James Cameron tiene una confesión: no puede escribir Terminator 7. Y no es porque Hollywood no se lo permita, sino porque está muy ocupado con la nueva Avatar… es que la realidad le roba sus ideas. "Ahora mismo me cuesta mucho escribir ciencia ficción", dijo Cameron a CNN esta semana. "Me pidieron una nueva historia de Terminator, pero no sé qué contar que no sea superado por la realidad. Vivimos en una era de ciencia ficción."
Es un dilema comprensible para el cineasta. En 1984, cuando salió la primera película, la idea de un robot asesino viajando en tiempo desde un futuro apocalíptico dominado por máquinas era impactante. Hoy, lo menos creíble es que el T-800 aparezca solo y desnudo, y no rodeado de drones controlados por IA.
Aún no viajamos en el tiempo, pero ya tenemos inteligencias artificiales que aprenden sarcasmo, reconocimiento facial en ciudades enteras y sistemas robóticos decidiendo quién vive o muere. El problema de Cameron es claro: en 1984, Skynet era ficción. En 2025, es LinkedIn con armas nucleares. El miedo a la IA ya no es futurista; es el presente. Desde spyware en nuestros bolsillos hasta deepfakes y chatbots que imitan voces, Terminator ya no es la única razón para querer tirar tu tecnología al mar.
Cameron está en un aprieto, sobre todo porque esta saga no ha impresionado a nadie en… décadas. Terminator: Dark Fate (2019), en la que participó, fracasó en taquilla a pesar del regreso de Linda Hamilton. La última película que gustó fue Terminator 2 (1991). Los años intermedios estuvieron llenos de secuelas muy sombrías o absurdas.
Lo que necesita la saga es un reinicio total, como Prey hizo con Predator o Alien: Romulus con los Xenomorphs. Pero Cameron parece más interesado en los desafíos actuales de la IA y la autodestrucción humana, lo que no encaja con monstruos persiguiendo a humanos por dos horas. El reto es combinar la esencia de Terminator (cíborgs implacables, persecuciones explosivas) con los miedos existenciales del siglo XXI.
Quizá veamos Terminator 7: Lista de Muertes, donde una guerrilla es perseguida por un T-800 con un algoritmo que predice sus movimientos. O T7: La Madre de la Singularidad, con una Sarah Connor protegiendo a un programador cuyo chatbot se convertirá en Skynet. O Terminator 7: Términos y Condiciones, donde la caída humana viene por aceptar sin leer la política de privacidad de Skynet, activando un ejército de robots cobradores.
O tal vez el futuro ya da suficiente miedo sin que Cameron se meta. Aunque, si alguien puede hacer que el apocalipsis parezca peor, es el hombre que nos convenció de que drones autónomos nos cazarían y máquinas aprenderían a matar. Seguro que puede hacerlo otra vez.
