La diabetes tipo 1 es una de las condiciones crónicas más prevalentes en niños en los Estados Unidos, afectando alrededor de cuatro de cada 1,000 jóvenes. Esta enfermedad autoinmune hace que el sistema inmunológico del cuerpo destruya por error las células productoras de insulina del páncreas. Esto lleva a una dependencia de por vida de inyecciones de insulina, monitoreo frecuente de azúcar en la sangre, y un mayor riesgo de complicaciones graves.
Mientras que la genética está involucrada en su desarrollo, la alteración del microbioma intestinal también se ha encontrado que juega un papel. En particular, la exposición temprana a antibióticos en niños ha demostrado alterar la composición y función de las bacterias intestinales durante ventanas de desarrollo vitales. Estos cambios interfieren con la regulación inmunológica e inician la cascada autoinmune que conduce a la diabetes tipo 1.
Un nuevo estudio realizado por investigadores de la Universidad de Utah Health agrega más evidencia para respaldar este vínculo. Encontraron que la exposición a antibióticos durante una ventana específica de 10 días en la vida temprana alteró el microbioma intestinal y evitó el desarrollo normal de las células beta productoras de insulina en el páncreas, revelando cómo el uso temprano de antibióticos reprograma la salud metabólica antes de que aparezcan los síntomas.
Cómo influyen los microbios en el desarrollo pancreático y el riesgo de diabetes
Publicado en la revista Science, el estudio investigó cómo los microbios afectan el desarrollo temprano de las células beta pancreáticas, que son células especializadas en el páncreas que producen insulina. Usando ratones, los investigadores encontraron una ventana específica de 10 días justo antes del destete donde la presencia de microbios beneficiosos era necesaria para estimular el crecimiento de estas células.
– Tanto las bacterias como los hongos promueven las células beta: Durante la ventana de 10 días, los científicos utilizaron antibióticos (para eliminar bacterias) y antifúngicos (para eliminar hongos). En ambos casos, los ratones no desarrollaron una población normal de células beta. Esto significa que la presencia de bacterias y hongos era necesaria durante este corto período para apoyar adecuadamente la capacidad del páncreas para producir insulina más adelante en la vida.
– Microbios específicos funcionaron a cierta edad: Para ver si este momento también se aplicaba a los humanos, los investigadores trasplantaron microbios intestinales de bebés humanos en ratones libres de gérmenes. Solo las muestras de bebés entre 7 y 12 meses de edad desencadenaron el desarrollo de células beta en los ratones. Las muestras de bebés más jóvenes u mayores no tuvieron efecto. Esto sugiere que los bebés humanos también experimentan una breve ventana donde la mezcla adecuada de microbios intestinales apoya el desarrollo pancreático.
– Se identificaron tres microbios clave: De todas las especies probadas, solo tres microbios impulsaron consistentemente el desarrollo de células beta: Escherichia coli (una bacteria intestinal común), Enterococcus gallinarum (una especie bacteriana comúnmente encontrada en los intestinos) y Candida dubliniensis (un tipo de levadura). Cuando se introdujeron durante la ventana de 10 días, estos organismos aumentaron el número de células productoras de insulina en el páncreas.
– C. dubliniensis tuvo el efecto inmune más fuerte: Entre los tres microbios, C. dubliniensis tuvo un impacto significativo. Aumentó el número de macrófagos en el páncreas. Los macrófagos forman parte del sistema inmunológico y actúan como “equipos de limpieza” celulares que también ayudan a reparar tejidos. En este caso, parecían apoyar el crecimiento de células beta.
Cuando se bloquearon los macrófagos, el hongo ya no ayudó a aumentar la masa de células beta, confirmando que el efecto estaba impulsado por la participación inmune.
– El efecto dependía de la estructura de la pared celular del hongo: La estructura de la capa externa de C. dubliniensis, específicamente las moléculas llamadas manano y quitina, jugaron un papel clave en desencadenar la respuesta inmune. Estas moléculas son reconocidas por el sistema inmunológico y actúan como “interruptores biológicos”, alertando a las células inmunológicas para apoyar el crecimiento o la reparación. Sin esta señal estructural, es probable que el hongo no tuviera efecto.
– El hongo redujo drásticamente el riesgo de diabetes en ratones vulnerables: En ratones recién nacidos de sexo masculino genéticamente predispuestos a la diabetes tipo 1, la colonización temprana con C. dubliniensis redujo la probabilidad de desarrollar la enfermedad.
