Giros a la izquierda: Cómo una terrible herida de guerra dio origen a la música de piano para una mano.

Me encanta hablar con personas sobre musica de piano escrito para la mano izquierda. Es un rincón del repertorio que a menudo se ve como un nicho misterioso – sin embargo contiene un puñado de joyas escondidas para piano solo y algunos concertos famosos también.

Con la mayoría de la gente, la conversación rápidamente se convierte en el legendario Concierto para Piano de Ravel para la Mano Izquierda (1929-30). Esta obra maestra, un favorito entre los pianistas, ha sido interpretada por algunos de los titanes del teclado más grandes del mundo y – como pianista nacido sin mi mano derecha – ocupa un lugar especial en mi propia producción. Pero hay muchos más piezas para la mano izquierda.

La historia comienza a principios del siglo 19 cuando los pianistas de concierto eran estrellas culturales. Liszt, por ejemplo, llenaba las salas de conciertos europeas de la misma manera que un ícono moderno como Taylor Swift llena estadios en minutos. Estos virtuosos cautivaban a su público con su brillantez técnica y su teatralidad dramática. Y a menudo añadían un bis diseñado para asombrar – como realizar hazañas deslumbrantes de pirotecnia usando solo su mano izquierda. Usar la mano “más débil” para dar una muestra de bravura era irresistible para los asistentes, y el espectáculo los dejaba en asombro.

El truco estaba en la ilusión aural: las obras para mano izquierda a menudo crean la impresión de dos o incluso tres manos tocando simultáneamente, engañando incluso a los oyentes más perspicaces. Aunque la mano izquierda tiende a ser más debil, su fisiología le da una ventaja. En el repertorio estándar para piano con dos manos, la línea melódica es proyectada mayormente en la mano derecha por el meñique, el más débil de los dedos. Pero en el repertorio para mano izquierda la línea melódica es proyectada por el pulgar, el más fuerte de los dedos, dándole mayor claridad. Esta es la razón por la que hay más de 3,000 obras para mano izquierda sola, y solo unas pocas para la mano derecha. Otro elemento importante en la caja de herramientas del pianista de mano izquierda es el pedal de sostenido. Esto permite que las notas graves permanezcan presentes en la textura creando un sonido más lleno, similar al que pueden lograr dos manos.

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Pionero … Paul Wittgenstein en Nueva York en 1934 antes de una gira de conciertos por EE.UU. Fotografía: Bettmann/Bettmann Archive

El desarrollo de repertorio serio para mano izquierda más allá de bis y piezas de novedad, faltando algunas verdaderas joyas de mano izquierda, no ocurrio hasta el siglo 20, en la aftermath de la primera guerra mundial. En el centro de esta evolución estaba Paul Wittgenstein (1887-1961) cuya historia alteraría para siempre el curso de la musica sola para mano izquierda.

Un miembro de la prominente familia vienesa Wittgenstein, Paul era el hijo de un magnate del acero y el hermano del renombrado filósofo Ludwig. La familia estaba profundamente arraigada en la alta sociedad europea, con conexiones cercanas a algunos de los mayores nombres en arte, musica y cultura. Paul era un pianista dotado que hizo su debut en concierto en 1913. Pero la estallido de la guerra pronto cambiaría su vida para siempre.

Alistandose en el ejercito austro-húngaro, Wittgenstein fue seriamente herido luchando contra el ejercito ruso en la Batalla de Galicia, perdiendo su brazo derecho. Esta fue trágicamente una lesión común en tiempos de guerra: soldados diestros a menudo sufrían daños en su miembro dominante durante el combate. Tomado prisionero después de la batalla, Wittgenstein fue trasladado a un campo siberiano. Aquí trazó las líneas de un teclado de piano en carbón en la base de una caja de madera invertida, pasando varias horas al día golpeando las teclas fantasma con su mano restante. Un dignatario que estaba de visita, atestiguando esta impactante y inusual escena, organizó su traslado a un camp donde había un piano de cola. Wittgenstein se puso a trabajar para descubrir cómo tocar las piezas que adoraba – pero solo con su mano izquierda.

