A veces decimos “no sabía si reír o llorar”. Lo que queremos decir es que lo ocurrido pudo tener consecuencias graves, pero era ridículo a simple vista.
La invasión de la Isla de Perejíl fue uno de esos sucesos.
La Isla de Perejíl es un peñón frente a la costa de Marruecos. Su nombre en bereber, “Tura”, lo dice todo sobre el lugar. Significa “vacío”.
Está a solo 220 yardas de la costa marroquí y es completamente inhabitable.
¿Entonces por qué es el centro de una tragicomedia? Pues, por su ubicación.
La isla se encuentra en el Estrecho de Gibraltar, justo donde el Atlántico se junta con el Mediterráneo. Si te paras en ese pedrusco estéril, puedes ver claramente tanto Marruecos como España.
Y Gibraltar no está muy lejos.
Es uno de los “puntos de estrangulamiento” más clásicos del mundo.
El 11 de julio de 2002, unidades militares marroquíes “ocuparon” la isla.
Para entender por qué, hay que hablar de Ceuta y Melilla.
A veces sorprende a los británicos descubrir que existen “Gibraltares españoles”. Dos ciudades en territorio marroquí, Ceuta y Melilla, son enclaves españoles.
Si vas allí, verás policía española, carteles en español, pero estás en suelo africano.
En el “Día del Trono” de Marruecos a principios de julio, los ánimos se calientan, y algunos marroquíes—en un arranque patriótico—quieren hacer algo contra esos “pedazos de España” en su territorio.
Pero Marruecos sabe que debe actuar con cuidado.
Como “asociado” de la UE, este reino africano se beneficia económicamente de su amistad con Europa. Tiene amplios derechos de pesca y una próspera industria turística (aunque nominalmente musulmán, es muy relajado con cosas como el alcohol).
Atacar Ceuta por la fuerza desencadenaría una crisis internacional y amenazaría su prosperidad. ¿Pero quizá se podría hacer un gesto tomando ese peñasco donde solo crece perejil?
Marineros marroquíes (luego soldados) desembarcaron en la isla. Tuvieron que llevar comida, agua y tiendas, porque no hay nada allí.
Así que el balón quedó en el tejado de Madrid.
Una docena de tipos en una isla frente a su costa no suponían ninguna amenaza para España. Se les podía ignorar sin problemas.
¿O no?
¿Puede un país moderno tolerar una violación de su soberania? Si permites una invasión, ¿no estás invitando a ataques peores?
Fue el 18 de julio de 2002 cuando España lanzó la Operación Romeo Sierra—la reconquista de la Isla de Perejíl. Mientras cuatro helicópteros desplegaban fuerzas especiales, un barco de guerra español vigilaba su contraparte marroquí.
Hubo una resistencia simbólica, pero nada serio.
Las tropas españolas tenían órdenes estrictas: “cero bajas, y no usen armas a menos que los ataquen”. Afortunadamente, todo salió según lo planeado. Los marroquíes se rindieron pacíficamente.
Ambos paises siguen reclamando la isla como “suy