Engel & Völkers enfrenta multa de 16 millones de euros en Barcelona

La multinacional alemana de inmobiliaria de lujo Engel & Volkers ha sido condenada a abonar una multa de 16 millones de euros a la Seguridad Social española tras descubrirse la utilización fraudulenta de contratos de “falsos autónomos” para alrededor de 400 agentes comerciales en Barcelona.

La sentencia judicial saca a la luz una estrategia de reducción de costes análoga a las infracciones detectadas en Valencia y pone de manifiesto el escrutinio intensificado sobre las prácticas de la economía colaborativa en el sector inmobiliario de alto standing.

Las autoridades germanas también detectaron irregularidades laborales en Engel & Volkers

Los inspectores constataron que la compañía encubría de forma sistemática relaciones laborales como si fueran trabajadores independientes para eludir el pago de las cotizaciones sociales. Oficialmente, Engel & Volkers externalizaba las ventas mediante empresas externas, pero se comprobó que la dirección de la compañía delimitaba las zonas de venta, fijaba las comisiones y controlaba las condiciones de trabajo, rasgos propios de una relación laboral convencional. Este modelo contractual, antaño habitual en el sector, ha sido abandonado por la mayoría debido al incremento de las sanciones.

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Un portavoz de la empresa confirmó la reclamación de los 16 millones de euros al periódico El Periódico, señalando que se encuentra en fase de recurso administrativo y que podría llevar la sentencia ante la vía judicial. “Estamos comprometidos con la defensa de nuestros derechos”, afirmó. No es la primera vez que la firma se enfrenta a los reguladores: en Valencia, la Audiencia Provincial confirmó una reclamación de 6,4 millones de euros, y el caso se encuentra ahora ante el Tribunal Supremo. Sumando otras regularizaciones locales, el total de lo reclamado podría superar los 22 millones de euros.

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La firma inmobiliaria alemana Engel & Volkers, en la misma situación que Glovo

Engel & Volkers sostiene que el modelo anterior a 2019 era legal y había sido validado por inspecciones previas, y que su transición en 2024 hacia agentes asalariados buscaba “profesionalizar” la fuerza laboral, no responder a investigaciones. Los agentes gozan ahora de contratos formales, pero la transición revela un ajuste de cuentas a nivel sectorial.

El escándalo refleja las controversias de la economía colaborativa con aplicaciones de reparto como Glovo y Uber, donde los “riders” son catalogados erróneamente como freelance para evadir impuestos, percibiendo a cambio comisiones potencialmente más elevadas que las de los convenios colectivos. En Barcelona, algunos agentes han impugnado la inspección, prefiriendo el estatus de autónomo por los mayores ingresos, una postura que fue rechazada en la sentencia de Valencia, la cual confirmó las infracciones por “falso autónomo”.

A nivel internacional, la problemática persiste: en junio, la fiscalía alemana registró las oficinas de la empresa en Braunschweig por una pressunta estafa a la seguridad social, según informó la revista Manager Magazin.

Estas prácticas estuvieron muy extendidas en el sector inmobiliario español, que cuenta con 20.000 agencias y unos 100.000 trabajadores, según la asociación Fadei, pero la presión reguladora está imponiendo cambios inevitables tanto en las prácticas como en las mentalidades.