Entretenimiento perfecto: por qué los juegos fueron hechos para el baño | Juegos

Tipos de personas en el mundo

Hay dos tipos de personas en el mundo: los que juegan en el baño y los que fingen que no. Yo orgullosamente pertenesco al primer grupo. Sé que no es la introducción más "seria" para un artículo, pero todos usamos el baño y todos jugamos; solo estoy mostrando una realidad.

Antes leíamos libros ahí. Hasta tenía una pequeña estantería en el mío y soy lo suficiente mayor para recordar cuando un trabajo no era "civilizado" si no había un periódico del día en cada cubículo, para que los empleados se pusieran al día con las noticias durante sus cinco minutos de relax.

Cuando finalmente admitimos que leíamos en el baño, los "libros de baño" se volvieron un fenómeno editorial. Desde QI: El libro de la ignorancia general hasta El lector del baño de Tío John, ambos ofrecían trocitos de sabiduría que hacían las visitas al baño doblemente productivas.

Los móviles lo cambiaron todo. De pronto, hombres adultos sacaban sus Nokias para jugar con otro tipo de Serpiente. Los periódicos arrugados dieron paso a Flappy Birds.

Mis juegos en el baño empezaron antes de los móviles, con las Game & Watch de Nintendo. Unos compañeros del cole tenían la suerte de tenerlas, y no hay mayor muestra de amistad que dejar que te lleves su Oil Panic al baño. Antes de eso, inventaba juegos como ver qué tan rápido podía iniciar y detener el cronómetro de mi reloj Casio. Mi récord fue 0.07 segundos. Pero era más jóven entonces.

Irónicamente, las consolas portátiles nunca me funcionaron ahí. La Game Boy era muy grande, y la Game Gear o Atari Lynx no servían porque las pilas no duraban ni una visita.

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La Game Boy Advance SP fue un avance enorme: pequeña, discreta y con 10 horas de batería. Pero ahí aprendí los riesgos de jugar en el baño. El juego tenía que ser sencillo y rápido. Advance Wars casi me mata. En las misiones tardías, me quedaba tanto tiempo sentado que al levantarme, las piernas se me dormían y me caía como un árbol podrido. Por suerte, nadie me escuchó.

Hoy, el baño es perfecto para jugar porque no hay distracciones. Nadie te molesta y, igual de importante, no hay culpa. La paternidad trae culpa: siempre sientes que deberías hacer algo "más útil". El baño se convierte en un oasis de tranquilidad donde respondes al llamado de la naturaleza, no al de la paternidad.

Mi juego favorito en el baño es Lego Hill Climb Adventures, ideal para escapar del estrés laboral. (Balatro es genial, pero no tienes tiempo para ganar sin que se te duerman las piernas).

Los juegos son tan immersivos que te hacen olvidar el exterior. Por eso empezamos a leer ahí: como distracción para lo que realmente estamos haciendo. Empecé a jugar de niño, con un ZX Spectrum en un armario, escapando de los gritos de mis padres hacia un mundo donde los problemas tenían solución. Me alegra que, casi medio siglo después, los juegos sigan haciéndolo en el cuarto más pequeño y seguro de la casa.