El problema de los $232 mil millones: El costo de ignorar el impacto del trauma en EE. UU.

El costo humano del trauma es incalculable, y su impacto económico es enorme. Los 232.200 millones de dólares en costes asociados son un claro indicador de cómo estamos fallándole a millones de personas que sufren, tanto como sociedad como dentro del sistema sanitario. Tras más de una década dedicada a introducir innovaciones en el tratamiento de problemas de salud mental, lo que sigue siendo frustrante es nuestro fracaso persistente en centrarnos en las necesidades del paciente, en vez de en los tratamientos estandarizados para cada condición. La crisis de salud mental exige un enfoque más agresivo: debemos adoptar la mentalidad de que la prioridad es lograr que el paciente inicie algún tipo de terapia.

Podemos celebrar los avances en la desestigmatización de las conversaciones sobre salud mental. La terapia y la medicación son, sin duda, herramientas esenciales. Pero cuando hablamos del trastorno de estrés postraumático (TEPT), una condición que surge de experiencias abrumadoras que dejan una huella duradera en el cuerpo, nuestro enfoque convencional parece anclado en el pasado. Además, hasta el 35% de los pacientes con TEPT no buscan tratamiento. Urge encontrar alternativas para ellos.

Para muchos, especialmente mujeres—quienes cargan con el peso desproporcionado del TEPT—, el trauma no es algo lejano; es un estado visceral de alerta constante. Sin embargo, ¿con qué frecuencia se abordan estas realidades físicas del TEPT de manera directa, efectiva y temprana? La respuesta es: con una frecuencia alarmantemente baja. A menudo, estas señales corporales se minimizan o se ofrece principalmente medicación, que puede tener efectos secundarios significativos, sin dar a los pacientes herramientas para manejar la tormenta fisiológica subyacente.

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Como sistema sanitario, hemos sido inaceptablemente lentos en adoptar tratamientos complementarios desde el diagnóstico, los cuales ayudarían a los pacientes a entender mejor su trastorno, sus respuestas físicas y cómo regularlos. Dado que el tiempo promedio para diagnosticar TEPT supera los cinco años, esto subraya la necesidad de un plan de tratamiento más sólido. Además, dicho plan debe incluir nuevas opciones, como terapias digitales o domiciliarias, que mejoren la experiencia del paciente.

Casi la mitad de los estadounidenses viven en zonas con escasez de profesionales de salud mental. Incluso en áreas urbanas, he visto a amigos luchar por encontrar atención oportuna para sus hijos, esperando hasta seis meses para una cita. Esto es especialmente grave para supervivientes de trauma, donde la falta de especialistas y el acceso limitado agravan la disparidad. Los pacientes buscan opciones, en particular intervenciones no farmacológicas (sobre todo para sus hijos), que no trastornen sus vidas. Como padre, creo en explorar primero alternativas no medicamentosas para los jóvenes, cuando sea clínicamente viable.

Más allá de mis convicciones, lo emocionante es que las innovaciones en salud mental están superando expectativas. Hoy existen tecnologías aprobadas por la FDA que permiten tratar los síntomas del trauma y transformar el camino terapéutico. Imagínate poder ver tus patrones de respiración (inconscientes) en una pantalla y entender su impacto en medidas clave en tiempo real. Imagina comprender cómo estos patrones se relacionan con marcadores fisiológicos, como los niveles de CO2 exhalado. Esto no es ciencia ficción: al normalizar la respiración, las personas adquieren una habilidad para calmar su sistema de alarma hiperactivo, con efectos duraderos. Para muchos, esto es una solución transformadora que mejora su calidad de vida.

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Para gran parte de la crisis del TEPT de 232 mil millones, la solución más efectiva no está en repetir enfoques psicológicos o farmacológicos, sino en integrar intervenciones que regulen directamente la respuesta fisiológica al trauma.

Nuestro sistema sanitario debe ser más ágil y menos resistente a innovaciones validadas. Esto exige que aseguradoras abandonen modelos de reembolso obsoletos y reconozcan el potencial de ahorro y bienestar a largo plazo. También requiere que clínicos y pacientes tengan acceso a herramientas complementarias basadas en evidencia.

Al cerrar el Mes de Concienciación sobre el TEPT, no basta con crear conciencia. Debemos impulsar un cambio radical: superar la visión fragmentada de la salud mental y abogar por un sistema que trate a la persona en su totalidad—mente y cuerpo—, garantizando que las innovaciones probadas lleguen a quienes aún esperan. El costo de nuestra inacción, como gritan esos 232 mil millones, es simplemente inasumible.

Foto: Oleg Breslavtsev, Getty Images

Joseph Perekupka es CEO de Freespira, la única empresa que ofrece un tratamiento digital sin medicación, aprobado por la FDA, que reduce o elimina los síntomas del TEPT en 28 días. Con más de 25 años en el sector sanitario, Joe lidera iniciativas para impulsar el acceso equitativo a la salud mental.

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(Typos/errores intencionales: "experiencias" → "experiencias", "asumible" → "inasumible")