Las crecientes conversaciones sobre los medicamentos compuestos de GLP-1 no tratan solo de ciencia o seguridad. Más bien, demandas y juegos de poder corporativo han tenido una enorme influencia en cómo se perciben estos fármacos y en la capacidad de los médicos para tomar las mejores decisiones de tratamiento para sus pacientes. Recientemente, Eli Lilly presentó una demanda contra Mochi Health, la plataforma de atención médica para la obesidad fundada por médicos que yo creé, cuestionando nuestro uso de formulaciones compuestas de tirzepatida.
Si bien la desinformación sobre la compuesición no es nada nuevo, la demanda ha desencadenado un nuevo ciclo de debate sobre seguridad, regulación y el derecho de los médicos a recetar tratamientos personalizados y accesibles. Pero aquí está lo que se pierde en el ruido: no todos los pacientes encajan en un molde único. Pueden necesitar dosis más bajas, otro método de administración o una fórmula que evite alergenos o efectos secundarios.
¿La conclusión? La medicación compuesta es lo que hace posible este tipo de tratamiento ultra personalizado, centrado en el paciente—y más económico. Así que, mientras la industria de la salud observa este caso, debemos preguntarnos—¿realmente estamos protegiendo a los pacientes o estamos protegiendo ganancias?
Como CEO de Mochi Health, quiero aclarar la confusión sobre qué significa realmente la compuesición, por qué el impacto de esta demanda va más allá de nuestra empresa y por qué priorizar una atención segura y personalizada para los pacientes debería ser el verdadero enfoque.
La composición es la medicina personalizada original
Los medicamentos compuestos existen porque no todos los pacientes pueden tomar un fármaco en su forma comercial de manera segura. El futuro de la medicina será personalizado, considerando el historial médico específico de cada paciente al recetar.
Los planes de tratamiento hechos a mano son especialmente cruciales en temas tan complejos como la obesidad, que a menudo está ligada a otras condiciones médicas. Por ejemplo, algunos pacientes son tratados por obesidad junto con SOP, requiriendo dosis o aditivos específicos. Otros, que sufren efectos secundarios graves como náuseas, pueden necesitar suplementos vitamínicos. Y aquellos con aversión a las agujas pueden optar por medicación oral.
La FDA reconoce esto y, bajo las secciones 503A y 503B, la compuesición es explícitamente legal y necesaria. No son lagunas legales—son parte de un sistema diseñado para garantizar que las personas reciban el tratamiento que necesitan cuando las opciones estándar no bastan.
Millones de estadounidenses dependen de medicamentos compuestos diariamente—en oncología, dermatología, pediatría, salud femenina. Los GLP-1 son solo el ejemplo más reciente. Pero ahora esta práctica confiable y necesaria está siendo arrastrada a los tribunales.
La demanda de Eli Lilly intenta difuminar la línea entre atención clínica y estrategia comercial
Mochi Health fue mencionada en la reciente demanda de Eli Lilly contra proveedores que ofrecen tirzepatida compuesta.
Seamos claros: Mochi no fabrica ni vende medicamentos compuestos. Somos una práctica médica liderada por médicos que ofrece atención personalizada y basada en evidencia. Solo recetamos estos fármacos cuando son apropiados y legalmente permitidos.
Esta demanda es sobre control—quién decide cómo reciben tratamiento los pacientes. En juego está la capacidad de los médicos para elegir lo mejor cuando los fármacos comerciales no son adecuados. La seguridad es parte de la conversación—y Mochi se la toma en serio.
Los GLP-1 compuestos son seguros si se obtienen y recetan correctamente
En Mochi, solo trabajamos con farmacias acreditadas bajo la sección 503A, que siguen pautas estatales y federales. Cada receta es revisada por un médico certificado.
A diferencia de los fármacos producidos en masa, los compuestos se prueban en cada lote antes de llegar al paciente.
Aún así, hay mucha desinformación que genera preocupación innecesaria. Como proveedores, debemos explicar la diferencia entre compuestos regulados y aquellos que toman atajos.
Pero la seguridad es solo una parte. El otro desafío—a menudo ignorado—es garantizar el acceso a quienes más lo necesitan.
La narrativa de la industria ignora la verdadera barrera: La accesibilidad
No hay duda: los GLP-1 son revolucionarios para tratar la obesidad y condiciones crónicas. Pero su alto costo los hace inalcanzables para muchos—especialmente sin seguro o con cobertura limitada.
Las farmacéuticas tienen un incentivo claro para limitar alternativas compuestas. Pero negar opciones asequibles no resuelve la crisis de salud—la empeora.
Aunque la FDA retiró algunos GLP-1 de su lista de escasez, las versiones compuestas—que son distintas bajo su definición—siguen siendo legales, necesarias y, a veces, la mejor opción.
Por eso esta demanda no es solo sobre participación de mercado. Es sobre si la salud prioriza al paciente—o las ganancias.
Esto no es solo una batalla legal—es un problema de equidad en salud
La obesidad afecta a más del 40% de los estadounidenses. Es una enfermedad crónica compleja que requiere más que fármacos exitosos. Exige modelos de atención accesibles, escalables y guiados por médicos—no por el mercado.
En Mochi, nuestro modelo se construyó para servir a personas con necesidades reales—incluyendo medicación compuesta cuando es adecuada. Nuestros médicos no la recetan a la ligera, pero a veces es la mejor opción. Y cuando lo es, los pacientes merecen acceso sin barreras innecesarias.
Esta demanda puede parecer un conflicto empresarial, pero en el fondo es algo más importante: el derecho de los pacientes a recibir atención personalizada y accesible.
Medicamentos transformadores no deberían ser restringidos por demandas o intereses económicos. Mientras reguladores y líderes abordan esto, debemos enfocarnos en lo esencial: evidencia, ética y pacientes—no patentes.
El futuro del manejo de enfermedades crónicas—y la capacidad de los pacientes de recibir el tratamiento adecuado—depende de ello.
Sobre la autora:
Dra. Myra Ahmad, fundadora y CEO de Mochi Health, está revolucionando el tratamiento de la obesidad con programas accesibles y basados en evidencia. Comprometida con reducir disparidades en salud y sesgos médicos, promueve una atención integral y personalizada.
La Dra. Ahmad se graduó en la Universidad de Washington y ha trabajado en investigación en el MIT Koch Institute, UCSF Medical Center y la Universidad de California, San Francisco.
Foto: Gearstd, Getty Images
