El juicio de Gisèle Pelicot ante uno de sus violadores: ¿Qué ha cambiado en Francia?

Gisèle Pelicot, la víctima de la violación colectiva en Francia, regresa a los tribunales este lunes para enfrentarse a uno de sus agresores. Es el único hombre que ha apelado el veredicto del juicio del año pasado, en el que un total de 51 acusados fueron condenados por violarla mientras ella yacía drogada por su esposo en su propia casa.

En su momento, la actitud desafiante de la señora Pelicot se vio como un momento potencialmente clave en la lucha contra la violencia sexual. Pero en Francia, ese optimismo parece estár desvaneciendo.

“Te rompo la cabeza si no te vas ahora mismo”, gruñó un hombre parado afuera de una iglesia medieval en Mazan, el pueblo pintoresco donde Gisèle y Dominique Pelicot vivieron.

Él acababa de escucharme preguntarle a una mujer mayor sobre el impacto del caso Pelicot en Francia y, mientras también amenazaba con destruir nuestra cámara, explicaba que el pueblo estaba cansado de ser asociado con uno de los juicios por violación más notorios del mundo.

Unos días antes, el alcalde de Mazan había expresado una versión más suave del mismo argumento, en un comunicado público que describía el largo calvario de Gisèle Pelicot como “un asunto privado… que no tiene nada que ver con nosotros”.

Se puede entender el deseo del alcalde Louis Bonnet de proteger la reputación de su pueblo y su industria turística. Pero vale la pena señalar que un año antes, él había salido en los titulares de toda Francia después de decirme, dos veces, en una entrevista, que quería “quitarle importancia” a la gravedad de las experiencias de Gisèle Pelicot porque “no mataron a nadie” y no hubo niños involucrados.

También es importante notar que casi todas las mujeres con las que hablamos en Mazan la semana pasada no compartían el deseo del alcalde de ver el caso Pelicot principalmente como algo que hay que “superar”.

Fumando un cigarrillo en una puerta con sombra no lejos de la iglesia, una funcionaria de 33 años, que se identificó como Aurélie, habló con un amargura no disimulada.

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“Ya nadie habla de eso, ni siquiera aquí en Mazan. Es como si nunca hubiera pasado. Conozco a alguien que está sufriendo violencia doméstica en este momento. Pero las mujeres lo esconden. Tienen miedo de los hombres que hacen estas cosas”, dijo, añadiendo que estaba “segura” de que más de los violadores de Gisèle Pelicot seguían sin ser detectados, libres en el vecindario.

Caminando cerca, pasando junto a un par de gatos tomando el sol, Aurore Baralier, de 68 años, también tenía muchas ganas de hablar, pero tenía una opinión diferente sobre el caso Pelicot.

“El mundo está evolucionando. Francia está evolucionando”. ¿Con la ayuda de la señora Pelicot? “Sí. Ha sido un impulso para que las mujeres hablen libremente”, me dijo, con énfasis.

En toda Francia, no hay duda de que la publicidad generada por la determinación de Gisèle Pelicot, transmitida globalmente, de que “la vergüenza debería cambiar de bando” – de la víctima al violador – ha dado un impulso adicional a una campaña contra la violencia sexual que ya estaba energizada por el movimiento MeToo.

“Yo diría que cambiar los comportamientos es algo que toma generaciones. [Pero] el caso Pelicot provocó una movilización enorme, histórica… contra la violencia sexual y contra la impunidad”, dijo Alyssa Ahrabare, quien coordina una red de 50 organizaciones feministas en Francia. “Nos enfocamos en capacitar a profesionales, apoyar a las víctimas, en las investigaciones”.

“Sí, Francia ha cambiado. Las denuncias por violación se han triplicado, lo que muestra que las víctimas – mujeres y niñas – hablan y quieren justicia”, coincidió Céline Piques, portavoz de la ONG “Atreverse a ser feminista”.

Y sin embargo, la energía y el optimismo que envolvieron a Gisèle Pelicot el diciembre pasado, cuando salió del tribunal de Aviñón hacia un grupo de seguidores, no han llevado a muchos cambios sustanciales en la forma en que el estado francés aborda el problema de la violencia sexual.

