Anclado de manera precaria entre dos acantilados verticales a más de 940 metros sobre el Lysefjord, en el suroeste de Noruega, se halla Kjeragbolten: una colosal roca de cinco toneladas que parece desafiar la gravedad y atrae a aventureros y cazadores de selfis de todo el mundo.
Encajada firmemente en una grieta sobre un abismo de casi un kilómetro, esta reliquia glaciar de la última Edad de Hielo, alrededor del 50.000 a. C., sigue siendo asombrosamente estable. Su peso se encuentra perfectamente equilibrado entre las paredes rocosas que lo sostienen. Formado por el retroceso de los glaciares que esculpieron el dramático paisaje noruego, este bloque no se ha movido en milenios, a pesar de su aparentemente imposible posición.
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Kjeragbolten se ha convertido en un lugar de peregrinación para buscadores de emociones fuertes, entusiastas de Instagram y aquellos en busca de propuestas de matrimonio inolvidables o pruebas de valor. El magnetismo de la roca radica no solo en su entorno impresionante, sino también en el desafiante vértigo de permanecer sobre ella, con nada más que aire y una muerte segura bajo los pies. “Es como estar en el borde del mundo”, comentó un visitante reciente, posando para una fotografía que rápidamente se volvió viral. Las vistas panorámicas de los escarpados fiordos escandinavos hacen que la peligrosa travesía merezca la pena para quienes se atreven.
Llegar hasta Kjeragbolten no es tarea fácil. El recorrido implica una exigente caminata por terrenos empinados y resbaladizos, no apta para quienes padecen vértigo. Aun así, no se requiere equipo especial, lo que hace el lugar sorprendentemente accesible para ser un destino tan extremo. A pesar de su superficie, que parece más amplia de lo que es, el borde de la roca es extremadamente despiadado. Un paso en falso podría ser fatal. Cabe destacar que no se han registrado caídas desde la propia piedra, un testimonio de su estabilidad y la pura suerte de sus visitantes.
El punto de selfi más peligroso de Noruega, y no solo para Instagram
Sin embargo, el atractivo de Kjeragbolten va más allá de las meras oportunidades fotográficas. El lugar es un imán para los saltadores base en traje de alas, atraídos por los acantilados como plataforma de lanzamiento para planear sobre el espectacular paisaje noruego. Trágicamente, diez saltadores han perdido la vida a lo largo de los años, aunque la roca en sí no es la responsable directa.
Por ahora, sigue siendo un destino imprescindible para los temerarios, que ofrese la rara oportunidad de experimentar una maravilla natural en estado puro, adrenalina y la posibilidad de capturar un momento único en la vida… si te atreves a pisar la roca suspendida sobre el vacío.