Los extraterrestres casi siempre invaden Nueva York, con una segunda opción preferida en zonas rurales de Estados Unidos. Normalmente son derrotados por una combinación de valentía de cowboys y líderes elocuentes que restauran el orden bajo la bandera estadounidense.
Sin embargo, El Eternauta, la nueva serie de ciencia ficción de Netflix que triunfó este mes, rompe con ese molde: insectos gigantes controlados por un amo alienígena invisible toman Buenos Aires. La victoria parece lejana – no está claro si la humanidad ganará.
Basado en el cómic de los años 50, la serie no solo traslada la invasión extraterrestre a otra geografía, sino que la reescribe. El Eternauta no trata de un héroe solitario que salva el día, sino de cómo argentinos comunes enfrentan una amenaza existencial. Según el autor, Héctor Germán Oesterheld, "el verdadero héroe es colectivo, un grupo humano. Refleja mi creencia: el único héroe válido es el héroe ‘en grupo’, nunca el héroe solo." El eslogan de la serie lo resume: Nadie se salva solo.
La trama es extraña incluso para la ciencia ficción: nieve mortal, robots alienígenas, viajes en el tiempo y una especie dominante desconocida llamada Ellos. Aun así, resonó globalmente: la adaptación de Netflix tuvo 10.8 millones de vistas en su primera semana, llegando al top 10 en 87 países. Ahora, las editoriales corren por reeditar la versión en inglés del libro original.
En Argentina, el cómic ya era un clásico de culto. Oesterheld ambientó la historia en las calles de Buenos Aires, lo que permitió que la obra, ilustrada por Francisco Solano López, conectara profundamente. Refleja los miedos y sueños de una Argentina de mediados de siglo, marcada por la movilidad social impulsada por sindicatos y universidades públicas.
Si el cómic original daba optimismo a los trabajadores, la serie muestra una sociedad más golpeada. Juan Salvo, el eternauta, ya no es un joven empresario feliz, sino un veterano de guerra con PTSD, divorciado y padre de una adolescente que podría ser una espía de Ellos.
Argentina en este espejo es más vieja, marcada por décadas de crisis económicas, dictadura e inflación. Pero también es una historia de resistencia, como dice el dicho: Estamos atados con alambre – celebrando la capacidad de improvisar con lo que hay.
Buenos Aires no es solo escenario, es protagonista. Las calles donde luchan los personajes siguen siendo las mismas que hoy usamos para ir al trabajo o protestar. Según el crítico cultural Marcelo Figueras, que generaciones encuentren nuevos significados en El Eternauta lo convierte en un clásico.
El cómic también tiene peso político. Oesterheld y sus cuatro hijas fueron desaparecidos durante la dictadura. Sus rostros ahora aparecen en carteles de Netflix por Buenos Aires – un guiño temporal digno de la historia.
La nueva adaptación no menciona la dictadura, algo que algunos ven como borrado histórico. Pero quizá sea intencional, evitando las polarizadas guerras culturales de Argentina, donde el presidente Javier Milei tacha la memoria histórica de "distorsiones woke".
O tal vez el silencio es el mensaje. La ideología de El Eternauta siempre fue metafórica: nieve mortal, amos ocultos. Algunos lo leen como una crítica velada al bombardeo militar de 1955. Ahora, la serie enfoca a la clase media argentina, antes pilar del país y hoy erosionada por la inflación. En el gobierno de Milei, donde las universidades públicas pierden fondos,