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Repatriado a Viena en 1915, Wittgenstein enfrentó el monumental desafío de reinventarse como pianist de una mano. Con determinación de acero (y la inmensa riqueza de su familia y conexiones de élite), se propuso construir una carrera. Comisionó a algunos de los compositores más célebres de la época para que escribieran obras para él. Estos incluyeron concertos de Prokofiev, Strauss, Britten, Korngold y Hindemith. Wittgenstein no interpretó cada pieza que comisionó. Le dijo a Prokofiev que no entendía su 4to Concierto para Piano: “La lógica interna de la obra no es clara para mí, y, por supuesto, no puedo tocarla hasta que lo sea.” Discutió con otros compositores sobre los cambios que exigía en sus partituras.

Entre las obras que comisionó estaba el ya mencionado Concierto para Piano de Ravel para la Mano Izquierda. Sin embargo, incluso esa obra icónica no estuvo libre de escándalos: Wittgenstein hizo cambios en la partitura para el estreno. Ravel se indignó, y la pareja solo se reconciliaron después de que Wittgenstein aceptara interpretarlo tal como fue escrito originalmente.

El concerto es un triunfo de ingenio y arte. Aunque fue compuesto casi al mismo tiempo que el otro Concierto para Piano de Ravel, para dos manos, las obras son completamente diferentes – cada una un testamento único de la maestría del compositor en orquestación y escritura para piano. Recuerdo vívidamente escucharla por primera vez como un chico de 15 años. Su apertura me cautivó mas inmediatamente: un ominoso retumbo visceral de la orquesta que gradualmente se despliega en un tema majestuoso, subiendo a través del bajo gruñido de los instrumentos. Todo el tiempo el pianista está sentado en suspense esperando su dramática entrada. La atención es electrica, y nervios helados son requeridos del solista mientras se preparan para su momento de brillantez.

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Nicholas McCarthy, left-hand-only pianist
‘Especializarse en este repertorio extraordinario es un privilegio, una responsabilidad y, a veces, un verdadero reto.’ Nicholas McCarthy. Fotografía: Bernardo Arcos Mijailidis/Archivo: Arcos-Alcaraz

A lo largo de su vida, Ravel fue inspirado por el juego del agua. Jeux d’eau (Juegos de Agua, 1901), y Ondine (la ninfa de agua) de Gaspard de la Nuit (1908) transmiten esto bellamente. Sin embargo, para mí, su logro musical más parecido al agua viene en la impactante cadenza extendida del concierto de mano izquierda, que se escucha hacia el final de la obra. Aquí el piano se convierte en una cascada brillante, ondulando y fluyendo con belleza cristalina antes de llegar a una poderosa conclusión.

Especializarme en este repertorio extraordinario es un privilegio, una responsabilidad y, a veces, un reto verdadero. Si mi proximamente actuación en los Proms de Ravel despierta tu apetito para escuchar más, recomiendo las Diversiones de Britten para Piano Mano Izquierda y Orquesta así como el Concertino de Martinu (Divertimento), una hermosa joya de una obra para orquesta de cámara y piano mano izquierda. Y confieso que no puedo estar de acuerdo con Wittgenstein sobre la lógica interna de la obra – actuaré el 4to Concierto para Piano de Prokofiev el próximo año, y también pronto estaré añadiendo el glorioso Concierto para Mano Izquierda de Korngold a mi repertorio.

Aún hay preconceptos sobre la discapacidad y una carrera en la música. Como uno de solo unos pocos solistas clásicos con una discapacidad física, he tenido que ser paciente y resiliente y desarrollar una piel más gruesa simplemente porque no encajo en la caja correcta. Pero espero poder inspirar a la próxima generación de pianistas a explorar esta música notable. Así como Wittgenstein abrió camino para mí, aspiro a iluminar el camino para otros, asegurando que el legado de la música para mano izquierda sola continúe prosperando.