España planea refugios climáticos para ayudar a la población a afrontar las olas de calor extremas
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Es una conversación que resurge cada verano en España. El calor se vuelve insoportable, las noches son insomnes y la gente se plantea la misma cuestión: ¿cómo puede considerarse esto normal?
Esta semana, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, reconoció abiertamente lo que muchos ya perciben: que los veranos en España ya no son simplemente calurosos, sino implacables. Durante una conferencia climática en Madrid, Sánchez anunció el plan de crear una red nacional de “refugios climáticos”, destinada a ofrecer un lugar al que acudir cuando las temperaturas alcancen cotas excesivas.
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Cuando las olas de calor dejan de sentirse temporales
España es uno de los países europeos más expuestos al cambio climático, y los indicios son cada vez más ineludibles. Los veranos se prolongan, las olas de calor se extienden y los otoños traen lluvias súbitas y, en ocasiones, destructivas.
Sánchez fue contundente: “Algunos veranos ya no hablamos de olas de calor”, afirmó. “Se percibe como una única onda que no cesa”.
Una reflexión que a muchos les resultará familiar. Lo que antes eran unos días puntuales de extremo calor ahora se siente como semanas de intensidad agobiante, especialmente en las ciudades, donde el hormigón y el asfalto acumulan calor mucho después del ocaso. Para personas mayores, niños y quienes padecen problemas de salud, el impacto puede ser grave.
El presidente describió esta situación como una ‘nueva normalidad’, marcada no solo por el calor, sino también por sequías devastadoras que se vuelven más frecuentes e intensas. Todo ello, subrayó, está vinculado al aumento de las emisiones de gases de efecto invernadero causado por la actividad humana.
Qué entiende España por ‘refugios climáticos’
¿En qué consisten, pues, estos refugios climáticos? Según Sánchez, el plan pasa por habilitar edificios públicos para la población durante los períodos de calor extremo. Esto podría incluir bibliotecas, centros culturales y otros espacios de titularidad pública que puedan ofrecer sombra y temperaturas más frescas cuando los hogares se vuelvan irrespirables.
El Gobierno pretende tener la red operativa antes del próximo verano, haciendo hincapié en los barrios más vulnerables, donde el calor suele golpear con mayor fuerza y el acceso a sistemas de refrigeración es a menudo limitado.
Sánchez también avanzó que se destinarán fondos para ayudar a crear estos refugios, aunque aún no se han anunciado cifras concretas. El enfoque, dijo, se centrará en las zonas donde el calor es más intenso y donde la ciudadanía cuenta con menos recursos para afrontarlo.
Es relevante señalar que no se parte de cero. Comunidades como Cataluña y el País Vasco ya cuentan con sus propios programas de refugio climático. El gobierno central pretende ahora coordinar con esas administraciones autonómicas para transformar iniciativas locales dispersas en un sistema coordinado a nivel nacional.
Adaptándose a veranos que ya no son lo que eran
El anuncio refleja un cambio de tono en el liderazgo español. Durante años, el foco se centró principalmente en reducir emisiones y frenar el cambio climático. Ahora, crece la aceptación de que la adaptación es inexcusable.
El calor extremo ya no es un riesgo abstracto del futuro. Es una realidad en torno a la cual la gente organiza su día: modificando horarios laborales, evitando salir y luchando por enfriar sus viviendas durante la noche.
Al proponer una red nacional de refugios climáticos, el Gobierno señala que el calor debe tratarse como cualquier otro riesgo ambiental grave, y no como algo que se espera que la población simplemente soporte.
Se espera que los detalles sobre el funcionamiento de los refugios se concreten en los próximos meses. Pero el mensaje subyacente al anuncio ya es diáfano: los veranos españoles han cambiado, y fingir lo contrario ya no es una opción viable.
Para muchos, estos refugios podrían convertirse pronto en un elemento discreto pero necesario de la vida cotidiana; un recordatorio de que la crisis climática no está por llegar. Ya está aquí.
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