Representación artística del excéntrico exoplaneta “con forma de limón” que desconcierta a los científicos.
Crédito: NASA
El espacio no es ajeno a las rarezas, pero de vez en cuando surge algo que genuinamente deja a los científicos sin respuestas. Eso es exactamente lo que ha ocurrido con un exoplaneta recién estudiado cuyo aspecto, comportamiento e incluso composición química no se parecen a nada observado previamente por los astrónomos.
Este planeta, conocido como PSR J2322-2650b, se encuentra a más de 2000 años luz de la Tierra y ya se ha ganado la reputación de ser uno de los mundos más extraños jamás descubiertos. Desde su forma aplastada, similar a un limón, hasta sus abrasadoras temperaturas y su atmósfera insólita, parece desafiar todas las reglas de la ciencia planetaria.
¿Y el mayor enigma de todos? Que nadie ha podido explicar aún cómo se formó.
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Un planeta en el lugar equivocado
Uno de los primeros aspectos que hace destacar a PSR J2322-2650b es el objeto que orbita. En lugar de girar alrededor de una estrella normal como nuestro Sol, el planeta está atrapado en una órbita estrecha alrededor de un púlsar: los restos ultradensos y de rápida rotación de una estrella muerta.
Los púlsares son objetos violentos. Emiten radiación intensa y poseen campos gravitatorios potentísimos, razón por la cual los planetas a su alrededor son extremadamente raros. De hecho, la mayoría de los científicos supondrían que cualquier planeta cercano habría sido destruido hace eones.
Sin embargo, este aún permanece allí, completando una órbita en solo 7,8 horas. Esto significa que un “año” entero en este planeta dura menos que una jornada laboral típica en la Tierra.
Las fuerzas gravitacionales involucradas son tan extremas que los astrónomos creen que el planeta ha sido deformado, adoptando una forma alargada y oblonga. En vez de ser esférico, se asemeja a un limón aplastado flotando en el espacio.
Una atmósfera que carece de sentido
La verdadera sorpresa llegó cuando los investigadores estudiaron el planeta utilizando datos del Telescopio Espacial James Webb. Lo que hallaron en su atmósfera no se había observado nunca en otro exoplaneta.
En lugar de vapor de agua o dióxido de carbono —ambos comunes en gigantes gaseosos—, la atmósfera parece estar dominada por carbono molecular.
Puede que esto no suene drástico, pero para los astrónomos es profundamente desconcertante. El carbono normalmente se enlaza con oxígeno u otros elementos. Encontrarlo flotando libremente en forma molecular sugiere que prácticamente todo lo demás ha sido eliminado de algún modo.
Michael Zhang, astrónomo de la Universidad de Chicago y miembro del equipo de investigación, admite que los científicos no tienen una explicación clara. Para terminar con una atmósfera así, el planeta necesitaría haber perdido oxígeno, nitrógeno y otros elementos comunes, mientras conservaba el carbono; un proceso que ningún modelo conocido puede justificar.
En resumen, es una atmósfera que “no debería” existir.
Un mundo de calor extremo y vientos extraños
Las condiciones en PSR J2322-2650b son tan hostiles como extraña es su química. El planeta orbita tan cerca de su púlsar que se estima que las temperaturas alcanzan al menos 650 °C, incluso en las regiones más frías.
A diferencia de la mayoría de los gigantes gaseosos, donde los vientos atmosféricos suelen moverse en la misma dirección que la rotación planetaria, aquí los vientos parecen soplar en dirección contraria, añadiendo otra capa de rareza.
Zhang ha sugerido que el planeta probablemente tendría un color rojo oscuro, con nubes formadas por partículas de grafito. No es difícil entender por qué lo describió, medio en broma, como un “limón malvado”.
Un rompecabezas que los científicos aún no pueden resolver
En conjunto, todas estas características plantean una pregunta incómoda para los astrónomos: ¿cómo se formó este planeta en primer lugar?
Las teorías actuales postulan que los planetas se forman gradualmente a partir de discos de gas y polvo alrededor de estrellas jóvenes. Los púlsares, por otro lado, nacen de explosiones estelares catastróficas que deberían aniquilar cualquier objeto cercano.
PSR J2322-2650b no encaja en ninguno de esos relatos. Quizá fue en el pasado un planeta mucho más grande que fue despojado de sus capas con el tiempo, o tal vez se formó en otro lugar y migró hacia dentro. Por ahora, esas ideas siguen siendo especulativas.
Lo que es seguro es que este planeta no sigue las reglas.
A medida que los telescopios se vuelven más potentes y nuestra visión del universo se agudiza, descubrimientos como este sugieren que solo hemos arañado la superficie de lo que hay ahí fuera. PSR J2322-2650b podría ser una anomalía —o quizá sea la primera pista de que la formación planetaria es mucho más creativa de lo que los científicos jamás imaginaron.
En cualquier caso, este extraño mundo con forma de limón se ha ganado su lugar como uno de los objetos más desconcertantes jamás hallados más allá de nuestro sistema solar.
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