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En Alaquàs, una ciudad a las afueras de Valencia, los conductores llenaron sus tanques de combustible de buena fe, solo para encontrarse con que sus autos se detenían en cuestión de minutos. Al principio, parecía un mal comienzo, pero a medida que más y más vehículos se detenían y se negaban a arrancar, quedó claro que algo estaba mal con el combustible.
Para finales de abril, más de 100 conductores habían reportado daños extensos después de repostar en esta única gasolinera. ¿El culpable común? Combustible contaminado con agua. Sí, y eso afecta las funciones mecánicas de un automóvil. La verdadera historia va aún más profundo: confianza, regulación y la línea invisible entre el riesgo y la asequibilidad.
Una avería tanto literal como sistémica
Esto afectó a una única gasolinera, parte de Ballenoil, un proveedor de combustible de bajo costo con docenas de ubicaciones en España. Para los conductores en la actualidad que enfrentan la inflación y el aumento de los precios del combustible, estaciones como estas son refugios seguros y un alivio bienvenido. Pero el incidente de Alaquàs ha roto esa confianza. El agua en el combustible no es un accidente que ocurre al azar; ya sea debido a un almacenamiento deficiente, sellos de tanques defectuosos o controles laxos, el resultado es el mismo.
¿Cuál es el resultado? Motores averiados, reparaciones costosas y clientes enojados. Un par de propietarios de automóviles ahora enfrentan facturas de más de €600 por reparaciones que nunca esperaban. Pero esto no se trata del dinero, como dijo un residente a 20 minutos: “Entras, pagas, confías”. Luego te quedas con un automóvil muerto y sin respuesta, lo que debería informarte que una violación de la confianza es difícil de reparar.
¿Cómo sucedió esto?
Por ciencia, la respuesta es bastante simple: el agua es más pesada que la gasolina y se asienta en el fondo de los tanques de almacenamiento. Cuando se bombea el combustible, especialmente durante la alta demanda, puede absorber ese agua. Cuando el agua entra en un motor de combustión, no solo se detiene, sino que lo destruye en la mayoría de los casos. La pregunta más importante es ¿por qué la estación dispensó combustible contaminado? La mayoría de los proveedores de renombre tienen sistemas para detectar los niveles de agua dentro de sus tanques.
Si funcionan correctamente, las bombas deberían apagarse automáticamente; si no lo hacen, te enfrentarás a un desastre como este. Ballenoil declaró que cubrirá los costos de las reparaciones de los clientes afectados. Sin embargo, muchos conductores sienten que esto no es suficiente, y actualmente se está presentando una gran queja colectiva para informar a la Policía Nacional de España para investigar si esto fue negligencia o si falló el sistema de monitoreo de la estación.
El precio de lo barato
El combustible de bajo costo es popular en España, especialmente a raíz de los aumentos en los precios de la energía, la inflación y las consecuencias económicas de la COVID-19, y la mayoría de las veces, los proveedores funcionan bien. Este incidente destaca una verdadera y dolorosa verdad: cuando los sistemas se simplifican para ofrecer precios bajos, es inevitable que ocurra un error.
Esto puede indicar menos personal, una estructura de tanque más barata y menos pruebas. Sea cual sea la razón, el resultado será el mismo: se recortaron esquinas. El consumidor termina pagando, y a veces será un motor, otras veces, su sustento. Esto no significa que el combustible barato sea arriesgado, pero los sistemas baratos requieren controles sólidos.
¿Qué necesita cambiar?
Este escándalo pasará, pero es posible que la estación en cuestión enfrente multas. Y los conductores recibirán reembolsos. La próxima vez que alguien se acerque a una bomba, ¿se sentirá seguro o cauteloso de que también podría pasarle a él? Para reconstruir la confianza, los proveedores de combustible tienen que hacer más que declaraciones públicas de disculpas; necesitan:
- Aumentar la frecuencia y transparencia de las revisiones de calidad del combustible para garantizar la estabilidad.
- Hacer obligatorios los sistemas de detección de agua y requerir que sean auditados de forma independiente.
- Los consumidores deben entender sus protecciones y cómo reclamarlas si surge algo como esto.
En España, al igual que en la mayor parte de Europa, damos por sentado que cuando compramos combustible, suele ser seguro. Que esto está monitoreado, regulado y es confiable. Cuando esa promesa se rompe, puede afectar más que solo a los motores, destrozando la confianza necesaria en los sistemas cotidianos. Lo que sucedió en Alaquàs no es un incidente local aislado.
Es una llamada de atención y nos recuerda que los precios fluctúan y los sistemas se extienden, pero la supervisión no es una opción; es lo único que mantiene funcionando la máquina.
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