¿Está bien leer Infinite Jest en público? Por qué internet odia la "lectura performativa" | Vida y estilo

Texto en español nivel B2 con algunos errores comunes (máx. 2):

No considero ninguna actividad más lujoso que sentarse solo en un bar con un buen libro. El crujido de un libro en una mano, el peso de una copa de vino en la otra, la sensación de estar solo entre gente… todo hace una noche encantadora. O al menos eso creía, hasta que dos veinteañeros se me acercaron. “¿Estás leyendo sola?”, preguntó uno. “Yo nunco podría”, dijo el otro, y luego soltó el típico comentario malicioso: “Ojalá tuviera tu seguridad”.

Leer en público ya no es “cool”. O al menos, la “lectura performativa”, como la llaman en redes, es digna de burla.

Hace poco, durante el auge del humor *millennial*, celebrábamos @HotDudesReading, una cuenta de Instagram que mostraba hombres atractivos leyendo en trenes. Ahora, si alguien (incluso esos tipos) disfruta de un libro en público, terminará en un meme burlón. Como decía el *caption* de uno: “Poser en el metro leyendo su copia performativa de Frankenstein”.

Ni siquiera podemos tener un hobby inocente sin que lo vean como “curaduría estética”. La “lectura performativa” no solo implica fingir leer, sino querer que todos sepan que lees. Y no vale cualquier libro: debe ser “Literatura” con mayúscula—Faulkner, Nabokov, Franzen. Cuanto más pesado, mejor.

Claro, hay que estar muy mal para molestarse por lo que lee un desconocido. Esto refleja nuestra obsesión con la imagen. Hasta Hailey Bieber se burló de eso en un TikTok de Vogue, sacando libros de Nietzsche y Kant como “sátira”. Otro punto para los que usan libros como accesorio.

LEAR  Productores de Harry Potter y Spider-Man alineados por Amazon para supervisar la franquicia de Bond | James Bond

Hace diez años, la frase de John Waters—”si vas a casa de alguien y no tiene libros, no te lo folles”—era popular. Ahora, ¿quien lee *Infinite Jest* en el almuerzo es un perdedor? Decidí comprobarlo yo misma.

Compré una copia barata en Brooklyn, esperando la humillación del cajero *Gen Z*. Pero solo me preguntó si quería bolsa. En el tren, sostuve el libro como trofeo, pero nadie miró. En el parque, solo un hombre *Gen X* me preguntó cómo iba. Me aconsejó cortar el libro en tres partes para hacerlo más llevadero.

Al final, disfruté leyendo. El placer de perderse en una historia es simple, pero requiere olvidar el qué dirán. Y por suerte, no terminé en un TikTok.

Si no podemos leer clásicos en público, ¿dónde? Para muchos, el transporte es el único momento para concentrarse. Así que la próxima vez que veas a alguien leyendo en un bar o parque, déjalo en paz. No es para presumir, solo es disfrutar.

Vivimos una crisis literaria: profesores dicen que los jóvenes ya no leen libros enteros, que los padres *Gen Z* no leen a sus hijos, que los smartphones arruinaron nuestra concentración. No seas tonto: lee en todas partes y seguido.

Y quizá haya cierto *steeze* en lucir un libro “importante”. Cuando conté en Instagram que leía *Infinite Jest* en público, una amiga me dijo que vio a un tipo leyéndolo en un *jacuzzi* nudista. “Tenía el pene más grande que he visto—no era actuación, era promoción”, escribió.