En Es Carnatge, en la bahía de Palma, representantes de vecinos y asociaciones se congregaron el sábado por la mañana para monitorizar los vuelos y su ruido. Se producían despegues o aterrizajes cada dos minutos. El nivel de decibelios alcanzó hasta los 97.
Su acción del sábado tenía el objetivo de llamar la atención sobre la demanda de una reducción del tráfico aéreo y de una prohibición de vuelos entre las 11 de la noche y las 6 de la madrugada. El ruido, señalaron, “afecta a la salud de las personas”. Se estima que alrededor de 19.000 residentes están afectados, y tienen “el derecho a descansar”. Coll d’en Rebassa, Can Pastilla, Sant Jordi y Sa Casa Blanca son las zonas donde el ruido de los vuelos es mayor.
Pere Joan Femenia, portavoz de la Plataforma contra la Ampliación del Aeropuerto, solicitó una prohibición nocturna, como la que existe en partes de Europa. “El nivel de ruido en los dormitorios supera los 70 decibelios.” El colectivo quiere que el Govern balear elabore una legislación para restringir los horarios de vuelos, señalando que no existen estudios sobre los efectos en la salud del ruido aeronáutico en Baleares.
En el aeropuerto de Zúrich, así como en numerosos aeropuertos alemanes —Düsseldorf, Frankfurt, Hamburgo, Múnich y Stuttgart, por ejemplo— existen prohibiciones de 11 de la noche a 6 de la mañana. A pesar de esta prohibición, un estudio de Frankfurt calculó que el ruido de los aviones era responsable de 2.340 ingresos hospitalarios y 340 muertes al año.
El 13 de septiembre es el Día Internacional por la Prohibición de los Vuelos Nocturnos en los Aeropuertos, promovido por la red Stay Grounded. Existe apoyo a la prohibición nocturna en Palma por parte de entidades como los ecologistas de GOB, la Federación de Asociaciones de Vecinos de Palma y Menys Turisme Més Vida.
Además de la salud y el descanso de las personas, el grupo argumenta que los viajeros también se beneficiarían de una prohibición nocturna, siendo una razón la reducción de las opciones de transporte. La Organización Mundial de la Salud recomienda un límite de 45 decibelios durante el día y 40 por la noche, aunque la legislación de la UE establece una media de 55 decibelios.
