El juicio por golpe de estado del expresidente que divide a Brasil

Ione Wells
Corresponsal en Sudamérica, São Paulo
Reuters

El domingo, hubieron manifestaciones tanto de partidarios como de opositores del expresidente Bolsonaro.

Como cada 7 de septiembre, los brasileños celebraron la independencia de su país de Portugal con patriotismo, desfiles militares, ondeo de banderas y churrascos, las típicas parrilladas brasileñas.

Sin embargo, este año el día estuvo marcado por manifestaciones rivales, con un veredicto inminente en el juicio por cargos de golpe de estado contra el expresidente Jair Bolsonaro.

Miles de personas salieron a las calles coreando consignas sobre la libertad: algunos en defensa de la democracia, otros en defensa del expresidente, acusado de intentar derrocarla.

El martes, cinco jueces del Supremo Tribunal Federal comenzarán a emitir sus veredictos uno por uno sobre si Jair Bolsonaro planeó un golpe de estado para mantenerse en el poder después de perder las elecciones de 2.022 frente a su rival de izquierdas, Luiz Inácio Lula da Silva.

Las acusaciones incluyen proponer un golpe a comandantes militares, saber de un complot para asesinar al entonces presidente electo Lula da Silva y al juez del Supremo Alexandre de Moraes, e incitar a sus seguidores a atacar edificios gubernamentales el 8 de enero de 2023 después de dudar del sistema electoral.

Bolsonaro niega los cargos, calificándolos de políticamente motivados, una opinión compartida por sus seguidores y por el expresidente estadounidense Donald Trump.

Trump ha tachado el juicio de “persecución política” e impuso aranceles del 50% a productos brasileños, así como sanciones al juez del Supremo Moraes, quien dirige el proceso.

Eduardo Bolsonaro, hijo de Jair, quien logró influir para la imposición de estos aranceles en EE.UU., defendió la medida, diciendo a la BBC el mes pasado que cree que “la libertad viene primero, antes que la economía”.

Pero muchos brasileños ven como profundamente antipatriótico apoyar infligir daño económico a Brasil por las ambiciones políticas de la familia Bolsonaro.

“Brasil está totalmente dividido”, reconoció Bianca, quien asistió a una gran manifestación pro-Bolsonaro en São Paulo el domingo.
“Pero creo que con las sanciones de EE.UU., aquellos que estaban a favor [del juicio] están echando el freno”, añadió, envuelta en una bandera que combinaba las de Brasil y EE.UU.

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BBC/Paulo Kobayashi
Bianca sostiene una bandera que es mitad de EE.UU. y mitad de Brasil

Símbolos patrióticos como la bandera nacional brasileña y la camiseta de fútbol han sido adoptados como uniforme de la base de derechas de Bolsonaro, pero algunos también lucían parafernalia de Trump.

Las multitudes demandaban “¡Amnistía!” y “¡Moraes, fuera!”.

Otra manifestante, Erica, dijo que el juicio era “solo un gran teatro porque todos saben que su condena ya está decidida”.

Pero hay muchos aquí que no están de acuerdo.

En una manifestación cercana de opositores a Bolsonaro, la multitud coreaba “no a la amnistía” y “dictadura, nunca más”.

Enormes figuras inflables de Bolsonaro en traje de prisión y de Trump se balanceaban sobre carteles que decían: “Prisión para Bolsonaro” y “Trump, saca las manos de Brasil”.

Uno llevaba la camiseta de fútbol, que la izquierda brasileña espera recuperar, con la leyenda “No soy un secuaz de Bolsonaro”.

BBC/Paulo Kobayashi
Algunos manifestantes de izquierdas intentan recuperar la camiseta de fútbol de Brasil

La multitud era optimista sobre una posible condena.

Uno de los manifestantes, Rafael, calificó el arresto de Bolsonaro como una “victoria”, acusándolo de haber cometido “crímenes graves” contra los brasileños.
“Sigue muy polarizado. Hasta hace poco, la derecha era fuerte. Pero desde las acciones de Trump ha habido un cambio hacia la izquierda. Se trata de soberanía y evitar la interferencia extranjera”, añadió.

“Todas las evidencias muestran que fue un intento de golpe de estado”, dijo Karina. “Espero que se haga justicia para demostrar que no puedes hacer lo que quieras para tu propio beneficio”.

BBC/Paulo Kobayashi
Karina está segura de que lo ocurrido en Brasil fue un intento de golpe de estado

Este juicio ha creado profundas grietas y reavivado debates sobre la democracia en Brasil.

Los disturbios del 8 de enero y las acusaciones de golpe de estado son tan preocupantes para los críticos de Bolsonaro porque la democracia brasileña aún es joven.

Fue restaurada en 1985, después de dos décadas de dictadura apoyada por EE.UU.