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De hecho, existe un consenso casi total entre los activistas y los expertos de que, en cambio, las cosas están empeorando.

“Desafortunadamente, el gobierno no reacciona”, dijo Céline Piques, señalando estadísticas que muestran que las tasas de condena se mantienen planas a pesar de un fuerte aumento en los casos de violación reportados.

“El panorama es desalentador. Hay una reacción. Las ideas de la cultura de la violación están volviendo con mucha fuerza. Podemos ver esto con el movimiento masculinista que gana popularidad, especialmente entre los chicos y adolescentes jóvenes”, añadió Alyssa Ahrabare, citando también el aumento de la pornografía deep-fake.

En medio de una crisis financiera y política en Francia, con la deuda pública en aumento y el país habiendo tenido cinco primeros ministros en los últimos dos años, el gobierno ha defendido enérgicamente su gestión, diciendo que ha hecho cambios “decisivos”, incluyendo triplicar el gasto en este campo en los últimos cinco años – un aumento “sin precedentes”.

Sin embargo, un informe severo del Senado este verano concluyó que al gobierno le “falta una brújula estratégica” cuando se trata de abordar la violación y otras formas de violencia sexual.

El Consejo de Europa también ha sido muy crítico recientemente con los esfuerzos de Francia para proteger a las mujeres.

Una fuente bien informada nos dijo que incluso los datos sobre el número de denuncias de violaciones en Francia no eran fiables debido a una burocracia demasiado compleja.

De vez en cuando, una noticia ofrece otro pequeño rayo de optimismo.

En Dijon, un hombre de 60 años acusado de drogar a su esposa para que otros la violaran, fue arrestado en agosto después de que uno de los invitados a participar llamó a la policía, al dudar de “su consentimiento”.

La abogada de la presunta víctima, Marie-Christine Klepping, nos dijo que estaba “segura” de que el conocimiento del caso Pelicot, y el miedo a verse envuelto en algo similar, habían motivado esa llamada.

En mayo, la estrella de cine francés Gérard Depardieu fue declarado culpable de agredir sexualmente a dos mujeres, en lo que muchos abogados y activistas consideraron un golpe significativo contra una cultura de impunidad que permite a los hombres poderosos abusar de las mujeres.

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“Podría significar algo”, dijo Elodie Tuaillon-Hibon a la BBC, “porque él ha estado muy protegido, [incluso] por el presidente Macron”, quien en un momento pareció defender al actor. La Sra. Tuaillon-Hibon es una abogada con base en París que había estado involucrada anteriormente en el proceso contra Depardieu.

La abogada Elodie Tuaillon-Hibon se muestra escéptica sobre cuánto ha cambiado como resultado del juicio de Pelicot.

“Yo no creo que el juicio (de Pelicot) haya cambiado nada a nivel policial y judicial”, dijo Emmanuelle Rivier, una abogada que también se especializa en casos de violación. Ella citó la crónica falta de personal, junto con una falta de formación y especialización en la policía.

Y ahora la propia Gisèle Pelicot regresa a los tribunales en la ciudad de Nîmes, al sur, para enfrentarse a uno de los hombres condenados por violarla.

“Ella siente que necesita estar allí y tiene la responsabilidad de estar presente hasta que el procedimiento termine completamente”, me explicó su abogado, Stéphane Babonneau.

El verdadero impacto de su decisión de renunciar a su anonimato puede que no esté claro durante muchos años, pero la abogada Elodie Tuaillon-Hibon no se siente inclinada al optimismo.

“Cambió algunas cosas. Pero en realidad muy poco”, concluyó, comparando la violencia sexual en Francia con una “guerra librada contra las mujeres y los niños todos los días”.

“Todavía nos queda un gran camino de cambios por (hacer)”.

Le pregunté si le sorprendía que el caso Pelicot no hubiera tenido un impacto más profundo.

“No. Para nada sorprendida porque, bueno, esto es Francia. La cultura de la violación es algo profundamente arraigado en nuestra sociedad. Y hasta que no se tome en consideración seriamente como un asunto de política pública, no va a cambiar”.

Con reportaje adicional de Marianne Baisnee.