restringen las recargas de Coca-Cola en establecimientos de restauración populares como Nando’s, limitando a los clientes a un único vaso de refrescos azucarados por comida.
Esta política, que entró en vigor el primer día de octubre, constituye la más reciente de una serie de intervenciones destinadas a reducir el consumo de azúcar, lo cual ha avivado el debate sobre si dichas medidas representan una protección esencial de la salud pública o una intromisión gubernamental inadmisible en los hábitos cotidianos.
Cómo planea el gobierno británico restringir el consumo de Coca-Cola en Nando’s
Los clientes de Nando’s, la cadena de pollo peri-peri famosa por sus refrescos ilimitados, se enfrentan ahora a una nueva realidad: la Coca-Cola azucarada ha dejado de estar disponible para llenados sin límite. Fotografías difundidas en redes sociales muestran pegatinas en los dispensadores que rezan de forma contundente: “¿Quieres Coca-Cola Classic? Solo un vaso. En base a las nuevas leyes gubernamentales, hemos tenido que limitar la Coca-Cola Classic a un vaso por persona. ¿Sigues sediento? Sírvete uno de nuestros refrescos light de recarga ilimitada.” Alternativas con bajo o ningún contenido de azúcar, como la Sprite Zero y la Fanta Zero, siguen siendo de recarga libre, conservando así cierta opción dentro de la restricción.
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Nando’s ha confirmado que cumple plenamente con el mandato, que es de aplicación en todo el sector hostelero. Un portavoz de UKHospitality, la asociación del gremio, subrayó: “A partir del 1 de octubre, las empresas de hostelería cumplirán con las nuevas normativas que han introducido la prohibición de las recargas gratuitas de bebidas azucaradas en la hostelería. Los establecimientos se esfuerzan por garantizar que los clientes dispongan de una amplía gama de opciones de bebida cuando visitan nuestro sector y seguirán asegurándose de que así sea.” Esta medida pone fin a un beneficio arraigado que permitía recargas ilimitadas de refrescos azucarados, un elemento característico de la restauración informal que muchos clientes daban por sentado.
El gobierno británico amplía su ofensiva para restringir las promociones de Coca-Cola y comida basura en todo el país.
Las restricciones a la Coca-Cola son solo un frente en una ofensiva más amplia del gobierno británico contra la alimentación poco saludable. A partir de este mes, las ofertas de “compra uno, llévate otro gratis” en comida basura están prohibidas en supermercados, comercios y minoristas online de Inglaterra, una norma diseñada para dificultar que los compradores se abastezcan de productos con alto contenido en azúcar o grasas. Las promociones de recargas gratuitas de bebidas cargadas de azúcar en cafés y restaurantes quedan bajo la misma prohibición, mientras que se planea lanzar en enero la prohibición de la publicidad de comida basura en la televisión antes de las 9 de la noche.
Para hacer cumplir estas normas, el gobierno ha desplegado un sistema de clasificación que etiqueta los productos “poco saludables”: las colas normales como la Coca-Cola califican debido a su contenido de azúcar, uniéndose a las patatas fritas de bolsa, el chocolate, los helados, los pasteles, los palitos de pescado e incluso ciertas pizzas con alto contenido en grasa o azúcar. Estas medidas se basan en los esfuerzos de administraciones tanto conservadoras como laboristas, reflejando un consenso multipartidista para abordar los excesos dietéticos.
La epidemia de obesidad impulsó la campaña del gobierno británico para restringir la Coca-Cola y otros.
En el corazón de estas políticas yace una grave crisis de salud pública. Los datos del Servicio Nacional de Salud revelan que aproximadamente uno de cada cuatro adultos en el Reino Unido y uno de cada cinco niños de 10 a 11 años viven con obesidad, lo que puede conllevar riesgos de diabetes tipo 2, cardiopatías y ciertos tipos de cáncer. El costo para el servicio de salud es asombroso, ya que los gastos relacionados con la obesidad superan los 11 mil millones de libras anuales.
Los defensores, incluido el Departamento de Salud y Asistencia Social, aclaman las reformas como un cambio de paradigma. Un portavoz declaró: “La obesidad priva a los niños del mejor comienzo posible en la vida, les condena a una vida de problemas de salud y le cuesta miles de millones al NHS.” Se espera que solo la prohibición publicitaria pueda evitar 20.000 casos de obesidad infantil, mientras que las restricciones a las promociones prometen 2 mil millones de libras en beneficios sanitarios y 180 millones en ahorros para el NHS en 25 años debido a las limitaciones en el retail, cifras que se disparan hasta los 57 mil millones y los 4 mil millones, respectivamente, con las restricciones en hostelería. La evidencia proporcionada por los funcionarios demuestra que las promociones de precios influyen considerablemente en las compras, especialmente entre los niños, lo que justifica la intervención.
No obstante, mientras el gobierno británico aprieta el cerco a la Coca-Cola y vicios similares, los críticos están sonando las alarmas ante lo que califican de un estado niñera cada vez más intrusivo. Tanto clientes como voces de la industria tachan las normas de exceso gubernamental, arguyendo que la responsabilidad personal, y no los edictos burocráticos, debería guiar las decisiones dietéticas. Con las recargas ilimitadas convertidas en una reliquia y las gangas de los supermercados recortadas, muchos se preguntan si el Estado ha ido demasiado lejos en su afán de vigilar platos y paladares. ¿Debería el gobierno inmiscuirse en absoluto en nuestras elecciones alimentarias?
