Estamos en plena era de los simuladores de tiendas. Tras el éxito de Stardew Valley, este género está lleno de títulos donde el protagonista reinicia su vida y carrera en un paisaje bucólico y rural y realiza un trabajo manual. Conoce a la gente local, se mete en algunas vidas, resuelve problemas de la comunidad… quizás incluso un misterio o dos. Tal vez incluso se casa. En cierto modo, todos son descendientes pixelados de Harvest Moon. Pero Discounty, la nueva oferta de Crinkle Cut Games para el género, aborda el simulador acogedor de tiendas de una manera un poco diferente.
En Discounty, tu tía astuta y cascarrabias te acoge y te pone a trabajar en su sucursal de un supermercado franquiciado. Un enfoque fascinante, ya que el camino menos recorrido en Stardew Valley implica priorizar el crecimiento de un supermercado local en lugar de un centro comunitario. Discounty es un juego sobre negocios e inyectar economía en un pueblo pequeño. Para ser un juego acogedor, tiene elementos que son muy interesantes.
Elementos interesantes… Discounty. Foto: Crinkle Cut Games
El aspecto de construir el supermercado es satisfactorio. Compras stock, lo colocas en la tienda, abres y dejas que los clientes compren sus cosas. La caja registradora al principio opera como un pequeño puzzle matemático básico, aunque esto evoluciona de manera interesante después. La velocidad es primordial: no dejes que los clientes se enfaden, asegurate de que los estantes estén llenos, el suelo limpio, que todo funcione. Es un trabajo muy intenso y pesado… luego la tienda cierra, exhalas, limpias el suelo y te vas a la casita rodante donde vives fuera de la gran y lujosa casa de tu tía. La tía Tellar es una empresaria fascinante, llena de ambición, una figura mentora rara y no muy benevolente. Tiene desacuerdos con la gente local que tú tienes que arreglar. De hecho, ella despide a alguien para que tú puedas entrar y tomar su trabajo. Este cambio de tono es muy refrescante: el juego no es limpio y dulce. Se trata de operar un supermercado, no de huir a una granja mágica.
Los gráficos también son un poco engañosos: aunque al principio el arte pixelado te haga pensar que el juego es muy puro y dulce, el pueblo al que te mudas es descuidado. Hay una zona portuaria sombría. Muchos escaparates están cerrados, los carteles se pudren en las paredes. Estos detalles son fantásticos, a veces recuerdan a Eastward. La música también merece una mención: ambiental y agradable. Los detalles de este trabajo no se pasan por alto para crear una vibe relajante y cursi.
Tratar con la gente local implica resolver algunos problemas locales, pero también negociar acuerdos con proveedores. A veces esto requiere un poco de maña de tu parte, debido a la naturaleza difícil de tu tía. Es mucha responsabilidad y requiere mucha concentración. Ocasionalmente, los controles son un poco complicados: la opción táctil en Steam Deck me pareció un poco imprecisa. Las primeras etapas del juego, donde configuras tu stock y no tienes muchas opciones, son un poco estresantes, especialmente si te cuesta hacer cálculos básicos en una calculadora. Sin embargo, la dificultad no es muy alta: me impresiona cómo el desafío se suaviza, mientras que la intensidad de cada día de trabajo aumenta.
Discounty es una adición valiosa a la hermandad de juegos acogedores de vida cotidiana con trabajos soñados. Va un poco en contra de la corriente, pero aún así logra mantener tu enfoque. Aunque no hay mucho romance en huir de tu vida para trabajar en un supermercado, ciertamente hay mucho trabajo limpio por hacer, que todavía logra sentirse como un juego.
Discounty ya está disponible en PC, PS5, Switch y Xbox, 14 libras.