Elche 4–0 Rayo Vallecano:
Elche despidió el 2025 de forma contundente, barriendo al Rayo Vallecano con un rotundo 4–0 que subraya su creciente confianza y su nítida identidad futbolística. Un gol temprano, firmeza en el mejor tramo del Rayo y un desenlace implacable confluyeron para ofrecer una nueva exhibición en casa del equipo de Eder Sarabia.
Incluso la lluvia —una visitante poco habitual en el Martínez Valero durante este año histórico del Elche— se dejó caer en la despedida festiva. El noveno equipo visitante que pisaba este estadio de Mundial en la temporada, el Rayo, abandonó con el mismo destino que los ocho anteriores: superado. Y como cuatro de ellos, también goleado en el marcador. Y goleado con autoridad.
Sarabia había advertido, tras el tropiezo en Mallorca una semana antes, que era momento de “exhibición y respuesta”. Elche entregó exactamente eso. De vuelta en su fortín, conocedor de cada centímetro del césped y de cada movimiento del compañero, el equipo franjiverde firmó una actuación rayana en la perfección —algo remarcable para un club que aún se construye entre la élite desde las ideas, más que desde la historia o el presupuesto.
Cada gol tuvo un significado añadido. Héctor Fort, Álvaro Rodríguez, Germán Valera y Martim Neto fueron los goleadores, pero cada lanzamiento fue fruto de una brillantez colectiva: la inteligencia y serenidad de Bigas en la elaboración del segundo, la visión de Rafa Mir en el tercero, o la calma de Josan antes del cuarto. Aquí no hubo fortuna: fue el modelo, el proyecto, el plan.
La fiesta comenzó con mosaico, frío, lluvia… y un gol. Un golazo. Héctor Fort, cada vez más influyente en el sistema de Sarabia junto a Álvaro Núñez, culminó una excelente acción individual tras un rechace de Álvaro Rodríguez a un balón largo de Iñaki Peña. El cedido del Barça se coló entre dos defensas y remató con clase, aunque la celebración se truncó al lesionarse en un choque con Mendy que le obligó a abandonar el terreno.
Elche no se inmutó. Soportó la presión rayista en el mejor tramo del visitante, especialmente pasada la media hora, cuando la posesión se equilibró y la tensión creció ante el frágil 1–0. Los ajustes de Sarabia en el descanso fueron determinantes.
La segunda mitad siguió el guion ideal ilicitano: ventaja custodiada, estructura sólida y rival dispuesto a atacar. El liderazgo fluía desde Affengruber y Bigas hasta Aguado y Febas. Cuando todo encajaba, el Elche fue imparable. Máxime en casa.
Tras avisos de Rafa Mir y Álvaro Rodríguez, el partido se sentenció en un arrebato de dos minutos devastador. Febas, descolgado por la izquierda, iluminó la jugatoria con un pase milimétrico a Bigas, que en ese momento atacaba casi como un lateral. Con 35 años, el capitán demostró que la inteligencia vence a la velocidad, desvaneciéndose ante Batalla para asistir a Rodríguez, quien no falló.
Al instante llegó el tercero, obra de Germán Valera tras una jugada de equipo de gran factura. A partir de ahí, fue pura celebración —un déjà vu de aquella tarde inolvidable en A Coruña del ascenso a LaLiga. La mirada ya no estaba en el marcador, sino en el césped y en la grada. Sonrisas, alegría, fe.
Martim Neto puso la guinda con el cuarto gol, cerrando el regalo navideño: otra victoria, otra declaración de intenciones, otra exhibición de un Elche que sigue haciéndo soñar a su afición.
Imágenes cortesía: Twitter del Elche CF
