El sueño del hardware abierto se derrumba: Prusa denuncia las subvenciones, patentes y tácticas agresivas de China que transformaron la impresión 3D de un campo abierto en un campo de batalla corporativo.


Los rivales respaldados por el Estado han hecho casi imposible la impresión 3D de código abierto
Las subvenciones chinas cambian la competencia global en la producción de impresoras 3D de escritorio
Las patentes chinas baratas crean obstáculos mucho más allá de las fronteras del mercado europeo


El movimiento de código abierto en la impresión 3D una vez prosperó gracias a diseños compartidos, proyectos comunitarios y colaboración a través de las fronteras.

Sin embargo, Josef Prusa, jefe de Prusa Research, ha anunciado: “el hardware abierto para impresión 3D de escritorio ha muerto.”

La declaración es destacable porque su empresa durante mucho tiempo defendió los diseños abiertos, compartiendo archivos e innovaciones con la comunidad.

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Apoyo económico y desafíos de patentes

Prusa construyó su primer negocio en un pequeño sótano en Praga, empaquetando estructuras en cajas de pizza mientras dependía de las contribuciones de otros que compartían su filosofía.

Lo que ha cambiado, argumenta ahora, no es la demanda de los consumidores sino el desequilibrio creado cuando el gobierno chino etiquetó la impresión 3D como “industria estratégica” en el 2020.

En su artículo de blog, Prusa cita un estudio del Rhodium Group que describe cómo China apoya a sus empresas con subvenciones, subsidios y créditos más fáciles.

Esto hace que sea mucho más barato fabricar máquinas allí que en Europa o América del Norte.

El problema se vuelve más complicado al mirar las patentes. En China, registrar una patente cuesta tan poco como 125 dólares, mientras que impugnar una cuesta entre 12.000 y 75.000.

Esta brecha ha animado a un aumento de registros locales, a menudo sobre diseños que se remontan a proyectos de código abierto.

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Las primeras máquinas de Prusa, como la Original i3, mostraban con orgullo componentes de socios como E3D y Noctua, encarnando un espíritu comunitario, pero también eran fáciles de copiar, con guías completas apareciendo en línea solo meses después del lanzamiento.

Las impresoras Prusa más nuevas, incluyendo la MK4 y la Core ONE, ahora restringen el acceso a diseños electrónicos clave, incluso mientras ofrecen archivos STL para las piezas impresas.

El sistema Nextruder es totalmente propietario, marcando un claro retroceso de la apertura total.

Prusa argumenta que las empresas chinas están bloqueando efectivamente la tecnología que la comunidad quería compartir, ya que aunque una patente en China no bloquea a su empresa para vender en Europa, sí impide el acceso al mercado chino.

Un riesgo mayor emerge cuando agencias como la Oficina de Patentes de EE. UU. tratan esas patentes como “arte previo”, creando obstáculos que son caros y consumen mucho tiempo para superar.

Prusa citó el caso de la empresa china Anycubic, que obtuvo una patente estadounidense sobre un hub multicolor que parece similar al sistema MMU que su empresa lanzó primero en 2016.

Años antes, Bambu Lab introdujo su serie A1, también inspirándose en el mismo concepto.

Anycubic ahora vende la Kobra 3 Combo con esta función, lo que genera preguntas sobre cómo las agencias conceden patentes y quién tiene derechos legítimos.

Mientras tanto, Bambu Lab enfrenta batallas legales separadas con Stratasys, el pionero estadounidense cuyas patentes una vez mantuvieron la impresión 3D confinada a usos industriales costosos.

Declarar el fin del hardware abierto puede ser dramático, pero las presiones son reales.

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Entre subsidios estatales, reglas de patentes permisivas y disputas crecientes, los fundamentos de la colaboración abierta se están erosionando.

Via Toms Hardware

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