Un partido de fútbol en la provincia de Buenos Aires derivó en un caos absoluto, cuando simpatizantes de un club argentino local irrumpieron para golpear y desnudar a los fanáticos chilenos que habían viajado para ver a su equipo competir.
Las cifras de heridos reportadas el miércoles por la noche variaron desde más de un centenar hasta varias docenas, según los medios locales La Nación y Clarín, en el marco del encuentro de la Copa Sudamericana entre Independiente de Argentina y Universidad de Chile. El Mercurio de Chile informó que 107 personas fueron detenidas, mientras que al menos 19 compatriotas chilenos requirieron hospitalización. No se precisó cuántos argentinos resultaron lesionados.
Cuando se acercaba el final del primer tiempo, videos muestran cómo hinchas de Independiente ascendieron hacia la tribuna superior —donde supuestamente los chilenos habían arrojado objetos— y comenzaron a agredir a los espectadores visitantes. El partido fue suspendido e rápidamente circularon en redes sociales imágenes de aficionados chilenos ensangrentados, siendo expulsados del estadio y despojados de la mayor parte de su ropa. Si bien ambas naciones sudamericanas son conocidas por su intensa rivalidad deportiva, rara vez esta ha escalado a niveles tan graves.
El jueves, el presidente Gabriel Boric avivó la tensión al calificar el incidente como una “lapidación” y ordenar al ministro del Interior de Chile que se desplazase personalmente para asistir a los heridos. “La violencia no tiene justificación, de ningún lado, y protegeremos los derechos de nuestros ciudadanos sin perjuicio de las responsabilidades que puedan determinar los tribunales”, declaró Boric en una publicación en X.
El caos del miércoles representa otro episodio en la larga historia de violencia vinculada al fútbol en Argentina. En los partidos de liga entre clubes locales, actualmente solo pueden asistir hinchas del equipo local, y el consumo de alcohol está prohibido desde hace años debido a los enfrentamientos recurrentes. Un partido de final de copa en 2018 entre los clásicos rivales River Plate y Boca Juniors debió suspenderse y trasladarse a Madrid luego de que fanáticos atacaran el autobús del equipo visitante. La policía antidisturbios ahora establece de rutina múltiples barricadas en los accesos a los estadios.
En un sentido más amplio, este episodio podría resaltar los problemas de seguridad y delincuencia en la provincia de Buenos Aires, apenas dos semanas antes de unas elecciones clave en las que el partido del presidente Javier Milei intentará arrebatar la provincia más poblada de Argentina, gobernada durante décadas por el peronismo. Los inversores interpretan estos comicios provinciales como un termómetro de las elecciones legislativas de medio término en octubre.
La coalición libertaria criticó de inmediato a la provincia, culpando a su gobierno peronista por no proteger a los visitantes y garantizar el orden. “Conviven con las barras bravas y sus negocios, tal como solían aliarse y operar con grupos militantes de protesta que sumieron a Argentina en el caos”, afirmó la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, en una publicación en X. “Ya restablecimos el orden una vez, y ahora haremos lo mismo”.
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Por Patrick Gillespie y Matthew Malinowski, Bloomberg
