El ocaso del imperio español en América del Sur era inminente. Tras décadas de dominio colonial, varias naciones habían estallado en rebelión. En el Perú de 1820 se urdió un plan para extraer clandestinamente hacia México un ingente tesoro antes de que el territorio cayera en manos de los insurrectos.
No obstante, el botín nunca arribó a su destino. La tripulación del navío encargado del traslado se apoderó del mismo, dirigiéndose hacia la Isla del Coco, donde supuestamente fue enterrado y jamás hallado. Esta historia ha cautivado a los cazatesoros desde entonces.
El patriarca británico de la velocidad, Sir Malcolm Campbell, obsesionado con el legendario tesoro, mandó construir expresamente una embarcación para localizarlo: el Blue Bird, diseñado por G.L. Watson, botado en 1938 y hoy considerado uno de los yates clásicos más destacados. En la actualidad, se encuentra amarrado en Puerto Adriano, Mallorca.
Mas el Blue Bird nunca alcanzó la Isla del Coco. El estallido de la Segunda Guerra Mundial provocó que la hermosa embarcación fuera requisada por la Royal Navy, no siendo devuelta a Campbell hasta 1947. Poco después, el célebre poseedor de récords de velocidad en tierra y agua falleció, llevándose consigo el sueño de desenterrar el Tesoro de Lima. Durante la contienda, el Blue Bird participó en la evacuación de Dunkerque.
Sin embargo, el Blue Bird sí llegó a las Islas del Coco, aunque sesenta años más tarde. Su nuevo propietario, Tara Getty, junto a su esposa Jessica y sus tres hijos, viajaron hasta la isla a bordo del yate para completar el viaje iniciado por Campbell.
El tesoro permanece como un enigma irresuelto, pero el Blue Bird, auténtica joya náutica, se encuentra hoy en las aguas de Mallorca.
