Los españoles son los europeos que tienen una visión más favorable de la inmigración: un 47% de los expertos nacionales y un 40% de la población española consideran que las medidas para fomentar la migración serían eficaces para paliar el envejecimiento demográfico. Así se desprende de una encuesta sobre “los retos del futuro” realizada en 18 países de cuatro continentes por el Grupo AXA e Ipsos, con una muestra de 23.000 personas además de 3.000 expertos seleccionados expresamente de cincuenta naciones, y en la que España aparece como el país del mundo más consciente de su fragmentación interna.
Dicho estudio revela que los españoles creen, en una proporción muy superior a la media global (58% frente a 39%), que la sociedad está fragmentada, con intereses divergentes que comparten cada vez menos aspiraciones comunes. Y esta división se debe principalmente a diferencias políticas e ideológicas cada vez más marcadas, según la perspectiva de los encuestados españoles en comparación con la de otros países.
La encuesta muestra hasta qué punto la ciudadanía siente que vive sucesivas crisis, lo que genera una impresión general de inestabilidad e incertidumbre. Además de los factores que contribuyen a esta sensación de vivir en una multicrisis, los resultados evidencian claramente que los ciudadanos de todos los países tienen muy poca confianza en que las autoridades públicas protejan a la población de los riesgos a los que se enfrenta.
La combinación de estos dos factores apunta a un posible “cóctel explosivo” que podría alimentar el populismo, el extremismo y la ley del más fuerte, según los responsables de esta macroencuesta en su edición 2025. La inquietud ante una “policrisis” severa ha aumentado desde la encuesta de 2024, posiblemente debido a la aceleración de una serie de fenómenos políticos, económicos, sociales y geoestratégicos.
El primero de los retos futuros previstos por las poblaciones (y los expertos) en los quince países sondeados es el cambio climático, que se mantiene en lo más alto de la lista desde 2018 (excepto en 2020, año de la pandemia) dentro del “top ten” de riesgos futuros en la mayoría de países y continentes. Le siguen los temores a las amenazas a la seguridad y el terrorismo, los riesgos en ciberseguridad, los movimientos y tensiones sociales, la salud, la inestabilidad geopolítica, los peligros relacionados con la inteligencia artificial y el big data, los riesgos para la estabilidad financiera, etcétera.
En España, más que en otros países, la población considera que el idioma, la dieta, las tradiciones y los valores culturales son elementos de cohesión. También en España, por encima de la media, se percibe la visión de la sociedad ideal, la política y las distintas creencias religiosas como elementos que pueden mermar la cohesión.
Asimismo, en España, la principal consecuencia de la situación demográfica actual en los próximos 10 años será el posible colapso del sistema público de pensiones (según el 92% de los expertos españoles y el 79% de la población), el incremento del gasto sanitario (91% de expertos y 82% de población) y el aumento del aislamiento social de las personas mayores (88% de expertos y 82% de la población).