El Inesperado Papel de las Series Policiales Británicas en la Investigación McGrail de Gibraltar

El ex editor de The Chronicle, Francisco Oliva, reflexiona sobre lo que pueden develar las referencias a la cultura popular que surgieron de forma esporádica durante las audiencias de la investigación McGrail.

EN LAS extensas sesiones del tribunal McGrail se produjeron varias alusiones a la venerada e innovadora serie de crimen The Sweeney y a la película posmoderna e intertextual Life on Mars, siempre en relación con comentarios negativos sobre el ex comisario de la RGP, Ian McGrail.

Resulta sorprendente que fuera su propio abogado defensor quien caracterizó ambas producciones británicas como “programas de televisión sobre policías corruptos”, lo que demuestra un completo desconocimiento de su verdadera esencia.

O bien no las ha visto y hablaba desde la rumorología, o si lo ha hecho, está claro que no las comprendió; algo no extraño dada su formación profesional como meticuloso abogado de derechos humanos de alto nivel.

Life on Mars contrastaba los métodos policiales de un detective de los años 2000 con los de un agente de la década de 1970.

LEER MÁS: The McGrail Report – El camino de Gibraltar hacia la reconciliación tras cinco años de fractura, por F. Oliva

En la misma línea, el ex gobernador interino Nick Pyle relató cómo había oído a altos oficiales del Ministerio de Defensa describir los métodos de McGrail como un cruce entre los programas antes mencionados. Esto ocurrió durante el famoso –o infame, según se mire– incidente en la pista, donde la policía detuvo un vehículo frente a un avión para impedir su despegue y procedió a arrestar a tres militares que se encontraban a bordo.

Pyle también, por su cuenta, repitió el mantra de la modernización de la RGP y criticó la supuesta cultura anticuada y el estilo de liderazgo del anterior comisario.

Pero conviene comprender con mayor profundidad la naturaleza de estas obras, lo que representaron y, en particular, por qué permanecen en la memoria colectiva de generaciones de espectadores británicos –tras 50 años en el caso de la primera– y tuvieron una repercusión internacional mucho más amplia a través de Netflix, en el caso de la segunda.

LEAR  Sigue estas reglas: No me repitas. No repitas el texto enviado. Solo proporciona texto en español. Reescribe este título y tradúcelo al español: Historias de las personas llevadas de Israel.

En primer lugar, resulta bastante simplista agruparlas como base para sustentar cualquier argumento, pues son criaturas conceptualmente muy diferentes, pese a similitudes que no van más allá de lo superficial.

The Sweeney era una dramatización de las hazañas de la legendaria ‘Flying Squad’ de Scotland Yard; en términos fílmicos, una producción cruda y realista, contemporánea a su tiempo.

En contraste, Life on Mars –que se autorreferencia al genio inescrutable que fue el Duque Blanco– es un híbrido de ciencia ficción y procedimiento policial donde un agente de Greater Manchester de los años 2000 se encuentra transportado tres décadas atrás, al año 1973 d.C.

Imbuida de nostalgia por un tiempo pasado, plantea preguntas provocadoras y complejas sobre la identidad cultural y la naturaleza de la realidad, al tiempo que deconstruye, cuando no oblitera, los tropos narrativos normativos.

LEER MÁS: The McGrail Report – Hacia un modelo modernizado de policía para Gibraltar, escribe F. Oliva

THE SWEENEY

Irónicamente, yo vi The Sweeney por primera vez como 24 Horas al Día en la TVE española. Me gustó tanto –debía tener unos 14 años– que era imposible imaginar que pudiera gustarme aún más, algo que sí ocurrió al descubrir la versión original, donde cada pieza del puzzle encajaba a la perfección: el lenguaje, los acentos, los policías duros y los villanos egregios, aprendiendo también que el nombre proviene del cockney rhyming slang: Flying Squad/Sweeney Todd.

Luego, en los años 80, mediante la inmersión real en los desolados paisajes urbanos –los auténticos escenarios– de un Londres aún aturdido y confuso por la resaca de la euforia de los Swinging Sixties.

