Filipinas se prepara para el tifón Fung-wong después de que una tormenta previa causara la muerte de más de doscientas personas. Las autoridades han declarado el estado de alerta máxima en las regiones del norte, donde se esperan lluvias torrenciales e inundaciones costeras de consideración. Los equipos de rescate ya se han desplegado en las zonas de mayor riesgo, mientras que numerosos vuelos han sido cancelados preventivamente.
La población, aún consternada por el reciente desastre, sigue las indicaciones de los meteorólogos con una mezcla de resignación y temor. Este nuevo fenómeno climático evidencia, una vez más, la creciente intensidad de los eventos meteorológicos en la región. Las consecuencias a largo plazo para la frágil economía local son, cuanto menos, preocupantes.
