Los centros educativos de toda España enfrentan renovadas demandas para la implementación de medidas más contundentes contra el acoso escolar, en un contexto de movilizaciones estudiantiles a nivel nacional, que han reunido a cientos de personas en Almería.
Una ola de solidaridad estudiantil
Miles de estudiantes en toda España abandonaron las aulas esta semana para exigir medidas urgentes contra el *bulling* en los colegios, tras el suicidio de un adolescente de 13 años en Sevilla, hecho que ha suscitado una oleada de duelo público y reflexión.
Se registraron manifestaciones en ciudades como Madrid, Barcelona, Valencia, Málaga y Bilbao, y el Sindicato de Estudiantes calcula que hubo una participación de más de 200.000 alumnos en todo el país.
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En Almería, cientos de estudiantes de secundaria y universitarios se congregaron la mañana del martes 28 de octubre, marchando por el centro de la ciudad con pancartas handmade que proclamaban: “No hagamos a la víctima invisible” y: “Siempre justifican sus ojos sordos”.
La concentración comenzó cerca del instituto Celia Viñas y prosiguió hacia Puerta Purchena, recibiendo aplausos y adhesiones de viandantes al tiempo que coreaban “No al bullying”. Algunas personas decidieron unirse desde sus balcones golpeando cacerolas con cucharas de madera, mientras otras seguían la marcha con aprobación desde las terrazas donde tomaban su café matutino.
“El acoso proviene de muchos frentes”
Entre los asistentes se encontraba Javi, de 17 años, quien explicó su motivo para sumarse a la protesta.
“El acoso realmente proviene de muchos frentes,” afirmó. “Puede ser agresión verbal o directa en línea. Al final, el acoso es todo aquello que hace que alguien se sienta mal o incapable de vivir con normalidad — no tiene que conducir al suicidio para que sea grave”.
Él y sus compañeros señalaron que la huelga no solo era para honrar lo sucedido en Sevilla, sino para visibilizar lo que perciben como una falla de larga data en abordar el hostigamiento cotidiano en las escuelas.
Varias pancartas criticaban lo que los estudiantes describieron como el “silencio” del profesorado y las instituciones, reclamando más psicólogos y formación para el personal educativo que permita identificar los casos de forma temprana.
Estudiantes en la protesta contra el acoso en Almería. Crédito: Harry Dennis
Voces que piden ser escuchadas
Otra estudiante, Ariadna, compartió lo difícil que puede resultar para los jóvenes pedir ayuda.
“A veces hablas y simplemente te ignoran,” comentó. “Te dicen: ‘No te preocupes, ya se cansarán,’ o, ‘Si les ignores, se aburrirán.’ Pero al final, a uno igual le duele”.
Sus palabras reflejaban un sentir generalizado en las manifestaciones: que el acoso a menudo prolifera en el silencio y la incomprensión, especialmente cuando los adultos lo minimizan.
Los estudiantes en Almería portaban códigos QR que enlazaban a líneas de ayuda y recursos de salud mental, animando a sus iguales a buscar apoyo si son testigos o víctimas de maltrato.
Reavivado un debate nacional
El Ministerio de Educación de España ha expresado sus condolencias a la familia y ha comunicado que está revisando sus protocolos actuales contra el acoso, los cuales exigen que todos los centros cuenten con un plan de prevención y un orientador dedicado.
Los sindicatos de enseñanza, por su parte, reclaman una reducción de la ratio de alumnos por aula y más personal de apoyo psicológico, argumentando que los docentes a menudo carecen del tiempo y los recursos necesarios para responder con eficacia.
A raíz de las protestas, varias consejerías de educación autonómicas han anunciado la celebración de nuevas sesiones de escucha con estudiantes y padres.
Un mensaje de esperanza en Almería
A pesar del triste motivo que impulsó las concentraciones, el tono en Almería se mantuvo esperanzador.
“Se trata de aprender a cuidarnos los unos a los otros,” declaró uno de los organizadores. “Si tan solo una persona decide alzar la voz o prestar atención gracias a lo de hoy, eso ya es una victoria.”
Mientras las consignas se apagaban, varios grupos se quedaron para recoger la basura de la calle – un pequeño gesto en consonancia con el mensaje de que el cambio comienza con la responsabilidad colectiva.