– El potencial de salud de los microbios beneficiosos: La investigadora principal Jennifer Hill, profesora asistente del Instituto BioFrontiers de la Universidad de Colorado, explicó la importancia más amplia de sus hallazgos:
“Históricamente hemos interpretado a los gérmenes como algo que queremos evitar, pero probablemente tenemos muchos más microbios beneficiosos que patógenos. Al aprovechar su poder, podemos hacer mucho para beneficiar la salud humana.”
Cómo influyen el tiempo y el tipo de exposición a antibióticos en el riesgo de diabetes
Ofreciendo más información sobre el vínculo entre el microbioma intestinal y el riesgo de diabetes, un estudio basado en registros grandes publicado en enero de 2025 en The Journal of Pediatrics analizó datos de 2,869 niños finlandeses diagnosticados con diabetes tipo 1 y los comparó con un grupo de referencia de 74,263 niños sin diabetes. Los investigadores examinaron los tipos de antibióticos utilizados y el momento de la exposición, desde antes del embarazo hasta los primeros dos años de vida.
– Macrólidos dados a las madres antes del embarazo aumentaron el riesgo: El estudio encontró que los niños cuyas madres tomaron antibióticos macrólidos, como azitromicina o eritromicina, durante el año anterior al embarazo tenían un 17% más de riesgo de desarrollar diabetes tipo 1.
– Sulfonamidas y trimetoprim aumentaron significativamente el riesgo: Cuando las madres fueron recetadas sulfonamidas y trimetoprim durante el embarazo, a menudo utilizados para tratar infecciones del tracto urinario (ITU), sus hijos tenían un 91% más de riesgo de desarrollar diabetes tipo 1. Esta fue una de las asociaciones más fuertes encontradas en el estudio y apunta al período prenatal como especialmente sensible a la alteración microbiana.
– Trimetoprim puede interferir con el metabolismo del folato: Un mecanismo propuesto para el mayor riesgo durante el embarazo es que el trimetoprim interfiere con el metabolismo del folato, que es esencial para el desarrollo de órganos fetales, especialmente el páncreas. Los investigadores señalaron esto como una explicación biológicamente plausible para el riesgo elevado asociado con la exposición prenatal.
– La exposición dual a macrólidos aumentó aún más el riesgo: Los niños que estuvieron expuestos a macrólidos tanto a través del uso materno (antes o durante el embarazo) como del uso personal durante la infancia tuvieron un 29% más de riesgo de diabetes tipo 1 en comparación con aquellos sin exposición en ninguno de esos períodos. Esto sugiere un efecto acumulativo cuando se introduce la misma clase de medicamento en múltiples etapas del desarrollo del sistema inmunológico.
– Los efectos de los antibióticos fueron diferentes entre niños y niñas: El estudio encontró que los niños que recibieron antibióticos durante su primer año tenían un mayor riesgo de desarrollar diabetes tipo 1, mientras que las niñas no mostraron este aumento de riesgo. Esto indica que la forma en que los antibióticos influyen en el riesgo de diabetes puede variar según el sexo del niño.
– El número total de recetas no impactó en el riesgo: La cantidad total de recetas de antibióticos, ya sea dadas a la madre antes o durante el embarazo o al niño después del nacimiento, no se correlacionó con un aumento o disminución en el riesgo de diabetes. Esto significa que no se trata de cuántas veces se usan los antibióticos, sino de cuáles y cuándo.
– La alteración del microbioma sigue siendo un mecanismo posible: Los autores también discutieron que el uso temprano de antibióticos altera el microbioma intestinal tanto de la madre como del niño. Dado que la diabetes tipo 1 es una enfermedad autoinmune, perturbar el entorno microbiano durante la programación del sistema inmunológico podría contribuir al inicio de la enfermedad.
Cuáles son los otros efectos secundarios de los antibióticos en niños
Si bien los antibióticos a veces son necesarios para tratar infecciones, vienen con una variedad de efectos secundarios potenciales que afectan la salud de su hijo más allá de la diabetes tipo 1. La exposición temprana a antibióticos se ha asociado con varios otros riesgos, incluyendo:
– Condiciones alérgicas y asma: Los estudios muestran consistentemente que los bebés y niños pequeños que reciben antibióticos tienen más probabilidades de desarrollar condiciones alérgicas más adelante en la vida, como eccema, asma y fiebre del heno. El microbioma intestinal alterado parece empujar al sistema inmunológico hacia un estado inflamatorio e hipersensible.
– Infecciones recurrentes e inmunidad debilitada: Al interrumpir el entrenamiento microbiano intestinal, los antibióticos reducen la capacidad de su hijo para construir un sistema inmunológico robusto y adaptable. Irónicamente, esto los hace más propensos a infecciones, justo lo contrario a lo que los antibióticos se supone que tratan.
