La firma de un acuerdo de paz entre los gobiernos de la República Democrática del Congo y Ruanda en Washington ha generado reacciones mixtas. El ex presidente congoleño, Joseph Kabila, lo describió como "nada más que un acuerdo comercial".
El acuerdo firmado el viernes exigía el "desarme, desmovilización y integración condicional" de los grupos armados en el este del Congo, pero no dió muchos más detalles.
Mientras algunos, como Kabila, han sido críticos, otros ven el acuerdo como un punto de inflexión en un conflicto devastador que lleva décadas.
Ruanda ha negado las acusaciones de apoyar al grupo armado M23, que lucha en el este del Congo.
El conflicto escaló este año cuando los rebeldes tomaron el control de gran parte del este, incluyendo Goma, Bukavu y dos aeropuertos. Miles han muerto y cientos de miles han sido desplazados.
Tras perder territorio, el gobierno congoleño pidió ayuda a EE.UU., ofreciendo acceso a minerales estratégicos a cambio de garantías de seguridad. La región es rica en coltán y otros recursos clave para la industria electrónica.
En un post en X, Kabila cuestionó la elección de los participantes del acuerdo, pues el Congo no está en guerra con los países en la foto. No se sabe si era una crítica velada a la ausencia del M23.
"Debemos dejar de distorsionar los hechos. Los congoleños merecen la verdad, no un espectáculo diplomático", dijo Kabila.
En Goma, controlada por rebeldes, la gente preguntó: "¿Cómo firman paz sin involucrar al M23?". Un mototaxista dijo: "La gente está cansada, solo quiere paz".
Sam Zarifi, de Physicians for Human Rights, dijo que el acuerdo tiene "grandes omisiones" y no aborda los derechos humanos.
Stephanie Marungu, de una ONG en Goma, fue más optimista: "Es un paso importante para la estabilidad y facilitará la ayuda humanitaria", aunque reconoció desafíos en su implementación.
Un residente dijo: "Si el acuerdo trae paz, no hay problema". Pero hay temor de que solo beneficie a unos pocos con los minerales, perjudicando a la población.
