Este pueblo en la cima de una colina es uno de los países más pequeños y peculiares de Europa.

Desde las playas infinitas de Rimini hasta el corredor culinario de Bolonia, Módena y Parma, los visitantes de la región de Emilia-Romaña en el noreste de Italia tienen mucho que explorar. También pueden encontrarse, sin darse cuenta, en otro país completamente diferente.

Escondido en el campo montañoso, a pocos kilómetros de la costa del Adriático, está uno de los países más pequeños del mundo: la antigua república de San Marino, con siglos de historia.

No hay fronteras ni controles que marquen los límites de este pequeño estado, solo una señal en la carretera que da la bienvenida a la “Tierra Antigua de la Libertad.”

Quienes llegan pueden pensar que es solo otro pueblo pintoresco italiano en la cima de una colina. Pero, a pesar de su pequeño tamaño y de que los locales hablan y comen como italianos, es un país totalmente independiente, con una larga historia de lucha por su libertad.

Fundado en el siglo IV, San Marino es en realidad la república más antigua del mundo. Tiene solo 61.2 kilómetros cuadrados. Aunque es más grande que Mónaco o el Vaticano, es el país democrático más pequeño de Europa.

Tiene sus propios jefes de estado —dos al mismo tiempo, algo raro—, su propia selección de fútbol que sorprende por su éxito, su bandera y una población de 34,000 “sanmarinenses” que se enorgullecen de su identidad y tradiciones.

Es un lugar peculiar, lleno de contradicciones, que atrae a turistas curiosos pero a pocos italianos. La mayoría de ellos no lo ha visitado ni sabe cómo surgió.

Independiente y libre

“Lo especial de San Marino es su unicidad,” dice Antonia Ponti, guía turística oficial. “Esta república ha sido independiente y libre por siglos. Aunque su dialecto y comida son típicos de la Romaña italiana, nunca llames a los locales ‘italianos’ porque se ofenderían.

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Tienen su propia bandera, escudo y pasaporte; usan el euro pero no son parte de la Unión Europea.”

Ponti admite que San Marino puede que no sea el lugar más hermoso del mundo, pero los turistas vienen para descubrir qué hace especial a este pequeño país dentro de otro país.

“San Marino parece otro pueblo amurallado italiano como los de Toscana o Umbría, pero tiene una vibra histórica única y vistas increíbles por su posición geográfica,” explica.

Al igual que Liechtenstein o Mónaco, atrae a quienes les fascinan los microestados. Una vez allí, quedan encantados con su arquitectura medieval, añade Ponti.

“Muchos turistas que visitan Emilia-Romaña, sobre todo por su gastronomia, deciden venir a San Marino. Al final, no esperaban encontrar un lugar tan encantador, lleno de monumentos antiguos y tiendas artesanales.”

Un laberinto medieval

Los principales atractivos están en el casco antiguo, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Desde el Monte Titano se ven vistas panorámicas hasta la costa adriática y, en días claros, hasta Croacia.

Es como caminar por un museo al aire libre.

Las murallas medievales encierran callejuelas empedradas sin coches. Hay tres torres unidas por un sendero en la cima de la montaña. Antes eran puestos militares; hoy son visitables y tienen mazmorras, un museo de armas y el famoso “Camino de las Brujas”.

Según la leyenda, San Marino fue fundado en el año 301 por San Marino, un cantero cristiano que huyó de las persecuciones del emperador Diocleciano. Sus reliquias se guardan en la basílica, junto a la “cama de piedra” donde dormía, a la que se le atribuyen poderes curativos.

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“Durante siglos, el corte de piedra del Monte Titano fue la principal actividad. Las familias eran pobres,” cuenta Ponti. “Después de la Segunda Guerra, surgieron otras industrias como la cerámica y el papel.”

Los sanmarinenses tienen un fuerte sentido de comunidad y orgullo por su identidad como “gente libre.” Aún conservan rituales antiguos, como el cambio de guardia en el Palacio Público, con uniformes de colores y sombreros de pompón.

Tradiciones milenarias

San Marino tiene instituciones peculiares. Por ejemplo, dos jefes de estado (los Capitanes Regentes), elegidos cada seis meses desde 1243. Las ceremonias de investidura son el 1 de abril y 1 de octubre, con un protocolo que no ha cambiado en siglos.

El país está dividido en nueve distritos llamados “castelli”, cada uno con su capitán elegido democráticamente. Según Ponti, este sistema evita que un líder acumule demasiado poder.

Otra atracción es el Museo de Sellos y Monedas, con piezas históricas de los siglos XIX y XX. Además, San Marino ofrece rutas de senderismo, escalada y hasta tiro con arco.

Su gastronomía es similar a la de Romaña y Marcas, con pasta casera y piadinas. También son famosos sus licores, como el amaretto y el pistacchione. Un postre tradicional es la Torta Tre Monti, llamada así por las tres torres del país.

Para los turistas que se exceden en la comida, por suerte el regreso a Italia es cuesta abajo.