Querida Annie: Espero que puedas ayudarme a entender una situación que parece tan pequeña en la superficie, pero tan grande en mi corazón.
Hace unos meses, mi mejor amiga, “Melissa”, y yo caímos en una de esas distancias silenciosas y accidentales. No pasó nada dramático. Ninguna pelea. Ninguna traición. Solo la vida. Ella se ocupó con los horarios deportivos de sus hijos, y yo me vi absorbida por el trabajo y el cuidado de mi madre mayor. Las semanas se convirtieron en meses, y de repente eramos dos personas que solían hablar todos los días pero que ahora solo se intercambian un mensaje ocasional de “pienso en ti” que no lleva a nada.
Intenté contactarla, algunas llamadas, un par de invitaciones a caminar o tomar un café, y ella siempre respondía con calidez, pero con ese tono suave de “estoy hasta arriba ahora mismo”. Yo le creía, pero cada vez que colgaba, me sentía un poco tonta, como si yo fuera la única que intentaba mantener vivo algo en lo que ella ya no pensaba mucho.
Lo extraño es que no estoy enojada. Entiendo que la vida lleva a las personas en diferentes direcciones. Pero estoy triste. Y avergonzada. Y confundida sobre cómo evolucionan las amistades en la mediana edad. Todo el mundo habla del desamor romántico, pero nadie te avisa cuánto duele cuando una amistad pierde su ritmo en silencio.
No sé si seguir intentándolo o retirarme con elegancia y aceptar que quizá esta es una temporada de distancia. ¿Cómo saber cuando una amistad solo está pasando por una fase ocupada y cuando se está desvaneciendo lentamente para siempre? ¿Y cómo dejar de tomarlo tan personal cuando alguien que quieres parece estar alejándose hacia otra orilla? — Extraño a Mi Amiga
Querida Extraño: La gente no suele hablar de lo mucho que puede doler cuando una amistad se queda en silencio. Esperamos este tipo de dolor en las historias de amor, no en las amistades que nos acompañaron con los bebés, los cambios de trabajo, los desamores y las llamadas a altas horas de la noche.
Por lo que describes, no veo una amistad que se deshace. Escucho a dos mujeres haciendo lo mejor que pueden en una temporada que las tiene a ambas al límite. Melissa suena agobiada, no desinteresada. Si realmente hubiera terminado la amistad, sentirías un tipo de silencio muy diferente — uno que es frío, cortante o despectivo. Eso no es lo que está pasando aquí.
Aún así, eres tú quien hace todo el esfuerzo por contactar, y ese desequilibrio duele. Hay una forma simple y amable de reajustar las cosas. Dile la verdad sin envolverla en preocupación. Di algo como: “Echo de menos nuestras charlas fáciles, y cuando la vida se calme un poco, me encantaría recuperar nuestro ritmo”. Es cálido, es honesto y ofrece conexión sin exigirla.
Después de eso, suelta un poco el control. Deja espacio para que ella se acerque a ti. La mayoría de las amistades largas se doblan antes de romperse, y la tuya suena como una que volverá a su forma cuando pase la tormenta.
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