El fiscal general del Estado, Álvaro García Ortiz, será juzgado a principios de noviembre por las acusaciones de filtración de información confidencial en un caso de fraude fiscal que implica a la pareja de una prominente figura de la oposición, según informó el Tribunal Supremo el viernes. García Ortiz sostiene su inocencia y cuenta con el respaldo del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, quien lo ha defendido públicamente en numerosas ocasiones.
Cuarenta personas, incluyendo ocho fiscales y doce periodistas, han sido citadas a declarar como testigos en el juicio, uno de los varios problemas judiciales que afronta el ejecutivo de Sánchez. El procesamiento de un fiscal general del Estado es un hecho sin precedentes desde el retorno de España a la democracia en 1978. El caso contra García Ortiz se encuentra en el epicentro de las fricciones entre el gobierno nacional de izquierdas e Isabel Díaz Ayuso, la lideresa regional de derechas de la Comunidad de Madrid, intercambiándose mutuas acusaciones de corrupción.
Se acusa a García Ortiz de haber facilitado a los medios el contenido de un intercambio de correos electrónicos entre la fiscalía regional y el abogado de Alberto González Amador, novio de Díaz Ayuso. En dicho correo, el letrado ofrecía la admisión de su cliente a dos delitos de fraude fiscal a cambio de un acuerdo negociado para eludir penas de prisión.
Posteriormente, González Amador declaró ante el tribunal que no tenía constancia de la propuesta de conformidad. El Tribunal Supremo señaló que el juicio contra García Ortiz está programado entre el 3 y el 13 de noviembre. González Amador también declarará como testigo. El líder de la oposición, Alberto Núñez Feijóo, ha exigido la dimisión de García Ortiz, arguyendo que no se puede encomendar la persecución de delitos a alguien acusado de prevaricación.
Este proceso es uno de los múltiples desafíos legales a los que se enfrenta el gobierno de Sánchez, entre los que se incluyen una investigación por corrupción que afecta a dos antiguos aliados, acusaciones de tráfico de influencias contra su hermano y una pesquisa sobre si su esposa, Begoña Gómez, aprovechó su condición con fines empresariales.
Junto a la esposa del presidente, el hermano de este, David Sánchez, enfrenta cargos por presunto tráfico de influencias, malversación y prevaricación. La investigación se centra en su nombramiento anual de 55.000 euros en la Diputación de Badajoz sin concurso público, un organismo que gestiona proyectos de desarrollo rural subvencionados con fondos agríolas y de cohesión de la UE.
Aunque la cuantía es relativamente modesta en este caso, los medios españoles lo destacaron como evidencia de un “favoritismo institucional” que podría estar contaminando las ayudas rurales europeas. El presidente Sánchez tachó estos asuntos de “aislados” en junio de 2025, ordenando una auditoría interna del PSOE sin que mediaran dimisiones, si bien todos estos casos emergieron a raíz del escándalo de Koldo García.
García es la figura central en una causa del Tribunal Supremo que gira en torno a una presunta corrupción relacionada con contratos públicos durante la pandemia de Covid-19, especialmente los destinados al suministro de material médico, como mascarillas. García, exasesor de Ábalos, está acusado de haber ayudado a la empresa Soluciones de Gestión a obtener varios contratos influyendo en procesos de licitación a cambio de sobornos o comisiones ilegales.
García, su esposa y otras personas han sido detenidas en el marco de esta investigación. Fue la evidencia recabada en este caso, que incluye documentos, mensajes, grabaciones de audio y ganancias financieras inesperadas, la que abrió la puerta a todos los presuntos escándalos de corrupción que rodean a los socialistas españoles y, en particular, a los allegados a Sánchez.
