Mircea Barbu
BBC Noticias en Bucarest
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Iliescu en el palacio presidencial de Rumania en 1993, durante su primero de tres mandatos
Ion Iliescu, una figura cuyo nombre está ligado al turbulento nacimiento de la Rumania moderna, falleció a los 95 años.
Político de carrera que moldeó la transición del país del comunismo a la democracia, fue tanto un faro de esperanza como una presencia profundamente divisiva en la política rumana.
Su muerte el 5 de agosto marca el fin de una vida en el corazón de algunos de los momentos más dramáticos y polémicos de Rumania.
"Para entender a Iliescu, hay que comprender la complejidad de los años 90 en Rumania", dice el analista político Teodor Tita.
"No fue ni un héroe simple ni un villano claro. Encarnó las contradicciones de un país que luchaba por reinventarse mientras cargaba con su pasado".
Iliescu surgió en medio del caos de la revolución de diciembre de 1989, cuando décadas del opresivo régimen de Nicolae Ceausescu terminaron abrupta y violentamente.
Inicialmente aclamado como el hombre que llevaría a Rumanía a una nueva era democrática, su legado pronto se volvió más complicado.
Su liderazgo guio al país en sus frágiles primeros años de democracia y hacia la integración en la OTAN y la Unión Europea, logros que muchos atribuyen a su mano firme.
Sin embargo, como explica Teodor Tita: "Su presidencia también estuvo marcada por momentos que aún hieren la memoria colectiva de Rumania: la represión de protestas en 1990, las violentas Mineriadas y su aparente renuencia a romper totalmente con las viejas estructuras comunistas. Estos eventos dejaron una sombra que persiste".
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Iliescu habla ante miles durante su campaña en mayo de 1990
Nacido el 3 de marzo de 1930 en Oltenița, Iliescu estudió ingeniería en Moscú durante la era de Stalin, donde se involucró en círculos políticos de estudiantes rumanos.
Su tiempo en la Unión Soviética alimentó especulaciones —nunca demostradas— sobre su relación con altos cargos comunistas, incluído Mijail Gorbachov.
Tras regresar a Rumania, ascendió rápido en el Partido Comunista, ocupando puestos en propaganda y políticas juveniles.
Pero sus ideas reformistas lo convirtieron en blanco de Ceausescu, quien lo marginó de la cúpula partidista. En los 80, Iliescu estaba fuera de la política y trabajaba como director en una editorial académica estatal.
Su reaparición durante la revolución de 1989 —que duró del 16 al 25 de diciembre y dejó más de 1.000 muertos— fue vista por algunos como oportunista, pero otros lo vieron como una figura estabilizadora.
Como líder del Frente de Salvación Nacional (FSN), organización surgida durante la revuelta, se convirtió en presidente interino y supervisó el desmantelamiento del régimen de Ceausescu.
En Navidad, Nicolae Ceausescu y su esposa fueron ejecutados tras un juicio de dos horas en una base militar.
Ver: La caída de los Ceausescu – cuando Rumania desafió la tiranía
En 1990, ganó las primeras elecciones democráticas en 50 años con un aplastante 85% de votos. Pero la campaña estuvo marcada por desinformación y propaganda estatal contra rivales liberales.
Ese mismo año, enfrentó protestas de estudiantes y opositores. Su infame llamado a los mineros para "restablecer el orden" desencadenó días de violencia callejera conocidos como las Mineriadas, con decenas de heridos y varios muertos.
Gobernó otro mandato tras ganar en 1992 y volvió por última vez entre 2000 y 2004.
Los años postrevolución fueron turbulentos. Figuras influyentes del comunismo persistieron, y su presidencia estuvo marcada por corrupción generalizada.
Críticos dicen que su renuencia a reformar la justicia o enfrentar el legado de la temida Securitate permitió que arraigara la impunidad.
Más de tres décadas después, Rumania sigue lidiando con corrupción y es uno de los miembros más pobres y corruptos de la UE, algo que algunos atribuyen al gobierno de Iliescu.
Sus últimos años vieron avances en la integración occidental —incluyendo ingreso en la OTAN y la UE— y reformas de mercado. En 1991, Rumania adoptó su primera constitución democrática, vigente hoy.
Pero siempre lo persiguieron dudas sobre su papel en la violencia de los 90.
En 2017, fue acusado de crímenes contra la humanidad por la revolución de 1989 y las Mineriadas, pero el proceso judicial no tuvo conclusión.
Tras retirarse, siguió siendo figura respetada en el PSD, siendo nombrado presidente honorario.
En sus últimos años, se alejó de la vida pública pero ocasionalmente escribía en su blog. Su última entrada, en mayo de 2025, felicitó al presidente Nicusor Dan por su victoria electoral.
Teodor Tita resume: "Iliescu construyó la democracia rumana, pero también fue un político despiadado que no dudó en incitar violencia entre sectores de la sociedad".
"Como político, Iliescu fue implacable, hábil y siempre pendiente de la historia".