– Mayor riesgo de obesidad y trastornos metabólicos: Varios estudios han relacionado el uso temprano de antibióticos con tasas más altas de obesidad infantil y problemas metabólicos. Una explicación es que las bacterias intestinales moldean cómo el cuerpo crea energía a partir de los alimentos y regula las hormonas de almacenamiento de grasa. Cuando esas bacterias se alteran, el equilibrio metabólico se desplaza en la dirección incorrecta.
– Cambios de comportamiento y neurológicos: La interrupción del eje intestino-cerebro temprano en la vida también parece afectar el desarrollo neurológico. La investigación ha relacionado la exposición temprana a antibióticos con un mayor riesgo de TDAH y trastornos del comportamiento.
– Mayores tasas de resistencia a los antibióticos en el microbioma del niño: Las cepas resistentes persisten en el intestino durante años, lo que remodela la diversidad microbiana de su hijo y limita la efectividad de futuros tratamientos contra infecciones bacterianas.
Cómo proteger a su hijo de los antibióticos
Si eres padre, futuro padre o simplemente estás planeando el futuro, las decisiones que tomes antes y durante tu embarazo, así como en los primeros días de tu hijo, son importantes ya que moldean directamente el metabolismo, la fuerza inmunológica y el riesgo de condiciones crónicas de por vida de tu hijo.
Si bien los antibióticos a veces son necesarios, la mayoría de las veces se recetan en exceso. Puedes empezar a proteger el microbioma intestinal de tu hijo durante esas ventanas de desarrollo clave desde ahora. Así es como te recomiendo que lo abordes:
1. Evita los antibióticos durante el embarazo a menos que sea absolutamente necesario: Antes de tomar una receta, siempre pausa y pregunta: ¿Es esto absolutamente necesario en este momento? ¿O podría haber un enfoque más seguro y de menor riesgo? Recuerda que el objetivo no es evitar la atención, sino elegir la atención que apoye tanto a ti como a tu bebé.
2. Retrasa el uso de antibióticos en tu bebé a menos que sea urgente: Si te dicen que tu bebé necesita antibióticos, pregunta sobre el momento, la dosis y el diagnóstico. Si es algo menor, como un dolor de oído o fiebre leve, considera primero el monitoreo o los remedios naturales. Preservar el microbioma de tu bebé en los primeros meses es uno de los pasos protectores a largo plazo más poderosos que puedes tomar.
3. Apoya el microbioma de tu hijo desde el primer día: Si puedes amamantar, continúa haciéndolo. La leche materna entrega naturalmente bacterias beneficiosas y prebióticos que ayudan a formar un microbioma saludable. Si estás usando leche de fórmula, busca una diseñada para apoyar el desarrollo intestinal a través de prebióticos adicionales o ingredientes amigables para el microbioma.
También ten en cuenta el entorno de tu bebé. El uso excesivo de desinfectantes, jabones antibacterianos o medicamentos innecesarios interrumpe las exposiciones microbianas que tu bebé necesita para construir resistencia. Un poco de suciedad y contacto natural van a largo camino en entrenar un sistema inmunológico fuerte. Lee “La Suciedad No Hace Daño” para aprender más sobre por qué la suciedad es buena para los niños.
4. Usa probióticos estratégicamente, no genéricamente: Si tu hijo ha tomado antibióticos o nació por cesárea, vale la pena reponer su flora intestinal. Busca cepas respaldadas por investigaciones en el desarrollo inmunológico temprano como Bifidobacterium infantis o Lactobacillus rhamnosus GG.
Para las madres, mejorar la salud intestinal con microbios beneficiosos como Akkermansia muciniphila, que apoya la integridad intestinal y la salud metabólica, también beneficia el microbioma de tu hijo. Siempre programa los probióticos después, no compitiendo con el uso de antibióticos, en caso de que sea necesario.
5. Construye una resistencia metabólica a largo plazo a través de la alimentación: A medida que tu hijo comience a comer sólidos, úsalo como una oportunidad para moldear su microbioma de por vida. Ofrece alimentos vegetales ricos en fibra (como frutas, verduras cocidas y hortalizas) que nutran bacterias beneficiosas.
Incluye alimentos fermentados como yogur (sin azúcar y preferiblemente de leche cruda o de pastoreo) o chucrut en pequeñas cantidades. Evita los alimentos procesados, especialmente aquellos con aceites vegetales, ya que contribuyen a la inflamación y alteran la salud intestinal. Las bacterias intestinales de tu hijo prosperan con alimentos reales, no con snacks envasados o dietas estériles.
