La base aérea de Son Sant Joan, colindante con el aeropuerto de Palma, dispondrá en breve de un gran almacén logístico que, sin duda, suscitará un intenso debate en el seno de la comunidad balear. El Ejército del Aire y del Espacio planea construir una gran instalación que funcionará como depósito de misiles —entre ellos, los Hellfire, según Confidencial Digital—, bombas y diversos materiales explosivos, con una capacidad de alrededor de 75 toneladas. De acuerdo con el sitio web especializado infodefensa.com, el proyecto contará con un presupuesto aproximado de 1,8 millones de euros y ya ha sido adjudicado a la unión temporal de empresas conformada por MAB, Grupo Render Industrial y Coexa.
Los planes de Defensa incluyen la instalación de bombas GBU-49 o misiles guiados Hellfire en los revolucionarios drones de combate MQ-9 Predator, gestionados por el Ala 23, la unidad responsable de estas aeronaves no tripuladas. Estos drones poseen un alcance de 3.000 kilómetros y pueden alcanzar velocidades de hasta 405 kilómetros por hora. Tienen una longitud de once metros, una envergadura alar de unos 20 metros y una altura de 3,6 metros.
Estamos ante uno de los proyectos de ingeniería militar más significativos de la historia reciente de las Baleares, cuya ubicación estratégica en el Mediterráneo occidental, unida al espacio disponible del Ejército del Aire en Son Sant Joan, convierte a la base de Palma en un lugar de gran valor logístico, siempre dentro de los parámetros de seguridad establecidos por el Ministerio de Defensa. Un camino de acceso para vehículos pesados, una zona de carga y un sistema de seguridad adicional para el tránsito de personal permitirán que la instalación actúe con autonomía ante cualquier contingencia, respondiendo de inmediato a cualquier tipo de emergencia que pudiera surgir.
Según el citado medio, la idea del Ministerio de Defensa es crear un modelo de “iglú resistente a 7 barr”, que garantice la integridad y seguridad del personal propio y tenga en cuenta la proximidad de un aeródromo civil con un alto tráfico de pasajeros durante todo el año. La superficie útil de este llamativo almacén sería de aproximadamente 27 metros de largo por 9 de ancho, con una altura interior de 4,5 metros, lo que da un volumen total de 1.000 metros cúbicos.
Para asegurar la fiabilidad de la estructura, los muros laterales y la cara exterior se construirían en hormigón armado de hasta 40 centímetros de espesor. Por su parte, la zona frontal contaría con un muro de pilotes verticales y un dintel con un borde de 1,2 metros, diseñado para resistir el impacto de explosiones o sobrepresión. La cubierta estaría formada por una losa de hormigón de entre 40 y 50 centímetros de grosor, coronada con una capa de vegetación de algo más de medio metro de espesor, que actuaría como barrera natural contra una posible onda expansiva, además de servir como andamiaje e integrar la infraestructura en el paisaje.
Una puerta doble de acero sellaría la entrada principal del gran almacén, dejando un acceso de 5 metros de ancho por 3 de alto. Cada una de estas hojas estaría compuesta por chapas de acero de 10 milímetros, reforzadas por seguridad y con bisagras capaces de soportar hasta casi seis toneladas de carga, lo que permitiría que la puerta resistiese una explosión interna o una sobrepresión interior, al tiempo que impediría desplazamientos o proyecciones que pudieran poner en riesgo la seguridad de dicho espacio y su periferia.
El interior del almacén sería diáfano, equipado con sistemas eléctricos a prueba de explosiones para evitar chispas o descargas accidentales, así como con iluminación blindada y cableado adecuado para estos espacios potencialmente explosivos. Asimismo, contaría con un sistema de impermeabilización y drenaje, mientras que el exterior dispondría de una red de bocas de incendio y puntos de vigilancia y control de incendios.
Según informa infodefensa.com, el límite técnico de almacenamiento sería de 75.000 kilos de material explosivo, si bien la distancia del aeropuerto reduciría esta cifra, estableciendo una cantidad práctica de entre 1.200 y 2.900 kilos, dependiendo de los materiales o del volumen almacenado.
El mismo medio indica que los estudios de carga estiman que este almacén podría albergar combinaciones de entre 20 y 32 misiles, además de bombas guiadas o misiles ligeros aire-tierra. El diseño en forma de iglú proporciona una mayor protección en caso de incidentes graves, y su ubicación semisoterrada mejora el control climático y lo hace menos perceptible dentro del entorno singular de Son Sant Joan y la base aérea.
La noticia reportada por infodefensa.com llega en un momento de alta tensión internacional, con Mallorca en el epicentro de eventos como la presencia del portaviones estadounidense Gerald R. Ford en la bahía de Palma, dentro de un contexto turbulento, con conflictos a gran escala como el de Gaza y la guerra entre Rusia y Ucrania.
El AGM-114 Hellfire es un misil estadounidense desarrollado para uso antitanque, posteriormente adaptado para ataques de precisión desde drones contra otros tipos de objetivos, especialmente de alto valor. Originalmente fue desarrollado bajo la denominación “Heliborne laser, fire-and-forget missile”, lo que derivó en que el nombre coloquial “Hellfire” acabara convirtiéndose en la denominación formal del misil.
Posee una capacidad de ataque de precisión multimisión y multibjetivo, y puede ser lanzado desde múltiples plataformas aéreas, marítimas y terrestres, incluidos los MQ-1 Predator y MQ-9 Reaper. El misil Hellfire es el principal armamento de precisión aire-tierra de la clase de 100 libras (45 kg) para las fuerzas armadas de los Estados Unidos y de muchos otros países. También ha sido desplegado en plataformas de superficie para desempeñar funciones superficie-superficie y superficie-aire.
