Se dice que las empresas extranjeras, respaldadas por capital de inversión, representan una amenaza para los negocios náuticos en Mallorca y las Baleares.
Un ejemplo de esto se encuentra en el Muelle de Cuarentena en Palma, que cuenta con 18.000 metros cuadrados para barcos operados por empresas de charter. Una multinacional turca, D-Marin, adquirió los setenta amarres del muelle por una tarifa anual de 2,3 millones de euros. Esto fue medio millón más de lo que había ofrecido el Grupo IPM mallorquín.
Detrás de la empresa turca, que se expande activamente en España, está CVC Capital Partners, un fondo de inversión con sede en Jersey y conocido en España por ser socio inversor en La Liga.
El cambio de concesionario ha provocado que algunas empresas de charter abandonen el muelle debido al aumento de tarifas. El mayor incremento ha sido para los amarres de barcos en tránsito, que prácticamente se ha quintuplicado hasta los 6.000 euros al mes para un barco de unos 12 metros.
Tres empresas se han ido, llevándose consigo una docena de barcos en busca de una alternativa más económica. Una de las que sigue allí es Pepe’s Charter, cuyo dueño explica: “Tuve que vender uno de mis barcos porque pagar 72.000 euros al año obviamente no vale la pena”.
Él y otros sospechan que D-Marin está inflando los precios con el objetivo final de introducir sus propios barcos o los de empresas socias. “La Autoridad Portuaria de Baleares (APB) dice que tendrá en cuenta el aspecto social de las concesiones, pero al final hace lo contrario”.
El presidente del puerto deportivo Alcudiamar, Bartomeu Bestard, planteó recientemente este tema al presidente de la APB, Javier Sanz. “Falta protección para las concesiones locales frente a operadores externos, y esto se ha convertido en la ley de la selva. Quién ponga más dinero se lo lleva”. Para Bestard, las concesiones se han convertido en una subasta donde la oferta más alta anula la experiencia probada de empresas locales; la oferta económica es el único criterio verdaderamente decisivo. En su opinión, las decisiones no deberían basarse en “ofertas temerarias”.
La APB anunció hace unos días que licitará la gestión y operación de aproximadamente 18.000 metros cuadrados en el Muelle de las Golondrinas, la mayor parte destinada a 95 amarres para barcos de hasta 20 metros. Las empresas de Cuarentena creen que ocurrirá exactamente lo mismo. La oferta más alta vendrá de una compañía extranjera. D-Marin podría ser un postor, ya que busca expandirse en Baleares como estrategia de marca.
Jaume Vaquer, presidente de la asociación AENIB de empresas náuticas, sugiere: “Es posible que ni siquiera les interese que sea rentable: tener una marina en Mallorca vale más que la operación en sí”. Pero esto podría terminar “destrozando todo” para las empresas de la isla.
