En lo que a caridad se refiere, todo vale—incluso los excrementos de burro. Crédito: Benidorm Ciudadano
Sólo en Benidorm podrían congregarse cientos de personas, con sus entradas en la mano, a la espera de la deposición más anticipada del año. El sábado 6 de septiembre, la Ermita de Sanz acogió una vez más la famosa Cagà de la Burra (sí, es exactamente lo que piensas), que ya va por su cuarta edición consecutiva. El evento está organizado por la Comissió de Sant Antoni para recaudar fondos para las fiestas de enero, demostrando que en el ámbito benéfico, cualquier idea es válida—hasta los desechos equinos.
La mecánica es simple pero extrañamente cautivadora: un terreno se divide en 500 cuadros numerados. Los vecinos compran boletos, cruzan los dedos y luego… esperan. El cuadro ganador es aquel en el que el burro, en todo su esplendor, decide hacer su «aportación». Para mayor precisión, los organizadores han aclarado que, si fuese necesario, podría emplearse una báscula para medir el producto resultante. Eso sí que es atención al detalle.
Pero no todo fue suspense y estiércol. Desde las diez de la mañana, los asistentes disfrutaron de bebidas a precios módicos, aperitivos, los tradicionales bollos a la paleta, y un día entero de música y risas. Este año incluso se introdujo un nuevo “esmorzaret” –un brunch al estilo valenciano con bocadillos, ensalada, café y chupitos por 12 euros– y una sustanciosa paella para mantener el ánimo alto mientras se aguardaba a que la naturaleza siguiera su curso.
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Como recordaron la presidenta Irene Maris y su equipo de Benidorm: l@ verdader@ ganador@ es la comunidad, aunque seguramente la persona cuyo número coincida con el cuadro favorito del burro podría discrepar.
