El nuevo rol gasístico de Grecia podría reducir los precios de la energía

En medio del alejamiento de Europa del gas ruso, Grecia está emergiendo como un punto de entrada crucial para el gas natural licuado (GNL) estadounidense.

Con el objetivo de la UE de eliminar por completo las importaciones de energía rusas para 2028, el país se ha reposicionado con celeridad como un centro de distribución para suministros alternativos.

La geografía griega y su infraestructura modernizada la han convertido en un nexo fundamental en el nuevo mapa energético regional. El denominado “Corredor Gasístico Vertical” conecta a Grecia con Bulgaria, Rumanía, Hungría y Eslovaquia, permitiendo que el gas que llega por barco sea transportado mediante gasoductos hacia el norte, adentrándose en Europa Central y Oriental. Esta red contribuye a que los países de la región reduzcan su dependencia de la energía rusa.

Lo Más Leído en Euro Weekly News

Dos emplazamientos principales hacen esto posible: la terminal de GNL en Revithoussa, cerca de Atenas, y una terminal flotante más reciente en Alexandrópolis, al norte de Grecia. En conjunto, tienen la capacidad de gestionar grandes volúmenes de GNL importado y reconvertirlo a estado gaseoso para su uso doméstico y regional.

De acuerdo con datos oficiales, los envíos de GNL estadounidense constituyen ya más del ochenta por ciento del total de las importaciones griegas de GNL, mientras que el gas procedente de gasoductos rusos ha descendido de aproximadamente un sesenta por ciento a menos de la mitad del suministro nacional.

Para Grecia, este cambio conlleva tanto oportunidades económicas como peso político. Al convertirse en una ruta de tránsito clave para el gas estadounidense hacia Europa, fortalece su posición en la seguridad energética y la diplomacia regional.

LEAR  Ted Karras de los Bengals, decepcionado tras propiciar la primera victoria de los Jets en su pésimo recorrido

Para los países vecinos, los beneficios son evidentes: suministros energéticos más fiables y diversificados, y una menor exposición a la inestabilidad de las rutas del gas ruso.

Los analistas energéticos sostienen que, a medida que entren en funcionamiento más terminales y gasoductos en el sur de Europa, podría incrementarse la competencia entre proveedores, lo que potencialmente abarataría los precios para los consumidores a largo plazo.

Lo que resulta incuestionable es que el panorama energético europeo está cambiando con rapidez. Rusia ya no es el actor dominante, y Grecia está asumiendo un papel protagónico, no solo para garantizar su propio abastecimiento, sino también para mantener el flujo de gas en la región procedente de socios nuevos y más estables.