El pasado 17 de julio, un hombre fracturó el cristal de un ventanal en un primer piso en Cardedeu, una localidad al suroeste de Barcelona, y se coló en el interior del piso vacío.
Una alarma comenzó a sonar estrepitosamente, pero el individuo se acercó con despreocupación al cuadro de mandos, desactivó la sirena y se instaló tranquilamente en la vivienda.
Dicho hombre respondía al nombre de Marc M., y no era la primera vez que lo hacía: había repetido la misma acción más de doscientas veces en los últimos cuatro años.
Marc, un joven de 22 años natural de Sant Boi de Llobregat, es un okupa profesional.
Se gana la vida ocupando ilegalmente viviendas deshabitadas en Barcelona y su área metropolitana. La mayoría de sus objetivos son inmuebles propiedad de bancos o fondos de inversión: su método consiste en extorsionar a los propietarios para que le paguen cuantiosas sumas a cambio de abandonar el inmueble, o bien vender las llaves a familias con escasos recursos que, desesperadas por un techo, se mudan una vez él se retira.
Desde 2021, ha sido denunciado en 225 ocasiones por este modus operandi y detenido en 31, pero jamás ha pisado la cárcel, ya que en España sus delitos se catalogan como faltas administrativas, sancionables únicamente con multas.
Las autoridades barcelonesas están exhaustas, pero mientras continúe abonando las sanciones, poco pueden hacer. Así funciona la ley.
En febrero de este año, un juez exasperado adoptó la medida más drástica hasta la fecha: le prohibió la entrada en su localidad natal, Sant Boi.
El magistrado declaró: “Ha hecho del delito, especialmente en Sant Boi, su modo de vida durante casi cuatro años.”
Marc simplemente desplazó su radio de acción a otros municipios de la provincia y ha proseguido sus actividades sin ser molestado desde entonces.
Las autoridades desconocen los ingresos totales que este sistema le ha reportado al okupa.
En abril, Marc amenazó a un administrador de un fondo de inversión con ocupar una vivienda en Arenys de Munt, al noreste de Barcelona, si no recibía un exorbitante pago de 17.000 euros.
En aquella ocasión, el administrador se negó a ceder, y Marc le envió fotografías suyas pavoneándose en el interior de la propiedad tras haber inutilizado el sistema anti-okupación.
No obstante, la mayoría de los propietarios prefieren claudicar ante las exigencias de Marc y pagarle para que se marche.
En España, cuando los okupas toman posesión ilegal de una propiedad, los consiguientes procesos judiciales pueden prolongarse durante dos o tres años antes de que se emita una orden de desahucio, por lo que resulta más económico y rápido ceder y pagar.
Parte del problema reside en que Marc encarna una paradoja jurídica. La legislación española está diseñada para proteger a inquilinos vulnerables de desalojos exprés, pero la norma es explotada sistemáticamente por los okupas con ánimo de lucro.
Y, pese a la multitud de demandas y medidas cautelares contra Marc, la reincidencia no se considera un factor agravante en los casos de ocupación ilegal.
Otra cuestión es que Marc no actúa en solitario. Las investigaciones policiales lo describen como miembro de un grupo estructurado.
Diferentes integrantes se encargan de cada fase de la operación: localizar pisos vacíos, forzar el acceso, neutralizar alarmas, negociar los pagos y, en última instancia, vender las llaves a nuevos ocupantes.
Marc suele ser la cara visible de los allanamientos, pero los agentes señalan que la red se extiende por varios pueblos del área metropolitana de Barcelona, lo que les permite actuar con rapidez cuando aumenta la presión en una zona.
El 15 de abril, el día después de que Marc extorsionara al administrador del fondo por la vivienda de Arenys de Munt, la policía se presentó en la casa y encontró a otro hombre –identificado como Iván S.– holgazaneando en el interior.
El okupa informó con toda naturalidad a los agentes de que Marc se había mudado ya.
Cuando estos le señalaron unos cables sueltos serpenteando por el suelo, Iván alegó que estaba “haciendo unos ajustes” porque la vivienda carecía de electricidad.
Aproximadamente un mes después, el 15 de mayo, se produjo un apagón generalizado en toda la urbanización de Arenys de Munt.
Un residente del municipio dependía de un respirador artificial para sobrevivir, por lo que la compañía eléctrica se vio forzada a intervenir de urgencia.
Los técnicos rastrearon el origen del corte hasta la vivienda ocupada por Marc y sus socios.
Los propietarios interpusieron una denuncia, y el grupo está siendo investigado por el presunto delito más grave hasta la fecha, según informó La Vanguardia, tras poner en peligro la vida de un vecino.
A finales de mayo, los agentes regresaron a la casa y comprobaron que Marc había desaparecido. Un ciudadano rumano ocupaba el piso en su lugar –e incluso había iniciado los trámites para empadronarse.
Las autoridades creen que el hombre compró las llaves a Marc.
En 2024, según Idealista, más de 11.000 personas fueron investigadas o arrestadas por okupación en España –una cifra récord, un 17% superior a la de años anteriores.
Mientras tanto, más de 23.000 inmuebles en venta hasta septiembre de 2025 fueron identificados como “ocupados ilegalmente”.
Esto representa aproximadamente un 3% del total de anuncios inmobiliarios en los principales portales.
La okupación en España ha trascendido la mera disyuntiva legal –se ha convertido en un reflejo de la crisis de vivienda, donde los pisos vacíos permanecen sin uso mientras la demanda de hogares asequibles se dispara descontroladamente.
La ley lucha por mantenerse al día, dejando tanto a residentes como a autoridades atrapados en un ciclo de frustración y transacción, mientras individuos como Marc aprovechan la oportunidad para explotar por igual a acaudalados y desfavorecidos.
En julio, después de que Marc irrumpiera en el piso de Cardedeu, la policía acudió al lugar.
Cuando los agentes le conminaron a salir desde la calle, Marc apareció en el balcón blandiendo una silla y amenazó con arrojársela.
Denunciado por este incidente, Marc está citado a juicio para enero de 2026. Para entonces, es probable que haya ocupado varias docenas de viviendas más.
