Hasta la fecha, Ryding ha logrado siete podios en la Copa del Mundo, coronados por su histórico oro en el Slalom de Kitzbühel.
Tras esa carrera, Ryding afirmó que “nunca dejó de creer, nunca dejó de intentarlo”, encapsulando su “Roca de la finalidad” y la determinación de alcanzar la cima del deporte, pese a las probabilidades en su contra.
A diferencia de la mayoría de sus compañeros, Ryding no se crio en la nieve.
Su primera experiencia con el esquí fue a los seis años en una pista de plástico seco en Pendle, Lancashire, y apenas esquiaba en nieve hasta los 13. Continuó compitiendo en seco hasta los veinte años.
Tuvo un avance tardío en el circuito élite, sumando sus primeros puntos de la Copa del Mundo pocas semanas antes de cumplir 26, y no volvió a sumar hasta dos años después.
Fue en Kitzbühel, Austria, donde subió a un podio mundialista por primera vez con una plata en 2017, mientras que su medalla más reciente, un bronce, llegó en Madonna di Campiglio, Italia, en diciembre de 2023.
Su mejor resultado olímpico es el noveno puesto en Pyeongchang 2018, pero Ryding siente que ha “dejado algo pendiente” en los Juegos, donde será acompañado por su hija Nina, de casi tres años.
“Creo que el noveno puesto no refleja mi verdadero nivel”, declaró.
En la próxima temporada, Ryding entrenará con sus compatriotas británicos Billy Major (28 años) y Laurie Taylor (29). Tienen grandes zapatos que llenar, pero siguen un camino que ha elevado el esquí británico a otro nivel.
“Escuchar a los jóvenes hablar con naturalidad de podios mundiales casi me hace reír, porque esto era impensable”, admitió Ryding.
“No voy a cada carrera pensando en podios, pero la nueva generación sí lo hace.
“El legado que he dejado a la próxima generación lo veo claramente, y estoy genuinamente emocionado por ver qué logran en los próximos 20 años”.