Los estadounidenses respetan y admiran a las enfermeras: año tras año, la enfermería se consolida como la profesión más confiable del país — y a menudo, por un amplio margen. Aún así, muchas enfermeras sufren estrés hasta el punto del agotamiento, y demasiadas están considerando abandonar la profesión. El statu quo simplemente no es suficiente — ni para las enfermeras ni para los pacientes.
Las enfermeras de primera línea identifican la carga laboral y el sentimiento de valoración como desafíos cotidianos. Son problemas difíciles, pero tienen solución. En gran medida, los mandos intermedios definen la cultura laboral y moldean la experiencia de los empleados. En el ámbito sanitario, las supervisoras de enfermería —aquellas que tienen personal a cargo y gestionan departamentos— cumplen esta función, actuando como nexo entre el personal de enfermería y la alta dirección. Su impacto es significativo: una investigación del 2024 encontró que las organizaciones con supervisores sólidos presentaban menor rotación y mejores resultados en los pacientes.
El sesenta por ciento de las enfermeras reportó que sus supervisoras mejoraron su satisfacción laboral; también es alentador que éstas muestren mucha menos intención de dejar el trabajo que las enfermeras clínicas. Sin embargo, la mayoría de las enfermeras con experiencia no desean asumir puestos de gestión, quizás porque han sido testigas de los desafíos que conlleva el cargo. “Nunca he conocido a una supervisora de enfermería que pueda cumplir al cien por cien con sus obligaciones”, nos comentó una enfermera. “Es un trabajo extremadamente demandante.”
La implicación, por tanto, es que al apoyar a los gestores, las instituciones sanitarias pueden mejorar el entorno laboral para las enfermeras. Esto no solo mejoraría la retención, sino que crearía una cantera de futuras supervisoras.
Para lograrlo, las organizaciones deben cubrir las necesidades de estas profesionales. Las tasas de rotación varían enormemente, con una media nacional del 8,8%. Un factor diferenciador clave es la mentorización continua y el desarrollo de competencias — tanto antes como después de asumir el puesto — en áreas como la resolución de conflictos o la gestión de personal.
Otro aspecto a considerar es en qué invierten su tiempo. Lo que las enfermeras valoran más es la gestión de personas, incluyendo reuniones diarias, desarrollo profesional y encuentros individuales. Lo que menos les gusta son las tareas administrativas, como gestionar quejas, informes de incidencias o la cobertura de bajas. Hasta cierto punto, claro, esto es inherente al puesto; alguien debe realizar estas tareas menos gratificantes. Aun así, se puede recurrir a la tecnología para rebalancear el trabajo que quieren hacer y el que tienen que hacer. Un mejor uso de la tecnología, incluyendo la inteligencia artificial agentica, podría asistirles en deberes ingratos como auditorías, control de turnos o la incorporación de nuevo personal.
Además, no se puede esperar que una supervisora prospere, o incluso que le guste su trabajo, si tiene 250 personas a su cargo, como suele ocurrir en ocasiones. Añadir supervisoras asistentes es una opción que ha demostrado ser efectiva. Como mínimo, debería haber expectativas claras y responsabilidades estandarizadas, para que las gestoras de un departamento no realicen sustancialmente más (o menos) que sus colegas. Finalmente, un cierto porcentaje del trabajo gerencial podría realizarse a distancia; permitir esta flexibilidad podría hacer el puesto más atractivo tanto para las actuales como para las futuras supervisoras.
Las enfermeras son el corazón de la atención al paciente — y no hay suficientes. La escasez es real y va a peor. Hacer la profesión más atractiva no solo atraería a más candidatos, sino que ayudaría a retener al personal experimentado. Y aunque mejorar las condiciones de las enfermeras es un bien en sí mismo, también hay una dimensión económica; reemplazar a una enfermera de planta es costoso.
El tópico dice que la gente no deja trabajos, deja a sus jefes. Pero también es cierto que los buenos jefes dan una razón para quedarse. Para abordar la escasez de enfermeras, así como las dificultades que enfrentan en su trabajo, apoyar a las supervisoras es esencial.
Foto: Hiraman, Getty Images
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