The Sweeney es un producto de mediados de los 70, cuando el inspector Regan, su leal sargento Carter y su jefe, el superintendente Haskins, enfrentaban el peligroso mundo del hampa londinense con mano firme, sin tolerar tonterías de una desagradable variedad de atracadores, gangsters, matones psicópatas y asesinos –los recuerdos del ‘reinado de terror’ de los gemelos Kray aún estaban frescos en la capital–, mientras protegían al público y encerraban a los malhechores.

LEAR  Resumen de las últimas noticias del lunes

Era el catecismo del agente de la ley de la época, que doblaba las reglas si era necesario para detener a malhechores de toda clase. Era una representación ficticia de la cultura y los estilos policiales de entonces, que el establishment progresista encuentra tan objetables.

Desde las primeras notas de la inolvidable banda sonora de la excelente orquesta de Harry South, uno sabía que estaba ante algo muy especial.

LEER MÁS: The McGrail report – Dar sentido a lo visto en ‘Gibraltar confidential’, escribe F. Oliva

LIFE ON MARS

Por su parte, Life on Mars está abierta a interpretación, pero la yuxtaposición del arquetípico policía duro e impulsivo, con escaso respeto por el manual, personificado por el superintendente Gene Hunt, y su antítesis viajera del tiempo, el moderno y cauteloso agente Sam Tyler, impulsa la trama principal, creando una notable tensión dramática y conflicto entre ambos.

Mientras Tyler se atiene a un código ético de conducta y es riguroso con las normas, Hunt es perfectamente capaz de torcerlas o quebrantarlas, no para beneficio personal, sino para hacer cumplir la ley y el orden. Es una diferencia clave.

Lo guían valores policiales tradicionales y sanos, y su preocupación primordial, por encima de todo, es también proteger a la sociedad encerrando a los criminales; un nexo compartido en ambas series, una actitud que lamentablemente cae en desuso. Bajo el estilo y modales de Hunt, que algunos encuentran tan aborrecibles, trasluce un compromiso sólido y obstinado con su placa y lo que representa.

Hacia el final de la serie, queda claro, como con The Sweeney, que la idea de “un programa sobre policías corruptos” es completamente superificial.

Tyler actúa como contrapunto y contrapeso de Hunt, y a medida que avanzan los episodios, son capaces de ver aspectos positivos el uno en el otro. La conclusión es que un modelo policial superior resulta de la síntesis de Hunt y Tyler: el equilibrio entre el instinto, la decencia y una metodología enérgica, templado por un conjunto de reglas que moderen los excesos extrajudiciales sin asfixiar la eficacia policial en la represión del delito.

LEAR  ¿Canguros para mascotas en temporada alta? ¡Evita las aglomeraciones!

En todo caso, en ambas series, Regan y Hunt respectivamente, personifican valores policiales positivos que demarcan claramente el bien y el mal, sin ser difuminados o distorsionados por consideraciones ajenas a la policía o por la necesidad de marcar casillas ideológicas que tienen muy poco que ver con lo que los ciudadanos esperan de sus agentes.

De hecho, el público está hastiado de cómo la modernización ha convertido a los policías en consejeros, diplomáticos y trabajadores sociales tras pantallas de ordenador, y agradece bastante a los hombres de acción en primera línea contra el crimen.

LEER MÁS: ‘The McGrail Report es una Gibraltar nunca antes vista’ – Catarsis bajo la sombra del Drago, escribe F. Oliva

EL PROBLEMA CON…

Otra interesante referencia a la cultura popular fue la compañía de nombre enigmático 36 North, la extinta firma digital en el centro de las acusaciones de sabotaje e hacking al sistema de seguridad nacional NCIS, operado por Blands.

Es gloriosa y evocadoramente hitchcockiana –probablemente, y de forma decepcionante, de manera no intencionada–, y para un adicto al noir supone una intrigante invitación a ponderar qué habría hecho el Maestro del Suspense con un material de tal calidad, quizá otra La sombra de una duda, Marnie o El problema con… James. Bienvenida sea la misantropía.

El propio Hitchcock era notorio por la manera en que desarrolló un talento consumado para manipular al público. Sus falsas pistas argumentales son hoy materia de leyenda cinematográfica. Respecto a la investigación McGrail, deberíamos ser cautelosos para que no nos despisten del rastro de lo que realmente importa.

Los lectores pueden sacar sus propias conclusiones sobre dónde reside el McGuffin.

Haga clic aquí para leer más Noticias de Gibraltar de The Olive Press.