Todos tenemos una imagen mental de la violencia doméstica, pero el gobierno español nos insta a ampliar nuestra comprensión.
El maltrato físico es, lamentablemente, familiar para todos; pero ¿qué pasa con la violencia emocional? A muchas mujeres sus parejas les dicen que no valen nada, que son feas o estúpidas.
Luego está la violencia sexual. Mientras la mayoría condena las situaciones en las que las mujeres son forzadas a la prostitución, también existen incómodas zonas grises dentro de relaciones por lo demás ‘normales’. ¿Tiene un hombre el derecho de exigir sexo, y con qué frecuencia?
El gobierno también recopila ahora datos sobre la llamada violencia económica, donde el hombre –frecuentemente el principal sostén– utiliza el control financiero para dominar a su pareja. Esto puede incluir amenazas relacionadas con los hijos, un punto de presión particularmente doloroso para muchas madres.
Existe además la violencia simbólica: el doble rasero por el cual un hombre con múltiples parejas es admirado, mientras que una mujer en la misma situación es tachada de “ligera de cascos” o “fácil”.
Y la violencia institucional se refiere a las culturas laborales donde se espera que las mujeres asuman tareas menores, como limpiar u organizar la comida.
Entonces, ¿la violencia contra la mujer aumenta, disminuye o se mantiene igual? A primera vista, las cifras parecen sombrías. En 2015, alrededor de 17.000 mujeres en España presentaron denuncias oficiales –*denuncias*– contra sus parejas por violencia de género y las llevaron a los tribunales.
El año pasado, la cifra aumentó a 24.000. (Para lectores no familiarizados con el sistema, una investigación penal en España solo comienza cuando se presenta una denuncia.) Pero este aumento podría reflejar algo positivo: una mayor concienciación sobre los derechos y una mayor confianza para dar el paso.
La estadística más angustiante –el número de mujeres asesinadas– también debe ser confrontada. Las cadenas de televisión españolas ahora suelen añadir: “ella es la 25ª mujer en morir este año”, situando cada caso en contexto. Noviembre es el mes clave para hacer el recuento anual, ya que diciembre tiende a ser relativamente tranquilo. En 2007, el número total de mujeres asesinadas fue 70. Este año, con 36 hasta ahora, la cifra es casi la mitad. Pero ¿se trata de una anomalía o del inicio de un descenso a largo plazo?
Un detalle llamativo: de las 36 mujeres asesinadas en lo que va de 2025, 28 nunca habían denunciado previamente a sus parejas. ¿Se debe a que algunas mujeres temen provocar a hombres violentos acudiendo a la policía? ¿O a que algunos maridos aparentemente “normales” estallan de repente en un acto catastrófico de violencia?
Otro patrón interesante es el estacional. Los niveles más bajos de violencia doméstica en España suelen registrarse en enero y febrero, mientras que junio tiende a ser el “mes de peligro”. Una teoría sugiere que las vacaciones escolares comienzan en junio, desencadenando disputas de custodia entre padres separados.
España lanzó la línea de emergencia “061” en 2007 para mujeres que sufren –o temen– violencia. El mes más tranquilo registrado fue noviembre de 2012, con 3.800 llamadas. El más alto fue agosto de 2016, alcanzando las 9.900. De nuevo, una cifra más alta podría reflejar una mayor concienciación y disposición a buscar ayuda.
Benjamin Disraeli dijo famosamente que existen “las mentiras, las malditas mentiras y las estadísticas”. Pero los datos de España desmienten un mito persistente: que un gran número de mujeres presenta acusaciones falsas por rencor o histeria.
Las mujeres que realizan denuncias falsas pueden ser procesadas –sin embargo, las cifras son ínfimas. España registra aproximadamente 150.000 denuncias al año. En 2016, solo 17 mujeres fueron condenadas por falsas acusaciones –aproximadamente uno de cada 9.000 casos. En 2020, no se registró ni una sola condena por denuncia falsa.
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