Bombas de combustible en una estación de servicio Repsol en España.
Crédito: Tetyana_Pidkaluyk, Shutterstock
Si conduces en España, quizás deberías sentarte antes de continuar leyendo. Según analistas que estudian las últimas medidas climáticas de Bruselas, los precios de los carburantes podrían alcanzar los 2€ por litro para 2027.
Y aunque esa fecha suene lejana, los cambios que impulsan esta alza ya están en marcha –y afectarán a casi cualquiera que dependa de un automóvil.
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Pero de aquí hasta entonces, todo se va a encarecer.
¿Qué Está Cambiando Exactamente la UE?
En el centro de todo esto hay un nuevo régimen de comercio de derechos de emisión conocido como RCDE UE2. Básicamente, es un sistema que obliga a los proveedores de combustible a pagar por la contaminación que genera el carburante que venden. Tendrán que comprar derechos de emisión —y cuantas más emisiones produzca su combustible, más derechos deberán adquirir.
No hace falta adivinar qué combustibles generan más emisiones: la gasolina y el diésel.
Así que, aunque sean los proveedores quienes técnicamente paguen esos costes, el golpe final llega al surtidor. De ahí proviene la previsión de 2€ por litro.
Para algunas estaciones de servicio –especialmente las pequeñas y de gestión familiar– absorber esos costes adicionales puede ser sencillamente imposible. Algunos analistas advierten abiertamente que los pequeños operadores podrían verse obligados a cerrar, en particular en zonas rurales o menos rentables.
Lo que significa que este cambio no es solo cuestión de precio. Podría alterar los lugares donde los conductores puedan repostar.
El Parque Automovilístico Español No Está Precisamente Preparado para Esto
He aquí el problema de fondo: los coches en España son viejos. Y la mayoría depende enormemente de los combustibles fósiles.
De acuerdo con la Asociación Española de Fabricantes de Automóviles y Camiones (ANFAC):
- El coche promedio en España tiene 14,5 años –y sigue envejeciendo cada año.
- Aproximadamente el 60% de los coches funcionan con diésel.
- Alrededor del 34% funcionan con gasolina.
- ¿Y los coches eléctricos? Siguen representando una porción ínfima del parque móvil.
Hay una razón para ello. Los coches eléctricos aún resultan demasiado caros para muchas familias, incluso con subsidios. Y con la inflación encareciendo la comida, el alquiler y la energía, renovar el vehículo por uno nuevo no es una opción para un gran número de hogares.
Así pues, mientras Bruselas avanza a toda velocidad hacia un futuro de transporte más ecológico, muchos conductores españoles se aferran a lo que sea que les lleve al trabajo sin arruinarles.
Y los Usuarios de Diésel Podrían Ser los Primeros Afectados
Por si fuera poco, España también está bajo la presión de la UE para eliminar la ventaja fiscal de la que goza actualmente el diésel. El diésel siempre ha sido más barato en el surtidor que la gasolina –y mucha gente optó por coches diésel precisamente por eso.
Si esa ventaja fiscal desaparece, los precios del diésel subirían incluso antes de que entre en vigor el sistema de carbono de 2027.
En otras palabras, muchos conductores podrían resentir los efectos mucho antes de que las nuevas normas comiencen oficialmente.
Entonces, ¿Llegarán los Precios a 2€ con Seguridad?
No es algo seguro –al menos aún no. El incremento final dependerá de:
- Cuánto cuesten los derechos de emisión una vez comiencen las subastas.
- Cómo compitan (o se vean afectados) los proveedores de combustible en el nuevo sistema.
- Si los gobiernos introducen medidas de apoyo para los conductores.
- La rapidez con que los coches eléctricos se abaraten y estén más disponibles.
Pero la dirección está clara. El coste de utilizar coches de gasolina y diésel va a aumentar, y no será algo temporal. Forma parte de un impulso deliberado para animar –u obligar– a la población a migrar hacia lo eléctrico.
El objetivo es medioambiental. La realidad se sentirá en el bolsillo de la gente.
Qué Esperar en el Futuro
Los próximos dos años serán cruciales. Si los precios de los vehículos eléctricos bajan y la red de carga se expande, la transición podría ser llevadera. Si no, millones de conductores podrían quedarse con coches de los que dependen pero que ya no pueden permitirse llenar.
El alejamiento de la gasolina y el diésel puede ser necesario –pero su éxito depende de que la gente de a pie pueda participar en él de forma realista.
Por ahora, los conductores observan, esperan y llenan el depósito mientras aún pueden hacerlo a los precios de hoy.