El Supremo Tribunal Federal se presenta como el guardián de esta democracia.

Pero se ha convertido en un pararrayos. Sus jueces son nombrados por presidentes pero también pueden juzgar a presidentes y ministros.

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Algunos forman parte del tribunal electoral y anulan leyes. Su presidente fue una vez abogado de Lula, lo que añade leña a las acusaciones de parcialidad de los partidarios de Bolsonaro.

Una investigación sobre noticias falsas, incluyendo amenazas en línea al tribunal, dirigida por el juez Moraes, ha llevado al encarcelamiento de aliados de Bolsonaro y a la eliminación de cuentas en redes sociales.

Los críticos dicen que esto extiende el mandato del tribunal hacia la policía y la política; sus partidarios lo llaman un modelo para la era digital.

El papel del tribunal en el juicio a Bolsonaro, en el que Moraes es tanto ponente como objetivo del presunto complot de asesinato que es parte del caso, ha llevado a ambos bandos a acusarse mutuamente de autoritarismo.

Los críticos de Bolsonaro argumentan que intentó instalar una dictadura.

Sus partidarios, por otro lado, dicen que los amplios poderes que ha usado el tribunal para investigar el presunto golpe y los disturbios en la capital, Brasília, son un abuso de poder judicial.

Quienes creen que el poder judicial ha ido demasiado lejos al procesar a personas involucradas en el asalto a edificios gubernamentales del 8 de enero de 2023 a menudo citan el caso de Débora Rodrigues dos Santos.

La partidaria de Bolsonaro de 39 años recibió una sentencia de 14 años después de escribir “Perdiste, idiota” con lápiz labial en la estatua de la Justicia frente al Supremo Tribunal Federal.

Joédson Alves, Agência Brasil
Débora Rodrigues dos Santos fue sentenciada por escribir un mensaje en la estatua de la Justicia

Aunque su sentencia de prisión fue cambiada luego a arresto domiciliario porque tiene hijos a su cargo, el hecho de que fuera juzgada por cargos de golpe de estado ante el Supremo Tribunal Federal sigue enfadando a muchos.
“La juzgaron por un grafiti. Nunca escuché de alguien sentenciado a 14 años de prisión por lápiz labial”. “Era una manifestación, y los etiquetaron como terroristas,” dijo su hermana Claudia a la BBC.

Claudia comentó que Débora lamentaba los grafitis, pero no se arrepentía de asistir a la protesta del 8 de enero, la cual consideraba su “derecho” debido a sus persistentes “dudas” sobre el resultado de las elecciones.

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Claudia cree que Bolsonaro inculcó un sentimiento de patriotismo en mucha gente.

Le atribuye a su “amor por la bandera” el haber motivado a “amas de casa, la tía del WhatsApp, el albañil, el empresario” a involucrarse en política.

Sostiene que, como no hubo un golpe de estado, Bolsonaro no puede ser culpable de ello.
“Si lo condenan por golpista, eso también condena a las 1.200 personas que protestaban allí,” afirmó.

Pero hay quienes opinan que lo sucedido el 8 de enero de 2023 fue mucho más que una simple protesta.

Ricardo Cappelli, el exministro encargado de restaurar el orden en Brasília tras la toma de edificios claves, recuerda a manifestantes “golpistas” invadiendo los tres poderes del estado y cometiendo “actos barbáricos” en el Supremo Tribunal, “atacando simbólicamente a una institución fundamental para la democracia brasileña”.

Él cree que este juicio ayudará a “pasar página en la historia” al demostrar que Brasil no tolerará nuevas amenazas a la democracia.
“Nunca antes los responsables de un golpe o intentona golpista se habían sentado en el banquillo en Brasil,” declaró a la BBC.

Para él, el proceso también sienta un precedente global. Sostiene que si los disturbios del Capitolio de EE.UU. hubiesen ocurrido en Brasil, “Donald Trump probablemente estaría en el banquillo”.

Mientras se acerca el veredicto, el partido de Bolsonaro – que tiene mayoría en el Congreso – impulsa una ley para concederle amnistía a él y a los manifestantes del 8 de enero, ante el nerviosismo de que su presunto líder caiga.

La respuesta del Sr. Cappelli a quienes tachan la respuesta de autoritaria es: “Estudien la historia. Las amnistías a intentonas golpistas resultaron en nuevos golpes. El indultado golpista de hoy se convierte en el golpista de mañana”.

Durante años, Bolsonaro ha dividido Brasil entre leales y opositores.

Para sus seguidores, este juicio es persecución por un golpe que nunca ocurrió; para sus críticos, es protección contra otra dictadura.

Incluso algunos derechistas moderados esperan que este proceso cierre una etapa, pero con definiciones tan opuestas de autoritarismo, la polarización aún podría profundizarse.