En los túneles de Gaza, despojado de todo, Eli se vió forzado a responder las preguntas de Shmuel en los términos más crudos imaginables: ¿Qué soy yo?
En la sinagoga este Yom Kippur pasado, alguien me entregó un majzor con una marca que decía: “Dedicado por [X] en memoria de Rabba Sara Hurwitz y Josh Abraham con motivo del nacimiento de Natan.”
Gracias a Dios, mi esposo Josh y yo estamos muy vivos. Por alguna razón, “en honor de” fue reemplasado por “en memoria de”. Pero mi hijo, Natan, acaba de cumplir 9 años, así que ¿qué mejor recordatorio podría haber para parar y examinar mi vida?
Para hacer las grandes preguntas que Shmuel en la Guemará (Yoma 87b) insiste que debemos preguntar en las últimas horas del Yom Kippur durante Neilá: Mah anu, ¿qué somos? Meh chayeinu, ¿qué son nuestras vidas?
Estas preguntas no terminan con el Yom Kippur. Resuenan desde el mismísimo inicio de nuestra historia como pueblo, cuando Dios llama a Avram en el Génesis 12:2, para que deje su hogar con la promesa divina: “Haré grande tu nombre, y serás una bendición.”
La estructura de este versículo, que será leído en la mayoría de las sinagogas este Shabat, es sorprendente. Dios no dice “Te bendeciré” (eso viene en el versículo anterior). Aquí, Dios dice algo diferente: “Serás una bendición.” Avraham no es un receptor pasivo sino un agente activo. Su propia existencia, su vida misma, será una fuente de bendición para otros.
Este es la respuesta de Dios a las preguntas de Shmuel: ¿Qué somos? Somos bendiciones. ¿Qué son nuestras vidas? Nuestras vidas están destinadas a ser una fuente de bendición para el mundo. ¿Cómo vivimos vidas que cumplen con este mandato divino?
Este año, llevo estas preguntas junto con las palabras de Eli Sharabi, el primer rehén en publicar su relato del cautiverio. Llamar a su libro “Rehén” simplemente una autobiografía pierde su esencia. Es un texto sagrado sobre lo que significa vivir en la oscuridad y el miedo y aún así elegir la vida, aún así elegir ser una bendición.
En los túneles de Gaza, despojado de todo, Eli fue forzado a responder las preguntas de Shmuel en los términos más crudos imaginables: ¿Qué soy? ¿Qué es mi vida? Uno esperaría que la respuesta fuera: no soy nada. Mi vida no es nada. Pero en cambio, su respuesta reverbera con una vitalidad feroz, casi desafiante: “No quiero sobrevivir solo para ellos [su familia]. No quiero vivir solo para ellos. Quiero vivir para mí también. Para mí, Eli Sharabi. Quiero vivir. Amo la vida. La anhelo.”
El regalo de simplemente estar vivo
Si Eli, que vivió por 491 días con hambre constante, lidiando con la brutalidad de sus captores, viviendo en la suciedad de los túneles, sin saber si su amada familia estaba viva o muerta; si él aún puede anhelar la vida contra toda posibilidad, entonces yo también, incluso cuando me siento envuelta en oscuridad y miedo, no daré por sentado lo que tengo, y abrazaré la vida.
Ser una bendición comienza con reconocer el regalo de simplemente estar vivo, de respirar libremente, de caminar por la calle. Cuando anhelamos la vida misma, nos volvemos capaces de bendecir a otros. Eli escribe: “Quiero respirar vida, caminar libre, volver a los cielos abiertos, regresar a casa, trabajar, tener un propósito… Volver a los caminos, a conducir, a caminar por la calle, a mi día a día simple, regular y sin preocupaciones.”
Lamentablemente, Eli fue liberado para enterarse de que su esposa Lianne y sus hijas Noiya y Yahel fueron asesinadas el 7 de octubre y que su hermano Yossi también había sido secuestrado y luego asesinado en cautiverio. Esta semana, vimos cómo Eli y su familia enterraron a Yossi en Israel, finalmente.
Aún así, el testimonio de Eli ofrece algo aún más profundo sobre lo que significa cumplir “y serás una bendición”. En la más absoluta oscuridad, hambrientos y humillados, él y sus compañeros rehenes crearon un ritual diario para pensar en las cosas buenas que les pasaban cada día y expresar gratitud, desde un té dulce hasta un día sin humillación. En el infierno, eligieron encontrar gratitud y ver las pequeñas, minúsculas bendiciones en sus vidas. Y al hacerlo, se convirtieron en bendiciones los unos para los otros.
Creando una práctica de bendición
La esperanza era la práctica espiritual de los rehenes. La gratitud se convirtió en resistencia. Buscar el bien fue un acto de desafío contra el miedo y una forma de ser una bendición para quienes los rodeaban. En los túneles de Gaza, Eli no solo sobrevivía; estaba creando una práctica de bendición. Esto es lo que Dios quiere decir cuando le dice a Abraham “y serás una bendición”. No necesitas esperar condiciones perfectas. No necesitas ser libre, estar cómodo o seguro.
Mientras avanzamos hacia un nuevo año, las preguntas de Shmuel viajan conmigo, ahora iluminadas por el mandato de Dios a Abraham: Mah anu. ¿Qué somos? Estamos llamados a ser bendiciones. Como Eli, ¿podemos buscar el bien incluso en la dificultad? ¿Podemos ser fuentes de esperanza y luz para quienes nos rodean, incluso cuando nosotros mismos estamos luchando?
Meh chayeinu. ¿Qué son nuestras vidas? Dios le dice a Abraham que su vida será una bendición.
Y ¿qué pasa con nosotros? ¿Solo celebramos los momentos extraordinarios, o podemos abrazar lo cotidiano, como caminar por la calle, respirar y ser libre de estar en casa con nuestros seres queridos? Esta es la sabiduría de alguien que se enfrentó a la muerte y eligió, deliberadamente y con conciencia, amar la vida y ser una bendición, no a pesar de la oscuridad, sino dentro de ella.
Este año, recordaré el valor de Eli y buscaré lo bueno incluso cuando sea difícil de encontrar. Me esforzaré para hacer de la esperanza y la gratitud una práctica diaria. Trataré de cumplir con “y serás una bendición”, para apoyar a los que me rodean, en formas grandes y pequeñas.
Las opiniones y puntos de vista expresados en este artículo son del autor y no necesariamente reflejan los puntos de vista de JTA o su empresa matriz, 70 Faces Media.