Escocia se desenvolvió con solvencia, aunque sin llegar a maltratar a la segunda selección del mundo, a quien sin embargo sí logró de complique en varias ocasiones.
Forzaron tres ensayos de excelente factura por parte de Rhona Lloyd, Evie Gallagher y la prolífica Francesca McGhie.
El inconveniente radicó en la implacabilidad canadiense al castigar cualquier error; cada vez que las escocesas parecían recuperar la iniciativa en el partido, eran inmediatamente contrarrestadas cuando las canadienses anotaban en momentos clave para sofocar cualquier atisbo de remontada.
Orgullo y frustración fueron las emociones contrapuetas que embargaron al conjunto escocés tras el encuentro.
Orgullo por haber ido a medirse con uno de los pesos pesados del rugby internacional.
Frustración por no haber capitalizado algunos instantes decisivos a su favor, como el ensayo anulado a Helen Nelson, que de haber sido válido habría acercado a Escocia en el marcador.
—Considero que hubo oportunidades que no supimos aprovechar hoy —declaró la capitana Rachel Malcolm a BBC Scotland—.
—En esos breves lapsus en los que flaqueamos, especialmente esos diez minutos previos al medio tiempo o incluso tras la anulación de aquel ensayo, se definió el encuentro.
—De haberse concedido ese try, me gusta pensar que el ímpetu que podríamos haber generado tal vez hubiese alterado el curso del partido. Debemos mejorar gestionando esos giros en la dinámica del juego.
—En cuanto a entrega, dudo que nadie pensara que éramos capaces de semejante nivel.