Felipe VI insta a Israel a poner fin a la violencia en Gaza

El discurso de Felipe VI fue interpretado como un intento de hallar un delicado equilibrio. Crédito de la foto: Frederic Legrand – COMEO/Shutterstock

El Rey Felipe VI de España realizó una intervención de tono firme ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, equilibrando el apoyo al derecho de Israel a defenderse con una súplica urgente para detener lo que describió como una “masacre” en Gaza. Sus declaraciones, pronunciadas el miércoles 24 de septiembre, constituyeron una de las intervenciones más contundentes del monarca español en un foro internacional, reflejando tanto la cautela diplomática como la urgencia moral en medio de una de las escaladas más devastadoras en Oriente Medio en los últimos años.

Dirigiéndose a los líderes mundiales, Felipe VI reconoció la legitimidad de la respuesta de Israel a los mortíferos ataques lanzados por Hamás. Afirmó claramente que Israel tiene el “derecho a defenderse” frente a actos de terrorismo y violencia. Al mismo tiempo, estableció una clara distinción entre la defensa y el castigo colectivo, denunciando el continuo coste civil en Gaza. “Clamamos, imploramos, exigimos: paren ya esta masacre”, declaró, en un momento que captó la atención internacional y fue ampliamente recogido por los medios españoles y europeos.

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La intervención del monarca se produjo en un momento en el que el gobierno de España ha sido de los más críticos en Europa al condenar la campaña militar israelí en Gaza. El Presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha pedido en repetidas ocasiones un alto el fuego inmediato y fue uno de los primeros líderes europeos en abogar por el reconocimiento de un Estado palestino a principios de este año. Las palabras de Felipe VI, aunque cuidadosamente medidas, hicieron eco de ese sentir al mismo tiempo que subrayaban el compromiso de España con el derecho internacional y los derechos humanos. Los observadores señalaron que el Rey evitó prudentemente utilizar el término “genocidio”, una palabra que ha dividido profundamente a la comunidad internacional. Algunos gobiernos, organizaciones humanitarias y figuras públicas han acusado a Israel de cometer genocidio en Gaza, mientras que otros, incluidos Israel y sus aliados, han rechazado firmemente esta caracterización. Al elegir la palabra “masacre”, Felipe VI condenó la magnitud de la violencia sin adentrarse directamente en el campo minado legal y diplomático que representa el debate sobre el genocidio.

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Su llamamiento también reflejó una creciente preocupación dentro de España sobre la catástrofe humanitaria en Gaza. Organizaciones de la sociedad civil, grupos religiosos y decenas de miles de ciudadanos han organizado manifestaciones en todo el país en los últimos meses pidiendo el fin de la guerra. En Madrid y Barcelona, los manifestantes han exigido una acción más enérgica de las instituciones europeas y de la OTAN, mientras las imágenes de la devastación y el creciente número de víctimas mortales en Gaza dominan la cobertura informática.

A nivel internacional, el discurso de Felipe VI fue interpretado como un intento de lograr un equilibrio sutil. Al reconocer el derecho de Israel a defenderse, se alineó con las posiciones occidentales mayoritarias que consideran que el terrorismo no puede ser tolerado. Sin embargo, al calificar la respuesta como una masacre, posicionó a España como una voz moral que presiona por la contención, los corredores humanitarios y el reinicio de los esfuerzos diplomáticos hacia una paz duradera. Las palabras del Rey tienen un peso simbólico más que consecuencias políticas directas, ya que la política exterior sigue siendo prerrogativa del gobierno electo de España. No obstante, su comparecencia ante la ONU subraya hasta qué punto la crisis de Gaza ha calado en la conciencia global, y cómo incluso los monarcas constitucionales se ven compelidos a alzar la voz. Felipe VI cerró su intervención con un llamamiento a la humanidad compartida de todas las partes: “El sufrimiento de los civiles, ya sea en Israel o en Gaza, es intolerable. La paz no puede construirse sobre la destrucción de vidas”. Su llamamiento refleja la posición de España de que una solución justa al conflicto israelí-palestino requiere tanto seguridad para Israel como dignidad y estatuto de Estado para los palestinos.

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