La novela debut de Alex Foster se basa en una nueva tecnología de viaje. Unas cápsulas se lanzan al cielo y se conectan a una de miles de “naves de circuito”, todas orbitando el mundo de este a oeste. Los viajeros luego descienden en otra cápsula, llegando a donde elijan. Unas plataformas con resorte almacenan la energía cinética al aterrizar y las impulsan de nuevo al despegar. Es tan barato, rápido y ubicuo que todo el mundo lo usa. Puedes trabajar en Londres, quedar con un amigo para almorzar en Nueva York y volver al trabajo esa misma tarde.
El narrador de la novela, Tanner Kelly, creció en la Alaska rural, un lugar apartado sin estación de cápsulas. Está más que contento de escapar, consiguiendo un trabajo glamuroso en Londres como asistente personal del científico Victor Bickle, quien trabaja para CWC, la empresa que gestiona la red. El trabajo de Bickle es vender los servicios de CWC y ocultar sus efectos reales. Como dice Cromwell Grant, el exitoso jefe de comunicaciones de la empresa: “cada cliente de CWC exije dos cosas. Exige los productos y servicios que ofrecemos. Y exige una conciencia limpia para consumirlos”.
La conciencia limpia es un problema porque la tecnología de las cápsulas está dañando el mundo, acelerando la rotación de la Tierra. CWC niega que la “contracción del día” tenga algo que ver con el transporte en cápsula, pero es mentira. Este efecto es pequeño al principio, los días se vuelven unos minutos más cortos, pero en el transcurso de la novela pasamos de días de 23 horas y 45 minutos a días de 22 horas, de 20 horas, de 12 horas, la Tierra girando cada vez más rápido. Foster lo compara con hormigas en un tronco flotante. Como cada acción tiene una reacción igual y opuesta, mil hormigas corriendo todas en la misma dirección harán girar el tronco. Las jornadas laborales se acortan, los ritmos circadianos se rompen, la gente toma estimulantes para mantenerse despierta y luego sedantes para dormir algo.
Es una metáfora del cambio climático, por supuesto, y muy buena: la novela dramatiza la incapacidad de la gente, o más precisamente su falta de voluntad, para abordar los problemas que le están causando al mundo. El viaje en cápsula es tan conveniente y tan importante para la economía, el transporte y el comercio, que la gente no quiere renunciar a él. Los días pasan en seis horas, la rotación se vuelve tan rápida que el efecto centrífugo contrarresta la gravedad, con los océanos y la atmósfera abultándose en el ecuador y el suelo en los hemisferios norte y sur empezando a inclinarse, volviendo el mundo un entorno surrealista.
En lugar de prohibir las cápsulas, se crea “la cúpula”, un techo que rodea el mundo construido sobre pilares gigantes para mantener el aire dentro y reciclar el agua mediante tuberías hacia donde se necesita. Esto no es muy plausible y requiere que la humanidad pase por alto soluciones más obvias (ya que la contracción del día la causan las cápsulas y naves viajando de este a oeste, ¿no podríamos invertir su dirección de viaje para frenar la rotación?). Pero en este punto de la novela, el realismo ha sido reemplazado por la sátira. En vez de reducir el transporte, la red se expande enormemente. El interior de la cúpula tiene anuncios proyectados. Un manifestante explota una bomba en un evento de CWC, gritando, irónicamente, “¡revolución!” Los días pasan en tres horas, luego dos, y el impulso de la historia se precipita hacia su inevitable final catastrófico.
Es una idea ingeniosa, y daría para un cuento memorable. Foster la expande a una novela desarrollando sus personajes principales y deteniéndose en sus relaciones. Tanner, al trabajar para CWC, es cómplice del desastre global, pero no lo consume la culpa: al contrario, adora su trabajo, está feliz de haber escapado de su hogar fundamentalista religioso, emocionado por la vida en la gran ciudad, enamorándose de su atractivo compañero Miguel. Mientras los días se acortan y el trabajo se vuelve agotador, las cosas se estropean con Miguel y la historia nos da un mucho ida y vuelta de su ruptura: demasiado, en realidad.
Un segundo personaje principal, la adolescente Winnie Pines, cuyo padre desapareció y cuya madre está en coma, se autolesiona dándose descargas eléctricas. Mientras el mundo se acelera, ella supera su timidez y baja autoestima, consigue un trabajo, y su historia converge con la de Tanner. Un personaje matizado e interesante, Winnie es obra de un escritor con verdadero talento. La prosa es vibrante también: vívida, llena de detalles geniales, e igual de capaz de describir los desastres a gran escala, tormentas, terremotos, el fin del mundo apocalíptico, y los detalles minuciosos de la vida ordinaria.
El libro no es perfecto. La realidad de Winnie hace resaltar lo bidimensionales que son muchos otros personajes, y la distorsión del tiempo hace difícil seguir el ritmo. Pero es un debut impresionante sobre personas luchando con sus vidas en un mundo que literalmente se sale de control.
Circular Motion de Alex Foster es publicado por Grove (£18.99). Para apoyar al Guardian, pide tu copia en guardianbookshop.com. Pueden aplicar cargos de delivery.
