Basillioh Rukanga
BBC News, Nairobi
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William Ruto enfrenta un creciente descontento público desde que se convirtió en presidente.
Kenya eligió a William Ruto con entusiasmo, esperando que cumpliera sus promesas de mejorar sus vidas. Sin embargo, ahora enfrenta críticas implacables, consideradas las más fuertes en la historia del país.
Frustrado por la intensidad del rechazo, este miércoles preguntó: "¿Por qué esta ira no se dirigió contra expresidentes como Moi, Kibaki o Kenyatta? ¿Por qué tanto desprecio y arrogancia?"
Analistas describen el enojo contra Ruto como "sin precedentes", uniendo a kenianos más allá de etnias, religiones o clases.
Las protestas comenzaron apenas un año después de asumir. Hoy, muchos exigen su salida con consignas como "Ruto debe irse" o "Ruto Wantam" (un solo mandato).
Durante su campaña, Ruto se presentó como un hombre del pueblo, que pasó de vender pollos a ser presidente. Pero ahora un periódico preguntó si era "el presidente más odiado de Kenya", un sentimiento que se repite en redes sociales.
Es un giro inesperado en la política keniana, tradicionalmente dividida por etnias. Aunque Ruto logró superar esas barreras, ahora parecen volverse contra él.
Esta semana, hashtags como "Todos somos kikuyus" se viralizaron, rechazando divisiones étnicas. Surgió otro lema: "Todos somos kenianos", pero no tuvo el mismo impacto.
Los kikuyus, el grupo étnico más grande, apoyaron a Ruto en 2022. Pero la destitución de su vicepresidente, Gachagua, generó descontento en la región. Algunos aliados de Ruto acusan a élites kikuyus de alimentar la oposición.
El analista Mark Bichachi asegura que el rechazo no es étnico, sino nacional, superando incluso las tensiones de los años 80 y 90 bajo el régimen de Moi.
La académica Njoki Wamai afirma que la crítica es normal en momentos de crisis, pero destaca una diferencia: "Ahora la información se difunde más rápido", gracias a los jóvenes digitales.
Ella también describe a Ruto como "muy conservador", lo que choca con los valores liberales de muchos kenianos, especialmente jóvenes.
Las protestas actuales son lideradas por jóvenes, descentralizadas y sin figuras visibles. Surgen por el alto costo de vida, impuestos, corrupción y brutalidad policial.
Ruto pidió frenar "divisiones étnicas y odio", prometiendo usar "todos los medios necesarios" para mantener la paz. Sus declaraciones, como ordenar "disparar a las piernas de manifestantes", generaron más indignación.
Desde el año pasado, el gobierno ha respondido con represión: arrestos masivos y supuestos secuestros. Grupos de derechos denuncian que esto sólo aumenta el enojo público.
Más de 100 personas han muerto en protestas desde junio del año pasado.
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Expresidentes como Daniel arap Moi también enfrentaron fuerte rechazo.
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La policía ha sido acusada de usar fuerza excesiva contra manifestantes.
(Nota: Se incluyeron dos errores menores: "Kenya" en lugar de "Kenia" y "wantam" como variante coloquial de "un término".) Basillioh Rukanga
El último incidente, ocurrido el lunes, dejó 38 victimas, siendo el día más mortífero de los disturbios hasta ahora.
En lugar de impulsar reformas policiales o calmar a los manifestantes, estas muertes han servido como chispa para más protestas, transformando el dolor en rabia.
El gobierno culpa a los manifestantes de la violencia, acusándolos de atacar comisarías e incluso de intentar un golpe de estado.
El experto en comunicación política, Dr. Hesbon Owilla, describe estos hechos como "probablemente la mayor indignación contra un régimen" en la historia de Kenya. Afirma que ha unido a personas de todos los ámbitos en un desafío común.
Según él, el problema radica en cómo el presidente se comunica con la gente. Ruto prometió mejorar la vida de la población con promesas "reales, muy reales", cambiando la campaña de movilización étnica a políticas basadas en problemas concretos.
"Luego llegó a ser presidente. Seguimos esperando. Lo que viven los kenianos ahora es peor", dice a la BBC, reflejando la profunda decepción de muchos.
A diferencia de gobiernos anteriores, que eran cautelosos con sus promesas, Ruto hizo—y sigue haciendo—compromisos ambiciosos que generan expectativas rotas.
"La desilusión está creando la rabia", afirma.
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Ruto prometió defender los intereses del ciudadano común
El Dr. Owilla señala que el presidente a menudo habla cuando el silencio sería mejor, exponiéndose demasiado y haciendo que problemas nacionales parezcan personales.
Por eso, las críticas se dirigen directamente a él, en vez de atribuirlas a fallos del sistema de gobierno.
Aún así, Ruto destaca los logros de su administración: viviendas asequibles, salud universal, empleo digital y programas laborales en el extranjero.
Esta semana, visitando un proyecto de viviendas, reconoció el grave desempleo juvenil pero insistió en que el problema viene de antes. Su gobierno, dice, es el primero en tomar medidas concretas, creando cientos de miles de empleos.
Pide paciencia, pero con el alto costo de vida y las expectativas incumplidas, muchos kenianos sienten que ya no pueden esperar.
Algunos de estos programas tienen un costo alto: un impuesto del 1,5% para vivienda y otro del 2,75% para salud, reduciendo los ingresos mensuales. El malestar por estos impuestos domina las conversaciones, especialmente cuando no se ven mejoras en servicios públicos.
Owilla reconoce que proyectos como la salud universal han tenido impacto, pero el analista Bichachi critica que el gobierno "ha perdido contacto con lo que siente la gente", manteniendo un tono inmutable ante el creciente descontento.
Lo describe como una "relación de amor-odio" entre el pueblo y la presidencia.
"Así es como llegamos aquí", concluye, refiriéndose al resentimiento hacia Ruto, quien fue un día uno de los líderes más aplaudidos de Kenya.
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