Todo comenzó en 2018 con una inspección rutinaria de cajas de plátanos en un almacén de Málaga.
Lo que los agentes descubrieron en su interior desmantelaría uno de los imperios de narcotráfico más audaces jamás vistos en la Costa del Sol.
Ocultas entre las cajas procedentes de Costa Rica había 4.813 kilos de cocaína de alta pureza – el alijo récord para Málaga y el segundo más grande incautado en suelo español hasta aquel entonces. Su valor en el mercado rondaba los mil millones de euros.
Siete años después, la Audiencia Nacional ha dictado sentencia contra los cerebro de la red de contrabando, poniendo fin a una saga criminal que se extendía desde Marbella y Puerto Banús hasta cárteles internacionales e incluso una celda en una prisión belga.
Quince traficantes fueron condenados; los dos cabecillas recibieron sentencias de once años y medio de prisión cada uno y fueron multados con más de 934 millones de euros, según informó el diario Málaga Hoy.
La investigación reveló una red que operaba en el corazón del lujoso playground de la Costa del Sol.
En Puerto Marina, se encontró un Mercedes repleto de efectivo – 938.100 euros en fajos de billetes – junto con 18 relojes de Rolex, Audemars Piguet y Richard Mille.
En una caja de seguridad bancaria había otros 275.000 euros; en un trastero, 218.750 euros más. La policía incluso halló un colgante de diamantes y turquesas.
Se encontraron Mercedes cargados de dinero en Puerto Marina, se incautaron cajas fuertes atiborradas de diamantes y billetes, y decenas de relojes Rolex y Richard Mille apilados como lingotes.
Uno de los traficantes tenía casi un millón de euros en billetes escondido en su Mercedes, aparcado a tan solo unos minutos de Puerto Banús.
Pero junto al glamur, yacía la violencia.
Los agentes descubrieron un arsenal de estilo militar: un AK-47, cinco subfusiles, pistolas, un revólver y cuatro granadas de fragmentación.
Los jueces determinaron que aquel no era el armamento de “delincuentes comunes”, sino la prueba de un cártel preparado para la guerra.
El grupo había operado desde Málaga al menos desde 2017, utilizando empresas pantalla, identidades falsas y teléfonos encriptados para mover estupefacientes a gran escala.
En registros efectuados en Benalmádena y Arroyo de la Miel se hallaron casi 40.000 pastillas de éxtasis y equipamiento químico capaz de producir miles más.
Los expertos valoraron el potencial de la banda en el mercado de drogas sintéticas en más de 380 millones de euros.
Cada miembro tenía un rol definido: logística, almacenamiento, adquisición de precursores químicos o blanqueo de capitales.
Pero fue en Marbella y Banús donde se ostentaban los beneficios, en forma de lujosas villas, coches de alta gama y joyas – un estilo de vida narco oculto a plena vista.
El veredicto del tribunal en 2025 cerró definitivamente el caso que comenzó con unos plátanos en 2018.
Lo que parecía el comercio ordinario de la Costa del Sol ocultaba un imperio narco valorado en miles de millones, y su espectacular desmantelamiento bien merece un lugar en el salón de la fama de la ‘Costa del Crimen’ – junto a los muchos otros reinos de la cocaína igualmente espectaculares.
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